Estados Unidos, de rodillas ante ómicron y europa se despreocupa

Salas UCI en Estados Unidos tienen un índice de ocupación similar a cuando no existían las vacunas. FOTO: Scott Olson. AFPMientras que Europa habla del fin de la pandemia, EE. UU. aún se registran altas cifras de muertes. Esta semana, el jefe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para Europa, Hans Kluge, indicó que por primera vez en lo que va de estos dos años, el Viejo Continente tiene en la mira un posible fin para la pandemia del coronavirus. Según Kluge, las altas tasas de vacunación en esta zona, sumado a la inmunidad ya adquirida por los contagios y las características de ómicron, una variante del covid menos severa, ofrecen una oportunidad única para el retorno a la normalidad. Al menos de momento. Y aunque en EE. UU. los políticos han comenzado a plantear este mismo escenario, la realidad en el terreno sigue mostrando un opaco panorama. Ómicron ha causado estragos en estos últimos dos meses y seguirá asfixiando al país, al menos por otro más. De acuerdo con las estadísticas de la Universidad de John Hopkins, el promedio de muertes diarias en Estados Unidos como consecuencia del virus supera las 2.500. Una cifra que viene en ascenso desde comienzos de año y que está semana volvió a incrementarse otro cuatro por ciento. Para ponerlo en contexto, es un nivel de muertes que ya supera el anterior pico que se presentó en agosto tras el embate de la variante delta y que ya se acerca al máximo histórico que se alcanzó al comienzo de la pandemia, cuando todavía no existían biológicos para combatirla y llegó a superar los 3.000 decesos diarios Una de las explicaciones para estos terribles números es que, si bien ómicron es menos letal, está contagiando a muchas más personas y de allí las cifras. Pero, lo que tiene a las autoridades descorazonadas es, precisamente, el contraste que existe entre EE. UU. y la mayoría de Europa. De acuerdo con un informe que publicó The New York Times, basado en nuevas estadística publicadas también esta semana por los Centros Para el Control de Enfermedades Infecciosas (CDC), mientras en Europa y otras naciones la tasa de mortalidad en lo que va de esta nueva ola de la pandemia –la producida por ómicron– es de unas 20 personas por 100.000 habitantes, la de EE. UU. es de más de 40. Las cifras, miradas país por país, son más escalofriantes. Comparado con Australia, Suecia, Canadá y Holanda, la tasa estadounidense es cuatro veces más alta. Y el doble en el caso de Alemania, Francia, Bélgica y el Reino Unido. De hecho, solo hay cuatro países dentro de este grupo –Rusia, Polonia, República Checa y Grecia– que tienen peores índices que los de EE.UU. Pero se trata de naciones más pobres, donde los tratamientos contra el covid son más escasos. “Que en un país con los recursos que tiene EE. UU., con uno de los mejores sistemas hospitalarios del mundo, esté pasando esto dan ganas de llorar”, decía en ese informe Devi Sridhar, jefe del programa de salud pública en la Universidad de Edimburgo (Escocia) y uno de los que opina que tanto Reino Unido como otras naciones del área están ya listas para comenzar a eliminar las restricciones que se han impuesto durante la pandemia.Algo que no recomendaría en EE. UU. mientras persistan los números actuales, según Sridhar. Científicos y expertos en salud dicen que la razón de fondo para este mal momento que vive la gran potencia mundial es más bien simple. Colombia suma 236 muertes más y 12.567 nuevos casos de covid-19 Que en un país con los recursos que tiene EE. UU., con uno de los mejores sistemas hospitalarios del mundo, esté pasando esto dan ganas de llorar Mientras muchas de estas naciones desarrolladas ya han vacunado al 75 por ciento o más de su población con al menos dos dosis del biológico, en EE. UU. la cifra solo llega al 64 por ciento.

 

La disparidad es igualmente acentuada si se compara con el refuerzo de la vacuna, o la llamada tercera dosis, que según los expertos ha sido clave para prevenir hospitalizaciones en esta nueva ola de ómicron: Bélgica, Alemania, Holanda, Gran Bretaña y Francia han logrado aplicar la tercera dosis a más de un 45 por ciento de la población. Pero en EE. UU. el número aún no pasa del 30 por ciento. Un desfase que es aun más agudo entre los mayores de 65 años, el grupo más vulnerable frente al covid. En total, casi un 45 por ciento de los adultos mayores en el país no han recibido su tercera dosis cuando en lugares como Inglaterra es solo el cuatro por ciento. Datos que son más dramáticos si se analizan a la luz de las tasas de mortalidad entre vacunados y no vacunados. De acuerdo con las estadísticas de los CDC, una persona mayor de 65 años tiene 52 veces más chances de morir si no ha recibido el biológico frente a los que sí lo han recibido. Para los mayores de 50 las probabilidades son 46 veces más altas. Puesto en términos del total de la población, la tasa de decesos para los no vacunados es del 7,8 por ciento por 100.000 habitantes contra el 0,1 por ciento para los vacunados que ya tienen al menos una dosis de refuerzo. Según otro estudio de John Hopkins, entre junio y diciembre del año pasado, en el país murieron 200.000 personas que se hubiesen salvado de haber recibido la vacuna. Y uno más reciente, del Financial Times, sostiene que EE. UU. se hubiese evitado la mitad de las hospitalizaciones que van en esta oleada de ómicron si tuviera índices de vacunación similares a los de Europa. Eso para un país que ya de por sí acumula la mayor cantidad de muertos durante la pandemia (más de 900.000 o casi el 20 por ciento de los decesos a nivel mundial) y la tasa más alta entre naciones desarrolladas si usa el tamaño de su población como matriz (2.756 personas por millón de habitantes). “En EE. UU. hemos normalizado estas altas tasas de mortalidad. Y lo que estamos haciendo al querer declarar el fin de la pandemia no es otra cosa que aceptar esas cifras como si fueran las esperadas, cuando no lo son”, afirma Anne Sosin, experta en salud de la Universidad de Dartmouth. Lo triste de este panorama por el que atraviesa Estados Unidos es que no se afinca en una ausencia de recursos o capacidades. El propio presidente Joe Biden ha descrito al país como el arsenal de vacunas para el mundo y cuentan con un robusto sistema de salud similar o superior al europeo. Es, más bien, producto de la actitud de sus ciudadanos y la politización de la pandemia. Un sector importante del país no solo se sigue resistiendo a las vacunas sino que ignora y hasta combate las medidas de prevención, como el uso del tapabocas. Mucho tiene que ver con la desinformación, que es rampante. Pero los políticos, especialmente republicanos, han acentuado el problema al no combatirla y la instrumentalizan con objetivos electorales. Y en eso también parecen claras las estadísticas. De acuerdo con un informe de la Fundación Kaiser, mientras el 91 por ciento de personas asociadas al Partido Demócrata ya están vacunadas, solo el 62 por ciento de los republicanos lo ha hecho. Es más, en este momento, en EE. UU. hay más republicanos no vacunados (el 36 por ciento) que los que se han puesto una tercera dosis (32 por ciento). “Uno mira estos números sobre las actitudes basadas en afiliación política y se pregunta: ‘¿cómo nos pasó esto?’ ”, decía en estos días Anthony Fauci, jefe del Instituto Nacional para las Alergias y Enfermedades Infecciosas.

¿Qué supone que el COVID-19 sea endémico? 4 respuestas

Algunos países europeos como España están haciendo planes provisionales sobre cuándo podrán empezar a tratar el COVID-19 como una enfermedad “endémica”, pero la Organización Mundial de la Salud y otras autoridades sanitarias han advertido que el mundo no está ni mucho menos cerca de declarar el final de la pandemia.

¿QUÉ SUPONE QUE UNA ENFERMEDAD SEA ENDÉMICA Y NO PANDÉMICA?

