Gonorrea en la garganta, una amenaza desconocida
Hace presencia en la boca y la faringe. El sexo oral favorece su avance. Aunque la gonorrea, de acuerdo con los papiros egipcios ya era conocida 3.000 años antes de Cristo por los estragos que causaba principalmente en Asia, solo hasta la época de Hipócrates (400 años antes de Cristo) se conocieron exactamente sus daños directos en los genitales masculinos. Sin embargo, fue Galeno, un poco más de 500 años después, quien bautizó a este mal con el término de gonorrea, al ver que se instalaba en los genitales (gonos) en forma de un flujo (rheo) amarillo; es decir, como una especie de “flujo de semilla” porque se creía que la secreción purulenta contenía espermatozoides. Fue solo hasta 1879 cuando el médico Albert Neisser descubrió que esto era producido por una bacteria que después fue llamada en su honor como Neisseria gonorrhoeae.
Desde siempre y por ser una infección que se transmite de manera muy rápida a través de las relaciones sexuales, esta enfermedad ha sido relacionada como venérea y con los aparatos genitales tanto masculinos como femeninos. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que puede afectar a cerca de 100 millones de personas cada año. Ha sido considerada por eso como una de las infecciones con mayor ocurrencia desde 1965.
Se cree, por ejemplo, que en países como Inglaterra, Estados Unidos, Japón y otros de Europa, ha aumentado el 25 por ciento en los últimos años. En Colombia, de acuerdo con el Instituto de Evaluación Tecnológica en Salud (Iets), se ha reportado una incidencia que bordea el 2 por ciento en la población general y una prevalencia, según el Ministerio de Salud, del 21,7 por ciento en trabajadoras sexuales.La OMS clasifica esta infección como la segunda más transmitida sexualmente, después de la clamidia. Y todo demuestra que ha presentado un incremento significativo, evidencia de que la infección es cada vez más difícil de tratar.
Resistencia creciente
Estudios de la Organización Mundial de la Salud y el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en Estados Unidos, entre otros, han comprobado que en los últimos tres años se han desarrollado cepas de la infección resistentes a la mayoría de los antibióticos disponibles, algo que para Wenda Hughes, jefa de la Unidad de Monitoreo de Infecciones Sexualmente Transmitidas, en el Reino Unido, se ha convertido en un verdadero problema global de salud pública porque en algún momento, en el futuro, va a ser una infección imposible de combatir. El problema, dice el infectólogo colombiano Carlos Álvarez, profesor y expresidente de la Sociedad Colombiana de Infectología, es que la gente relaciona la gonorrea exclusivamente con la genitalidad y desconoce que existen otros focos de la bacteria y factores no relacionados con el aparato reproductor que influyen en hacer que estas bacterias sean cada vez más difíciles de tratar con antibióticos. Según Emilie Alirol, jefe del Programa de Infecciones de Transmisión Sexual de la Asociación Mundial de Investigación y Desarrollo de Antibióticos, el sexo oral se ha convertido en la forma más eficaz de transmitirla, porque la bacteria coloniza la garganta a un punto en que es muy difícil detectarla y, por ende, combatirla.Según Álvarez, en la boca y la faringe conviven miles de millones de bacterias, la mayoría de ellas inocuas; sin embargo, por las prácticas sexuales no protegidas, la gonorrea puede ocupar estos lugares, instalarse y camuflarse con el agravante de que su sola presencia allí es un factor que permite que cada vez responda más difícilmente a los antibióticos.
¿Por qué en la garganta es más resistente?
Jeanne Marrazo, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Alabama, en declaraciones para el The New York Times dijo que cuando se toman antibióticos para manejar infecciones en la garganta, las bacterias que viven allí quedan expuestas y pueden generar mecanismos de resistencia, lo cual no produce mayor preocupación porque estas no son dañinas. Pero otra cosa ocurre con la gonorrea, que no es un habitante común en estos sitios. El asunto es que al compartir alojamiento, estas invasoras, dice Marrazo, intercambian ADN con las bacterias inofensivas, en un proceso llamado transferencia genética horizontal. Según Álvarez, esto se hace a través de plásmidos, unas moléculas circulares de ADN que pueden transferirse entre especies bacterianas cuando están cerca. Lo grave, según el especialista, es que cuando dichos plásmidos contienen genes resistentes a medicamentos, la bacteria gonorréica que lo recibe también se hace resistente a dichos antibióticos. “Lo más inquietante es saber que las bacterias de la boca están expuestas a todos los antibióticos que se toman por vía oral. Tan solo en Estados Unidos, según el CDC, el 30 por ciento de todas las infecciones de gonorrea son resistentes por lo menos a un antibiótico, y los estudios demuestran que en gran medida este mecanismo es el responsable”.
Urge detectarla en la boca
Álvarez pide medidas preventivas para controlarla. Lo que empieza en este caso por promover practicas de sexo seguro a través de campañas educativas de prevención masivas y, al mismo nivel, prohibir el uso de antibióticos sin fórmula médica y sancionar su dispensación sin este requisito. “Es claro que la suma de estos dos factores ha sido determinante en la expansión sin control de esta infección peligrosa”, dice. Michael Mullen, en conversación con The New York Times, pidió priorizar el diagnóstico de la gonorrea oral, siempre que se sospeche, tomando muestra de la garganta para cultivar las bacterias en un laboratorio.
Tarea difícil sin prevención
Estos hallazgos implican retos muy difíciles para la comunidad científica. De hecho, hoy se sabe que las bacterias resistentes en la garganta no tienen cómo tratarse. Y según Aliron, ninguno de los nuevos medicamentos en desarrollo se enfoca en curar la gonorrea oral “algo muy grave, siendo la raíz de un creciente problema mundial”. Frente a esto, Álvarez insiste en la urgencia de tomar en serio este problema: “El sistema de salud debe volcarse a reforzar sus campañas para controlar las enfermedades de transmisión sexual”. En ese sentido, el uso de condones incluso en prácticas de sexo oral, la consulta inmediata ante la primera sospecha, la instrucción adecuada para todos los integrantes de los equipos de salud y el no uso indiscriminado de antibióticos sin fórmula, deben ser normas frente a las cuales no se puede bajar la guardia.
Una enfermedad grave
Los síntomas de la gonorrea con frecuencia aparecen de dos a cinco días después de la infección, aunque en algunos hombres puede tardar hasta un mes o incluso en algunas personas, ser asintomática. Las molestias más frecuentes son dolor, ardor al orinar, dolor de garganta, fiebre en casos severos, secreción peneana de color blanco o amarillo, sensibilidad testicular en los hombres, dolor intenso en la parte baja del abdomen y secreciones vaginales anormales en las mujeres. En casos complicados, puede haber signos de infecciones graves a nivel general y en las mujeres enfermedad pélvica inflamatoria que puede llevar a la esterilidad.
La gonorrea es cada vez más resistente a antibióticos, alerta la OMS
También reportó la existencia de infecciones gonocócicas inmunes a todo tipo de antimicrobianos. La OMS insta a la industria farmacéutica y a los investigadores que desarrollen nuevos fármacos para tratar esa enfermedad. La gonorrea, una enfermedad contagiosa de transmisión sexual, es cada vez más resistente a los antibióticos, por lo que es más difícil e incluso imposible de tratar en algunos casos, advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS). «La bacteria que causa la gonorrea es especialmente astuta. Siempre que utilizamos un nuevo tipo de antibióticos para tratar esta infección, el microbio aprende a resistir al fármaco», dijo la responsable del departamento de Reproducción Humana de la agencia sanitaria de la ONU, Teodora Wi. Aunque la resistencia a los antibióticos es un fenómeno natural, el uso indebido de estos fármacos en el ser humano y los animales está acelerando el proceso y cada vez es mayor el número de infecciones cuyo tratamiento se vuelve más difícil debido a la pérdida de eficacia de los antibióticos.
De cara al Congreso Mundial de las enfermedades de transmisión sexual y el VIH, que se celebra en Brasil del 9 al 12 de julio, la OMS publicó un estudio que analiza los datos relativos al tratamiento de la gonorrea en 77 países. En general, la enfermedad, que afecta a 78 millones de personas en el mundo, muestra una amplia resistencia a los antibióticos más antiguos y baratos utilizados en los países de rentas más bajas.
No obstante, la OMS también reportó la existencia de infecciones gonocócicas inmunes a todo tipo de antimicrobianos conocidos, incluso los más nuevos, conocidos como ESC y que, según la OMS, no son efectivos en el 66 % de los pacientes. «Estos casos no son más que la punta del iceberg», dijo la doctora Wi, que sospecha que la cifra total de infecciones intratables es muy superior a la registrada debido a la falta de sistemas de diagnóstico en los países más pobres, donde la gonorrea está más extendida.
Por todo ello, la OMS tan solo recomienda la prescripción de dos antibióticos (ceftriaxone y azithromycin) para acabar con la gonorrea, e insta a la industria farmacéutica y a los investigadores que desarrollen nuevos fármacos.
La gonorrea causa infecciones en los genitales, el recto y la garganta. Aunque ambos sexos pueden padecer esta enfermedad bacteriana, son las mujeres las que sufren más sus efectos negativos a largo plazo tales como esterilidad, enfermedad pélvica inflamatoria, embarazo ectópico (fuera del útero) y un aumento del riesgo a contraer el VIH. Del total de infectados por gonorrea, 35,2 millones viven en el Pacífico occidental, 11,4 millones tanto en el sudeste asiático como en el continente africano, mientras que en las Américas se contabilizan 11 millones de afectados y en Europa occidental y en Europa del este, 4,7 millones y 4,5 millones, respectivamente. El aumento de los pacientes con gonorrea en el mundo se explica por un comportamiento sexual inseguro -en particular la disminución del uso del preservativo-, el aumento del turismo, los sistemas de detección poco efectivos y los tratamientos inadecuados que no acaban con el foco de la enfermedad, argumentó la OMS.