Las advertencias sobre la «amenaza» de Trump a la democracia dominan el tercer debate demócrata

Los 10 principales candidatos a la nominación presidencial demócrata se enfrentaron en Houston, en un debate donde advirtieron que la institucionalidad estadounidense estaría en peligro si Trump logra otros cuatro años en la Casa Blanca en las elecciones de 2020.

El tercer debate demócrata empezó en español y con choques directos entre los tres principales candidatos colocados uno al lado del otro en el centro del podio de la Universidad del Sur de Texas en Houston: el exvicepresidente Joe Biden, el senador Bernie Sanders y la senadora Elizabeth Warren.

Al inicio del evento organizado por ABC y Univision, George Stephanopoulos cedió el espacio a Jorge Ramos, quien empezó con una declaración de principios al decir que “aquí también se habla español”, una clara referencia al clima que se ha creado en el país en los últimos años bajo el gobierno del presidente Donald Trump en el que muchos inmigrantes se sienten rechazados al punto de evitar hablar sus idiomas en público.

«En este país también se habla español. El debate se produce en un momento difícil para los latinos. Este es también nuestro país», dijo y adelantó que se hablaría de los temas que preocupan a la comunidad latina.

El que el debate se haya realizado en Texas, estado donde a principios de agosto un pistolero mató a 22 personas en un Walmart de El Paso asegurando que quería contrarrestar la «invasión hispana» del estado, dio pie a la intervención de Ramos y, posteriormente, a una serie de halagos de sus contrincantes a uno de los dos candidatos que jugaban en casa, el exrepresentante texano Beto O’Rourke (el otro era Julián Castro).

La ventaja de ser local

Tanto O’Rourke como Castro, ex secretario de Vivienda de Barack Obama, fueron dos de los que tuvieron más protagonismo en este tercer debate. Desde primera hora de la tarde, partidarios de ambos se congregaron a las afueras de la Southern Texas University para apoyarlos. No en vano eran los dos que jugaban de locales.

Pero, aunque ambos destacaron, la sensación generalizada que quedó entre la audiencia fue que O’Rourke salió mejor parado que Castro. El exrepresentante de Texas, quien fue aplaudido incluso por sus propios contrincantes durante el debate por su respuesta a los ataques en su ciudad natal, mejoró su desempeño respecto a debates.

En la memoria de muchos espectadores probablemente habrán quedado algunas de las frases contundentes con las que se refirió a ese tiroteo como cuando dijo que en la Casa Blanca «hay un supremacista blanco», en referencia a Trump, o cuando habló directamente a los dueños de rifles de asalto para decirles: “Diablos, sí: vamos a quitarles sus AR-15 y sus AK-47”.

Al final del evento, en el llamado ‘spin room’, a donde los candidatos y sus representantes acuden para hablar con los medios sobre lo sucedido en el debate y remarcar sus mensajes, O’Rourke explicó su posición sobre control de armas

«Especialmente despúes de El Paso, me dí cuenta que prohibir la venta de armas de asalto no es suficiente» y que así llegó la conclusión junton con su equipo que era necesario «confiscar» los millones de ese tipo de armas que hay en manos de estadounidenses.

Castro vs. Biden

Por su parte, Castro fue el protagonista de algunos de los momentos más tensos de la noche, especialmente cuando se enfrentó al ex vicepresidente Joe Biden porque, a su juicio, no se responsabiliza por los fallos de la presidencia de Obama.

Ante la pregunta de Jorge Ramos sobre si se arrepentía de las millones de deportaciones llevadas a cabo durante la presidencia de Obama, Biden se limitó a decir que el presidente lo hizo lo mejor que podía y que él era solo vicepresidente, ante lo que Castro le respondió echándole en cara que no asumiera su responsabilidad.

«Mi problema con Biden es que cada vez que algo bueno pasa con Obama, él se lo atribuye, pero cuando algo es malo dice que él era el vicepresidente», afirmó el precandidato texano. «Yo apoyo a Obama en todo», se defendió Biden.

Castro recibió muchas críticas por el episodio en el que dijo a Biden si se había olvidado de algo que había dicho apenas dos minutos antes, lo que muchos entendieron como una referencia crítica a su edad, 76 años, y algo que fue recibido con un abucheo de la audiencia.

Este debate, sin embargo, fue el del ‘renacer’ o ‘despertar’ del ex vicepresidente, quien en los dos careos previos no había mostrado la lucidez que le caracterizó en sus tiempos en el Senado.

Desde el primer momento, Biden tuvo que asumir una posición defensiva, y eventualmente ofensiva, cuando Stephanopoulos empezó el careo planteando el tema de cuidados de salud, que es justamente el punto en el que los candidatos muestran sus mayores diferencias.

Biden tuvo que explicar por qué rechaza la idea de ‘Medicare for all’, la propuesta de crear un servicio de salud pública administrado por el gobierno federal y que limite a las aseguradoras y otras empresas privadas del sector, unas ideas que defienden candidatos más liberales como Sanders y Warren.

¿Es o no es referendum sobre Trump?

Sin embargo, pese a que la primera hora del debate se vivió con intensidad, al final no hubo un choque de trenes entre la tríada puntera que se esperaba entre los candidatos más destacados en las encuestas, en buena medida porque el debate pareció ir perdiendo fuelle con el paso del tiempo.

En realidad, en el evento quedó palpable que los demócratas tienen más coincidencias que diferencias y que sus enfoques en política, salvo en el tema de salud, sobre todo porque tienen al frente el enemigo común que es Donald Trump.

Sin embargo, entre el principio y el final del debate hubo una curiosa transformación retórica que no dejó claro si la figura del mandatario es o no es central en el pulso político de cara a las elecciones de 2020.

En su primera intervención, la senadora Amy Klobuchar aprovechó la localización para usar la famosa frase “Houston, tenemos un problema”, para decir que la democracia estadounidense está enfrentando una crisis existencial con la presencia de Trump en la Casa Blanca y que es necesario sacarlo del poder por el bien de la salud de la democracia estadounidense.

El resto de sus compañeros de podio hablaron en la misma línea para referirse a los peligros que implica el presidente y las políticas que está poniendo en práctica desde 2017.

Pero al final, los mismos candidatos advirtieron que las elecciones del 2020 no son un referéndum sobre Trump. “Se trata de definir quiénes somos como país”, aseguró el senador Cory Booker, quien fue secundado con otras palabras por varios de los participantes.

Fue un cierre que contrasta con el inicio de la sesión. Aunque alguien podría decir que no son ideas excluyentes y que la definición que pide Booker pasa por rechazar posiciones que defiende Trump y las políticas que ha puesto en marcha desde la Casa Blanca.

«El senador Booker siempre ha dicho que hay problemas que existían antes de que llegara Donald Trump. Que ganarle a Trump es el piso, no es el techo», aseguró a Univision Noticias, Vanessa Valdivia, portavoz de la campaña del senador por New Jersey.

La gran diferencia de este debate con los dos previos organizados por el Comité Nacional Demócrata fue que permitió ver a los principales candidatos a la nominación demócrata todos juntos en una sola noche. Algo que con seguridad agradecen los aspirantes, porque centra la mirada en ellos; los organizadores y los periodistas, porque reduce a la mitad el trabajo, y los espectadores, porque les puede haber resultado más atractivo ver una sola entrega de este drama electoral.

Habrá que esperar los datos de audiencia para saber si, para las televisoras y los candidatos, una sola noche es mejor que dos.

Fuente: Univision Noticias

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