El peligroso precedente de la liberación del ‘Chapito’ en México

Temen una espiral de violencia por la política de no confrontación del presidente López Obrador. En la larga historia de la lucha contra el narcotráfico en México, nunca había sucedido que a un narcotraficante capturado, con orden de extradición hacia los Estados Unidos, lo devolvieran a su casa el mismo día. Eso fue exactamente lo que sucedió el jueves pasado en Culiacán, estado de Sinaloa, cuando la policía federal, acompañada de unidades del Ejército y la Guardia Nacional, capturaron a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín ‘Chapo’ Guzmán, el máximo líder del narcotráfico en México, quien cumple una pena de cadena perpetua en una prisión en Estados Unidos. La inaudita acción de las fuerzas de seguridad mexicanas se dio luego de que en un operativo, que todavía no se ha aclarado si fue planificado o fruto de la casualidad, detuvieron a Guzmán López, alias Ratón, y de inmediato se desató una violenta reacción de sus secuaces, quienes, con armas de guerra, atacaron en varios puntos de la ciudad a las autoridades y generaron pánico entre la gente. El balance fue de 8 muertos, 17 heridos, uno de ellos civil, 51 reos fugados de una cárcel y escenas de pánico en las calles, restaurantes, supermercados, oficinas y centros comerciales por el ensordecedor ruido de armas de largo alcance, las explosiones de granadas y la quema de vehículos. Como lo relataron varias personas: vivieron una escena de película de guerra en la vida real. Ante esa demostración de poderío que exhibieron los integrantes del cartel de Sinaloa, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (Amlo) decidió liberar al ‘Ratón’ o ‘Chapito’, como llaman a Ovidio Guzmán en algunos círculos. Una vez se conoció su liberación, el cartel de Sinaloa entendió el mensaje y cesó su escalada violenta. Analistas consultados por EL TIEMPO en México y Estados Unidos dijeron que el Gobierno y el pueblo mexicano también entendieron el macabro mensaje que dejaba el narcotráfico con su acción y que marcará un hito histórico en la lucha contra ese fenómeno, pues de ahora en adelante nada será igual en esa tarea. Sin embargo, como dijeron, esa fue la respuesta que, a menos de un año de la posesión de Amlo, le dieron los narcotraficantes a su política de seguridad, la cual, con una orientación no violenta, planteó desde su campaña. En México, muchos dicen que los aparatos de seguridad del Estado simplemente se rinden ante el poder de un cartel del narcotráfico y también comienzan a hablar de que en ese país, con un esquema federal, ya hay estados fallidos que se vieron copados por el poder del narco. Durante su campaña electoral, Amlo prometió “abrazos, no balazos” para consolidar la paz en México, luego de años de violencia criminal. Pero ese enfoque está siendo arrasado por la crudeza de la violencia que se desbordó. Sin embargo, el viernes, menos de 24 horas después de ese capítulo, Amlo insistió en que la estrategia de seguridad de su gobierno “se basa en el desarrollo y la creación de oportunidades, y no en la guerra”, y que era desacertado decir que su política estaba fracasando. “Es muy difícil que lo acepten, pero vamos muy bien”, dijo el mandatario ante el asombro de quienes lo veían y escuchaban en su rueda de prensa diaria. Y reafirmó que “no vale más la captura de un delincuente que la vida de las personas”, para justificar la devolución del narcotraficante a su hogar. Para Marco Cancino, director del centro de investigación mexicano Inteligencia Pública, este capítulo mostró cómo los organismos de seguridad de su país “les están mintiendo a los mexicanos” y que a pesar de que “Amlo creó con bombos y platillos la Guardia Nacional, prefiere no enfrentar a la delincuencia del narcotráfico”. El analista aseguró a este diario que la Constitución y las leyes dicen que el Gobierno “debe garantizar la seguridad de los ciudadanos”. “Por eso lo financiamos con los impuestos, para que utilice el monopolio legítimo de la fuerza, pero no lo hace. No la utiliza para protegernos y, por eso, todos decimos que tenemos un Estado débil, fallido en el sentido de que no garantiza nuestra seguridad”, agregó. El analista considera que ante la inacción deliberada del Ejército “para que no se escalara más el conflicto, el Gobierno cedió ante el cartel de Sinaloa”. En diálogo con EL TIEMPO, Javier Oliva Posada, profesor e investigador en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (Unam), dijo que la medida del Gobierno y las fuerzas de seguridad es muy polémica y cuestionable, “pero es congruente con la estrategia de Amlo de que no iba a dar prioridad a la violencia con represión sobre la delincuencia que genera el narcotráfico”.
Esto va a empeorar
El experto en seguridad considera que “en algunas partes de México el Estado está capturado por el narcotráfico”. Pero dice que incluso hay algo de “más trascendencia, pues otros líderes delictivos van a tomar esas mismas medidas violentas, incluso contra la población cuando los capturen y masacrarán inocentes”.

También considera que lo que ha pasado está sentando un delicado precedente en el Estado de derecho a nivel mundial, que es “claudicar ante el narcotráfico”. Y es que en los últimos días se han acentuado las acciones violentas de la delincuencia, como la masacre el lunes de 13 policías en Aguililla, estado de Michoacán, luego de un operativo de ese grupo en Tlatlaya, donde dieron de baja a 22 narcotraficantes. Cancino coincide en que van a venir acciones violentas de otros carteles, incluso más poderosos que el de Sinaloa. “En estos momentos, el cartel Jalisco Nueva Generación es más fuerte y con mayor capacidad y tomaron nota de la actuación de los del cartel de Sinaloa y podrán hacer lo que quieran”. Otro capítulo violento, pero del que no se ha hablado mucho, es el reciente secuestro de buses de colegios en el estado de Guerrero por parte de narcotraficantes, quienes recibieron dinero del Estado para dejar libres a los jóvenes. Cancino dice que aunque está bien que lo haga, “el gobierno de Amlo sí está librando una lucha frontal contra la corrupción, pero no contra los carteles”. El analista señala que la política de seguridad de Amlo “puede ser buena en el largo plazo, pero tal vez no la lleguemos a entender todos, pues en el inmediato futuro muchos podremos morir por las balas”. Adam Isacson, director de la Veeduría de Defensa en la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (Wola, por su sigla en inglés), le dijo a este medio que la acción de Amlo es una pésima señal, pues crea desorden y peligro para la población civil y, además, crea el precedente de la impunidad para uno de los flagelos más dramáticos que vive la sociedad. Isacson también coincide en que ya hay estados fallidos en México, “como el de Sinaloa”, y considera que la liberación de Guzmán “crea incentivos a los otros grupos para utilizar la violencia”.
Ahora lo que se viene en México, a menos de que Amlo le dé un enfoque de mayor combate al narcotráfico, es una espiral de violencia que afectará la moral de los organismos de seguridad y minará la popularidad de un presidente que no ha cumplido un año en el poder.