Alza de tarifa del metro hizo explotar la tensión social en Chile

Tras disturbios, la capital está militarizada y con toque de queda. Piñera suspendió medida. Santiago de Chile amaneció este sábado en estado de emergencia, militarizada por primera vez desde el regreso de la democracia y con el metro cerrado. Un total de 41 estaciones fueron seriamente dañadas en una jornada de fuertes protestas el viernes por el alza en el precio de los pasajes, una reacción que según todos los expertos consultados es consecuencia de un gran descontento social y que obligó anoche al presidente Sebastián Piñera a suspender la medida.Este sábado, un día después de la furia vivida el viernes, y pese a la militarización de la ciudad, las protestas no solo continuaron, sino que se extendieron a otras ciudades del país. Por eso en la noche se decretó un toque de queda en la capital chilena entre las 10 de la noche y las 7 de la mañana.
“Es triste, pero esta destrucción fue la manera que tuvo la gente para que la escuchen. Chile era una olla a presión y estalló así, de la peor manera”, comentó María, una empleada estatal. Convocados inicialmente por redes sociales, bajo la consigna #EvasionMasivaTodoElDía, en rechazo al incremento de 800 a 830 pesos chilenos (unos 4.000 pesos colombianos, en el pasaje en horario pico), estudiantes se reunieron el viernes para derribar las rejas de acceso, saltar los torniquetes del metro y hacer protestas dentro de las estaciones. Con el correr de las horas, la violencia se desbordó en múltiples puntos de la ciudad, dejando 308 detenidos y 156 policías y 11 civiles heridos, y la sede de la empresa eléctrica Enel incendiada en sus escaleras exteriores, entre otros muchos daños. Pero la mayor afectación la sufrió el metro, que, con casi 140 kilómetros, tiene la mayor extensión de Latinoamérica y transporta diariamente tres de los siete millones de habitantes de esa capital. La gravedad de los hechos fue tal, que Piñera declaró el estado de emergencia por 15 días y este sábado y sacó a los militares a las calles para tratar de restablecer el orden público.

Múltiples factores
Según le dijo a EL TIEMPO Octavio Avendaño, profesor asociado del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, “lo que se vio fue una explosión social, donde se empezaron a manifestar distintos sectores de la sociedad no solo contra la tarifa del metro, sino contra otras medidas que han afectado la vida cotidiana de las personas y que han llevado a un aumento en el costo de la vida”. Es decir, el malestar creció a la par de las sucesivas alzas en los costos de la salud y la electricidad (10,5 por ciento este año), las bajas pensiones (por debajo del salario mínimo) y una crónica desigualdad social. Todo esto en un país que tiene el ingreso per cápita más alto de América Latina (más de 20.000 dólares), un crecimiento estimado para este año de 2,5 por ciento del PIB y una inflación bajo el rango meta (2 por ciento). Aun así, dice Avendaño, “Chile es un país donde el grueso de la población, cerca de 70 por ciento, posee ingresos inferiores a 400.000 pesos chilenos, es decir, por debajo de los 500 dólares al mes”. Y a eso se suman los sonados casos de corrupción en la Policía y el Ejército y una creciente criminalización del movimiento estudiantil. “El Gobierno no ha tenido ninguna capacidad de manejar este problema. Al revés, demuestra una total ceguera frente al malestar de la sociedad, probablemente afincada en una lectura equivocada de que eran sectores puntuales. Pero esta es una protesta muy importante, muy transversal, que dibuja una suerte de división entre quienes son parte de la mayoría del pueblo, de los que viven de su salario, inclusive en los sectores medios”, afirmó a este diario el sociólogo chileno Víctor Orellana. La militarización es un error. Puede terminar agravando el problema y contribuyendo a una situación muy delicada Tanto analistas como partidos de oposición criticaron la respuesta de Piñera a las protestas e incluso hay quienes dicen que esta generó una confrontación explosiva, pues se desplegaron las fuerzas antidisturbios antes de propiciar un diálogo con los manifestantes. Además, la presencia de militares en la capital fue una medida recibida con asombro en un país que vivió 17 años en una dictadura, que acabó en 1990. “La militarización es un error. Puede terminar agravando el problema y contribuyendo a una situación muy delicada. Es muy importante que la opinión internacional haga entrar en cordura al Gobierno chileno”, dijo Orellana. Pero desde el oficialismo, algunas voces comentaron que los actos vandálicos vistos en estos dos días en Santiago no son admisibles en una democracia, donde existe derecho a la manifestación pacífica, y menos para justificar destrucción de bienes públicos.
Lo cierto es que la masiva protesta tomó por sorpresa al gobierno del derechista Piñera, que solo días antes había afirmado que Chile era una especie de “oasis” en la región, por su estabilidad política y económica.

Pero con las manifestaciones del viernes y este sábado, Chile se sumó a la lista de países que se han visto convulsionados en los últimos meses como Ecuador –que vivió días de intensas protestas por la eliminación del subsidio a los combustibles, medida que el Gobierno tuvo que derogar– y Argentina, donde los ciudadanos no han dejado de exigir soluciones para la crisis económica, que tiene en la pobreza a un 35,4 por ciento de la población.