Demócratas eligen líder hispano para luchar contra Trump

Ante el ‘reto Trump’, la oposición busca entre las corrientes de Bernie Sanders y Hillary Clinton a un presidente para el Comité Nacional Demócrata que recupere al partido del golpe que supuso la derrota electoral de noviembre. En general, la elección del presidente de uno de los principales partidos del país, demócrata o republicano, no recibe mucha atención de los medios, menos aún del público. Es del tipo de acontecimientos que sólo interesa a quienes viven y respiran política en Estados Unidos. Pero la elección del próximo presidente del Comité Nacional Demócrata (DNC), el organismo de gobierno del Partido Demócrata, la tarde de este sábado 25 de febrero en Atlanta, es la excepción a la regla. Quizás se debe a la estrepitosa salida de la presidenta anterior, Debbie Wasserman Schultz, luego de una filtración de correos electrónicos que demostró favoritismo hacia Hillary Clinton, sobre Bernie Sanders en la primaria de 2016. Quizás se debe a la derrota de noviembre que les costó a los demócratas la Casa Blanca y mantuvo el control republicano en ambas cámaras del Congreso. O quizás es simplemente por la curiosidad de saber quien tendrá uno de los trabajos más complicados de la política estadounidense: unir a los demócratas, recaudar fondos considerables para ser competitivos y levantar una oposición efectiva a Donald Trump. El hecho es que desde la derrota sufrida por Clinton frente a Trump los demócratas han estado en problemas. Disputas internas, falta de dirección y estrategia, junto a la necesidad de superar la agria derrota que los dejó atónitos por meses. Elegir un nuevo presidente del partido es visto por algunos como el primer paso para levantarse.

Atención inusual

La elección del próximo presidente del DNC ha capturado la atención de los medios e incluso motivó un debate organizado por la cadena CNN el miércoles pasado, donde se presentaron los ocho candidatos principales para el puesto. De ellos hay tres nombres que destacan: el ex secretario del trabajo Tomás Pérez, el congresista de Minnesota Keith Ellison y el alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg. Otros candidatos son el veterano Samuel Ronan, la directora ejecutiva del partido demócrata de Idaho Sally Boynton, la analista televisiva Jehmu Greene y el abogado de Wisconsin Peter Peckarsky. El presidente del Partido Demócrata en Carolina del Sur, Jaime Harrison, también participó en el debate, pero luego dejó la carrera y entregó su apoyo a Pérez.  “Vienen tiempos muy interesantes y el liderazgo en este período será clave. Este año tendremos medio millón de oficiales electos en Estados Unidos, la mayoría a nivel municipal. 2018 es fundamental para la elección de legisladores estatales, quienes serán los que definan los mapas electorales para los próximos 10 años. Esto además de las elecciones de gobernadores”, explicó Germán Trejo presidente de la firma Battleground Solutions, quien declaró abiertamente su apoyo a Pérez. Pérez tiene el respaldo de las figuras institucionales en el partido como Joe Biden, mientras Ellison representa al ala más progresista y está apadrinado por Sanders. Los candidatos han hecho campaña por meses en foros públicos y privados en un esfuerzo por preparar el camino para rearmar la coalición. Quienes tomarán la decisión final son 447 votos de miembros de partido, que incluye a funcionarios locales y estatales, representantes elegidos, entre otros.

Clinton vs. Sanders, otra vez

Si es elegido, Pérez haría historia en el Partido Demócrata. Sería el primer hispano en ocupar el cargo de presidente de la coalición. Pero ese factor no le ha ayudado a revitalizar su imagen y desmarcarse del sello institucional, ni de su relación con Clinton, líderes que fallaron y permitieron que Trump llegara a la Casa Blanca. Pérez ha promocionado un cambio cultural dentro del partido, con un enfoque local para invertir más recursos en partidos regionales y estatales. A su vez ha prometido renovar esfuerzos para capturar el apoyo de jóvenes y progresistas. «Tiene la experiencia necesaria y una relación muy fuerte con los sindicatos, que será muy influyente en estados como Nevada, Ohio, Wisconsin y Pensilvania, áreas decisivas en 2019·, explicó Trejo. Pero una de las grandes críticas de los jóvenes que se inclinaron por Sanders en 2016 fue la tendencia corporativa que ha dominado al partido. Esa imagen está asociada con Clinton y por extensión con Pérez, quien incluso fue considerado posible candidato a vicepresidente en la boleta demócrata. Su estrategia para enfrentar a Trump es rebatirlo y criticarlo cuando sea necesario, pero también llevar la ofensiva sobre todo en temas de derechos civiles y bienestar para la clase trabajadora. Al otro lado está Ellison, quien fue el primer musulmán elegido en el Congreso. Es copresidente del Caucus Progresista, ha sido un fuerte crítico del ala corporativa del partido, se opuso al Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) -del que Trump sacó definitivamente a EEUU al llegar al poder-, y ha recibido el apoyo de figuras progresistas como la senadora Elizabeth Warren, pero también de nombres institucionales como el líder de la minoría en el Senado Chuck Schumer. «Debemos hacer todo lo posible para elegir demócratas en 2018 y recuperar la Casa Blanca en 2020. Necesitamos un partido demócrata liderado por un progresista que entienda la necesidad de escuchar a las familias trabajadoras, no al institucionalismo político o a la clase multimillonaria», declaró Sanders en su apoyo a Ellison. El congresista ha delineado una estrategia enfocada en los 3,143 condados del país, donde se le de poder y voz a los grupos de base, reforzando el activismo en el partido. Su estrategia para enfrentar a Trump es la más extrema entre los candidatos. En el debate de CNN Ellison habló de iniciar un proceso de destitución para el actual presidente. El favorito de Sanders insistió en que el millonario había violado la Constitución, ponía en duda la integridad de la presidencia y dijo que «nadie debía generar ganancias de la presidencia para su propio beneficio».

Divisiones peligrosas

Tras largos meses de campaña, si hay algo que ha quedado claro es que dentro del Partido Demócrata hay grandes divisiones internas agravadas por la primaria entre Clinton y Sanders. En el debate le preguntaron a Pérez si la primaria estuvo amañada, una respuesta que evadió varias veces. “Por la falta de transparencia en la primaria demócrata, hubo una crisis de confianza”, aseguró, mientras prometía que bajo su liderazgo se conducirá con la mayor transparencia. Ronan clamó por claridad. «La primaria no sólo estuvo amañada, pero fue así en todo el país, porque el Partido Demócrata nunca ha permitido que personas nuevas o fuera de su círculo asciendan en sus rangos. Siempre ha sido un juego de quienes están adentro y ha sido así por mucho tiempo», reclamó. «De ahí viene la falta de confianza, porque Bernie Sanders no sólo fue rechazado, no sólo pareció que Hillary Clinton compró o forzó su camino a la nominación, luego se le negó la oportunidad de hablar a los seguidores de Sanders en la convención y esa fue la gota que derramó el vaso», agregó. En una entrevista posterior al debate Buttigieg insitió en que no se puede pretender que Trump es el único problema para los demócratas. «El statu quo no funcionó, ni internamente manteniendo al partido unido, ni externamente», dijo. «Tenemos que reconocer los errores del pasado, sin condenarnos a repetirlos, sin revivir 2016», señaló.

 

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