Exnuncio acusa al Papa de encubrir abusos sexuales del clero y le pide que renuncie

Religioso le pidió este domingo a Francisco que «en este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal, debe reconocer sus errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, debe ser el primero en dar un buen ejemplo» y renunciar. El Vaticano acusó otro duro golpe que pone en evidencia la gravedad del escándalo de los abusos sexuales del clero, crisis que en algunos países como Chile provocó la renuncia hace unas semanas de la totalidad de los miembros de la Conferencia de Obispos. En un testimonio de 11 páginas, el exembajador de la Santa Sede en Estados Unidos, arzobispo Carlo Maria Viganò, acusó a varios prelados de complicidad con el Arzobispo Emérito de Washington Theodore McCarrick, implicado en denuncias de abusos sexuales, y aseguró que el Papa Francisco le retiró sanciones que ya habían sido impuestas por Benedicto XVI. “Obispos y sacerdotes, abusando de su autoridad, han cometido horrendos crímenes en detrimento de sus fieles, menores, víctimas inocentes y jóvenes ansiosos por ofrecer sus vidas a la Iglesia, o por su silencio no han impedido que tales crímenes sigan siendo perpetrados”, se lee en la carta escrita por el exnuncio apostólico de Su Santidad.

En una entrevista concedida a la agencia AP este domingo, el Pontífice no aceptó ni negó conocer de los abusos. Solo dijo que «no diría ni una palabra sobre el asunto».

Las acusaciones

En el testimonio, Viganò acusó a varios prelados de complicidad con el Arzobispo Emérito, implicado en un escándalo de abusos sexuales que se suma a otros graves casos como el denunciado recientemente por un gran jurado de Pennsylvania, que reveló los nombres de más de 300 religiosos de haber abusado de más de 1,000 menores en un período de al menos siete décadas. Viganò, de 77 años, quien funció como Nuncio en Washington entre 2011 y 2016, asegura que a fines de la década del 2000, el hoy Papa Emérito Benedicto XVI “impuso al cardenal McCarrick sanciones similares a las ahora impuestas (recientemente) por el Papa Francisco”. Precisa además que en 2013 habló sobre las sanciones con el Papa Francisco, pero que este “siguió encubriendo» al cardenal McCarrick y no solo “no tomó en cuenta las sanciones que el Papa Benedicto le había impuesto”, sino que convirtió a McCarrick en “su consejero de confianza”, señala una nota publicada por el sitio Aciprensa, medio católico que publica en español.

Por qué la denuncia

“Siempre había creído y esperaba que la jerarquía de la Iglesia pudiera encontrar en sí misma los recursos espirituales y la fuerza para contar toda la verdad, enmendarse y renovarse a sí misma”, agrega Viganò en su testimonio. “Por eso, aunque repetidamente me pidieron que lo hiciera, siempre evité hacer declaraciones a los medios, incluso cuando hubiera sido mi derecho hacerlo, para defenderme de las calumnias publicadas sobre mí, incluso por prelados de alto rango de la Curia Romana. Pero ahora que la corrupción ha llegado a lo más alto de la jerarquía de la Iglesia, mi conciencia dicta que revele esas verdades sobre el desgarrador caso McCarrick”, explica. El excardenal de Washington, de 88 años, está acusado de incurrir en abusos sexuales en una serie de hechos que se remontan a los inicios de su carrera religiosa, hace casi 50 años, cuando ejercía como cura en la archidiócesis de Nueva York, informó Univision Noticias en julio, cuando el Papa aceptó la renuncia. McCarrick ha negado en todo momento las acusaciones, y en un comunicado mostró su sorpresa y avanzó que había colaborado «plenamente» con una investigación del Vaticano. El 20 junio, sin embargo, la archidiócesis de Nueva York dijo que una comisión de investigación había determinado que las acusaciones contra McCarrick «estaban fundamentadas y eran creíbles». Por ello, agregó, el secretario de Estado vaticano, cardenal Pietro Parolin, siguiendo las instrucciones del Papa, ordenó que el prelado abandonara el servicio público.

Estaban advertidos

Viganò denuncia además que el caso McCarrick había sido enviado hace tiempo al Vaticano. “Los Nuncios Apostólicos Gabriel Montalvo y Pietro Sambi, ambos prematuramente fallecidos, no dejaron de informar a la Santa Sede inmediatamente, tan pronto como supieron del comportamiento gravemente inmoral del Arzobispo McCarrick con seminaristas y sacerdotes”, narra en su testimonio. Cuenta que el 22 de noviembre del 2000, el padre Bonifacio Ramsey, por petición del exnuncio Montalvo, “afirma que había un rumor recurrente en el seminario de que el el arzobispo compartió su cama con los seminaristas, invitó a cinco a la vez a pasar el fin de semana con él en su casa de la playa. Y agregó que conocía a cierto número de seminaristas, algunos de los cuales fueron luego ordenados sacerdotes de la Arquidiócesis de Newark, que habían sido invitados a esta casa de playa y habían compartido una cama con el arzobispo”. El padre Ramsey había sido profesor en el seminario diocesano en Newark desde finales de los años 80 hasta 1996, señala el documento. También revela que el caso fue conocido por varios otros jerarcas de la Iglesia Católica, entre ellos los exsecretarios de Estado Angelo Sodano (bajo los tiempos de Juan Pablo II) y Tarcicio Bertone (bajo el reinado de Benedicto XVI). Viganò dice que en 2006 propuso tomar «una medida ejemplar contra el cardenal (McCarrick) que podría tener una función medicinal, para evitar futuros abusos contra víctimas inocentes y aliviar el gravísimo escándalo de los fieles, quienes a pesar de todo continuaron amando y creyendo en la Iglesia”.