Las enfermedades son endémicas cuando ocurren de forma regular en ciertas áreas y según patrones establecidos, mientras que una pandemia se refiere a un brote global que causa olas impredecibles de contagios. Las escuelas privadas han rechazado a los inspectores de salud del condado de Los Ángeles que verifican el cumplimiento de las reglas ante el COVID-19 La OMS dijo que la redefinición del coronavirus como una enfermedad endémica sigue “muy lejos”, según Catherine Smallwood, experta en enfermedades infecciosas de la sede europea de la agencia de salud de Naciones Unidas, en Copenhague, Dinamarca. “Seguimos teniendo una gran incertidumbre y un virus que evoluciona rápidamente”, dijo a principios de mes. Para muchos países, la calificación de endémica significa que habrá menos recursos disponibles para combatirla, ya que podría dejar de ser considerada una emergencia de salud pública.

¿QUIÉN DECIDO CUÁNDO EL COVID-19 ES ENDÉMICO?

La mayoría de los países ricos podrían tomar esa decisión por su cuenta en función de cómo circule el virus dentro de sus fronteras y la posibilidad de que los nuevos casos causen grandes brotes. Las vacunas contra el COVID-19, los medicamentos y otras medidas ampliamente disponibles en estas naciones les ayudarán a frenar los brotes mucho antes de que el virus está bajo control a nivel global. Técnicamente, la OMS no declara pandemias. Su mayor nivel de alerta es una emergencia sanitaria global, y el COVID-19 entró en esa categoría en enero de 2020. La agencia de la ONU ha reunido a un comité de expertos cada tres semanas desde entonces para reevaluar la situación. Es probable que la pandemia termine cuando los expertos de la OMS declaren que el COVID-19 ya no es una emergencia global, pero los criterios para esa decisión no están definidos de forma precisa. “Es un juicio algo subjetivo porque no se trata solo del número de casos. Se trata también de su gravedad y su impacto”, afirmó el doctor Michael Ryan, jefe de emergencias de la OMS. Otros han apuntado que la designación del COVID-19 como endémico es posiblemente más una cuestión política que científica, y habla de la cantidad de enfermos y decesos están dispuestos a tolerar las autoridades y sus ciudadanos. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, dijo la semana pasada que el descenso de la tasa de mortalidad por COVID-19 sugiere que es el momento de que las autoridades europeas empiecen a pensar si la enfermedad debería considerarse endémica. Esto supone que las autoridades españolas ya no tendrán que registrar cada contagio de coronavirus y que la gente con síntomas no tendría porque someterse a pruebas de detección, aunque seguirían siendo tratadas como si estuviesen contagiados. La propuesta ha sido debatida con algunas autoridades comunitarias, pero no se ha alcanzado ninguna decisión. En octubre, el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades emitió consejos sobre cómo pasar a una vigilancia más rutinaria del COVID-19 tras la fase más aguda de la pandemia. Entre sus recomendaciones, sugirió que los países integren el seguimiento del coronavirus con el de otras enfermedades como la gripe y analicen una muestra representativa de los casos de COVID-19, en lugar de intentar testar a cada persona con síntomas.

¿ENDÉMICO SIGNIFICA QUE EL PROBLEMA HA TERMINADO?

No. Muchas enfermedades graves como la tuberculosis y el VIH están consideradas endémicas en algunas partes del mundo y siguen matando a cientos de miles de personas cada año. La malaria, por ejemplo, es endémica en muchas partes del África subsahariana y se estima que hay más de 200 millones de casos al año, incluyendo unos 600.000 decesos. “Endémico en sí mismo no significa bueno”, apuntó Ryan. “Endémico solo significa que estará aquí para siempre”. Las autoridades advierten que aún después de que el COVID-19 se convierta en un virus respiratorio establecido como la gripe estacional, seguirá siendo letal para algunos. Cuando termine la pandemia, “el COVID seguirá estando con nosotros”, dijo el doctor Chris Woods, experto en enfermedades infecciosas en la Universidad de Duke. “La diferencia es que la gente no morirá indiscriminadamente por su causa, y será tan habitual que habrá un acceso mucho mejor y más justo a las vacunas, los tratamientos y los diagnósticos para todos”.