30 años después de caída del muro, en Alemania aún hay diferencias

Analistas dicen que todavía falta una integración total. En el oriente hay rezagos en los ingresos. Alemania es la cuarta economía mundial y locomotora de la Unión Europea. Pero aunque este sábado se cumplen 30 años del inicio de la caída el muro de Berlín –símbolo de separación entre oriente y occidente–, todavía persisten elementos que muestran que, a pesar de los avances, en ese país aún hay algunas diferencias. En la noche del 9 de noviembre de 1989 comenzó a derrumbarse el muro, 28 años después de que la República Democrática Alemana (RDA) –en ese entonces satélite de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS)– inició su construcción. El objetivo de los dirigentes comunistas era claro: evitar que los agentes fascistas de occidente entraran para evitar la voluntad del pueblo de construir un Estado socialista en la RDA. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, Francia, Gran Bretaña, la URSS y Estados Unidos ocuparon Berlín, y en 1949 se hizo una partición, con lo que se le dio vida a la RDA, bajo el dominio soviético, que impuso su ideología, hecho que no fue del agrado de muchos de los habitantes del nuevo país, entre ellos las mentes más brillantes y los jóvenes. Luego, desde meses antes del 13 de agosto de 1961, fecha en la que se inició la construcción del muro –que tuvo 120 kilómetros de largo–, millones de alemanes orientales huyeron hacia occidente a través de Berlín o países como Hungría y Austria. Durante la construcción del muro, miles de personas intentaron evadirlo y fueron muertos, heridos o capturados. Otros lograron huir solos o con sus familias. Así, durante las casi tres décadas que permaneció en pie lo que para occidente fue un ‘muro de la vergüenza’, este fue el principal símbolo de la Guerra Fría entre la URSS y Estados Unidos. El decaimiento de la economía soviética y los países que controlaba, las demandas de más libertad en la RDA, las evasiones hacia occidente y el mayor clima de apertura política fueron los principales elementos que favorecieron que al final el gobierno del líder de la RDA, Erich Honecker –quien renunció tres semanas antes de la caída del muro y luego su reemplazo, Egon Krenz– se permitiera el paso hacia Alemania Occidental y la inmediata toma pacífica del muro, a la que los guardias de la RDA no respondieron. Fueron meses de alegría para los alemanes orientales y de distensión en el mundo. La Guerra Fría estaba quedando atrás, pero las tres décadas siguientes han sido de lenta construcción, de integración de los dos pueblos, que aún no ha terminado. En diálogo con EL TIEMPO, Günther Maihold, subdirector del Instituto Alemán para Política Internacional y Seguridad en Berlín, dice que no obstante “la reunificación alemana ha sido exitosa en tanto que se logró establecer un horizonte común en la gente, hay cierta decepción entre los habitantes de oriente, pues están por debajo de la productividad, ingresos y pensiones de los ciudadanos de occidente”. Además, recordó que en la actualidad hay un impuesto de solidaridad que tiene vigencia hasta finales del 2019 para la unificación, “con el propósito de promover la construcción de infraestructura y adaptación en la zona oriental del país” y que, incluso, “ha generado desigualdad”. Pero aparte del deseo de que el oriente de Alemania avance en la parte material, el investigador alemán Ralf Leiteritz le dice a este diario que los habitantes de esa región “quieren es el reconocimiento de su propia historia personal, que no ha sido reconocida por élite cultural y política de occidente”.

Forma de protesta

Leiteritz advierte que en “la región oriental de Alemania, así como en muchos países, ha tomado impulso la extrema derecha, y aunque por esto no se puede decir que sea una tendencia generalizada de sus ciudadanos, sí corresponde más bien a un voto de protesta frente al poder en Berlín”.Pero el investigador Günther Maihold considera que las diferencias que persisten en Alemania en sí mismas no son malas. Recordó que hay diferencias de ingresos entre el oriente y occidente, en esta última región son en promedio más altos, pero advirtió que en la zona oriental “se vive más barato, pues los arriendos, la comida y otros bienes y servicios también son más bajos que en las zonas del occidente”. “Estamos orgullosos de nuestras diferencias y creo que deben persistir. No queremos superar las diferencias; sí, convivir con ellas. Espero que no lleguemos a ser plenamente iguales”, dijo el investigador. Este sábado habrá un acto en Berlín en el que la canciller Angela Merkel ofrecerá un discurso ante varios líderes europeos y el secretario de Estado de EE. UU. Mike Pompeo.