Más escándalos en curso

El testimonio de Viganò advierte que “en Honduras un escándalo tan grande como el de Chile está a punto de repetirse” y denuncia que el Papa Francisco “defiende” a su hombre, el cardenal (Oscar) Rodríguez Maradiaga (integrante del grupo de los ocho que ayudan al Pontífice en la conducción de la Iglesia) hasta el final, como lo hizo en Chile con el obispo Juan de la Cruz Barros, a quien él mismo había nombrado obispo de Osorno (diócesis del sur del país) contra el consejo de los obispos chilenos”. El obispo Barros, citado en el testimonio de Viganò, fue nombrado por Francisco a pesar del rechazo de la feligresía, sacerdotes y algunos obispos. El religioso está acusado de encubrir los abusos del padre Fernando Kararima, el mayor escándalo de abusos sexuales cometidos por el clero en Chile que estalló en 2010, cuando un grupo de ex seminaristas demandaron al religioso, párroco de una iglesia ubicada en uno de los barrios más exclusivos de Santiago. Pero esa no fue la primera vez que Karadima era acusado. Las primeras denuncias datan de 2003 cuando la Iglesia de Santiago se encontraba al mando del Francisco Javier Errázuriz, otro de los integrantes del grupo de los ocho nombrados por el Papa en marzo de 2013, que entre otras funciones también elaboran estrategias en contra la pederastia. En 2004 y 2005 se presentaron más denuncias en contra de Karadima, pero todas fueron olvidadas o desestimadas por Errázuriz, quien confesó ante un ministro de fuero de la Corte de Apelaciones -en el marco de una demanda civil que interpusieron las víctimas contra el Arzobispado y contra quien resulte culpable de los abusos cometidos por Karadima-, que pesó en su decisión el hecho que quienes se declaraban como víctimas eran personas adultas, y también que “a esa época la fama del padre Karadima era extraordinaria, tenía hasta fama de santo” y que con tal fama no creyó en la palabra de los denunciantes.

Cultura de encubrimiento

En 2015 Francisco refutó e insultó a las víctimas de abuso del clero chileno y a los detractores del nombramiento del obispo Barros, a quienes tildó de «zurdos», un término utilizado bajo la dictadura de Augusto Pinochet para referirse a opositores de izquierda. Pero luego reconoció su error y se disculpó, al tiempo que afirmó que había sido mal informado, causando una situación desastrosa para la Iglesia en Chile, pero no dejó de apoyar a los cardenales Errázuriz y Ricardo Ezzati, dice Viganò. “Incluso en el trágico romance de McCarrick, el comportamiento del Papa Francisco no fue diferente. Sabía al menos desde el 23 de junio de 2013 que McCarrick era un depredador en serie. Aunque sabía que era un hombre corrupto, lo cubrió hasta el final; de hecho, hizo suyo el consejo de McCarrick, que ciertamente no estaba inspirado por buenas intenciones y por amor a la Iglesia”, apuntó. “Fue solo cuando se vio obligado por el informe del abuso de un menor, nuevamente sobre la base de la atención de la prensa, que tomó medidas [con respecto a McCarrick] para salvar su imagen en los medios”, indicó. “Ahora, en Estados Unidos un coro de voces está surgiendo especialmente de los fieles laicos, y recientemente se han unido varios obispos y sacerdotes, pidiendo que todos aquellos que, por su silencio, encubrieron el comportamiento criminal de McCarrick, o que lo usaron para avanzar su carrera o promover sus intenciones, ambiciones y poder en la Iglesia, debe renunciar”, subraya el exnuncio. “Pero esto no será suficiente para sanar la situación de comportamiento inmoral extremadamente grave del clero: obispos y sacerdotes”.

El arrepentimiento de Francisco

El 11 de abril, cuatro meses después de su visita a Chile, donde nuevamente puso en duda las denuncias sobre abusos del clero, el Papa envió una carta a los obispos de ese país sudamericano en la que reconoció que ha “incurrido en graves equivocaciones de valoración” respecto al obispo Barros, acusado de encubrir uno de los casos más graves de abuso sexual del clero que impactan a la iglesia chilena y a El Vaticano. En la misiva el Papa dijo además que los errores se cometieron por “falta de información veraz y equilibrada» y comnvocó a los obispos chilenos El Vaticano para «reparar en lo posible el escándalo y restablecer la justicia».

El 18 de mayo todos los obispos chilenos presentaron su renuncia al papa Francisco por los casos de abusos sexuales, incluidos a menores, después de haberse reunido con él durante tres días en el Vaticano, anunciaron en una nota conjunta.

Entre los renunciantes se encuentra el Obispo de Osorno, Juan Barros.

En la declaración leída ante la prensa y sin posibilidad de preguntas, los prelados quisieron «pedir perdón por el dolor causado a las víctimas y al pueblo de Dios y al país por nuestros graves errores y omisiones». Y luego dieron las gracias «a las víctimas por su perseverancia y valentía, a pesar de las dificultades personales, espirituales, sociales y familiares que han debido afrontar, tantas veces, en medio de la incomprensión y ataques de la comunidad eclesial».

Al finalizar su extenso testimonio, el exnuncio implora “especialmente a los obispos, que hablen para vencer esta conspiración de silencio que está tan extendida, y que denuncien los casos de abuso que conocen a los medios y a las autoridades civiles”.

Y tras este llamado, le pide al Papa que renuncie. “En este momento extremadamente dramático para la Iglesia universal, debe reconocer sus errores y, de acuerdo con el principio proclamado de tolerancia cero, el Papa Francisco debe ser el primero en dar un buen ejemplo a los cardenales y obispos que ocultaron los abusos de McCarrick y renunciar con todos ellos”, recomienda, como recientemente lo hizo la jerarquía de la Iglesia Católica de Chile.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *