Inmigrantes le dicen a Trump que no son «violadores» y que «los malos no viajan a EEUU»

Los nuevos comentarios del presidente, quien vuelve a decir que los inmigrantes mexicanos son «violadores», «criminales» y «traficantes de droga», fueron tomados de reportajes de Jorge Ramos y sacados de contexto. Las más recientes palabras dichas por Donald Trump en Virginia, para recordar su enconado ataque a la inmigración mexicana al comienzo de su campaña en junio de 2015, reabrieron un debate que todavía está fresco. » ¿Recuerdan las declaraciones que hice en la torre Trump?”, preguntó el mandatario el jueves durante una mesa redonda con empresarios en White Sulphur Springs, West Virginia. “Todo el mundo dijo, ‘oh, es tan duro’, porque usé la palabra violación», explicó. Aquella vez, Trump llamó «violadores a los inmigrantes mexicanos. Y durante un discurso en Phoenix, Arizona, aseguró que los inmigrantes de México, además de violadores, eran “criminales y traficantes de drogas”. En Virginia el presidente también dijo que “ las mujeres están siendo violadas a niveles nunca vistos«. Pero sus palabras no fueron respaldadas por ningún dato o estudio y pareció que apuntaba a las mujeres que participan en la Caravana de Inmigrantes que recorre el sur de México y que se dirige al Distrito Federal, donde arribará este lunes. Trump ha estado hablando de esta marcha en su cuenta de Twitter desde el domingo anterior. Univision Noticias preguntó a la Casa Blanca en qué basó el presidente tal afirmación, pero no hubo respuesta. Sin embargo, ayer domingo Thomas Bossert, vocero del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), le dijo a la periodista Martha Raddatz, de la cadena ABC, que la información fue tomada de los reportajes de Jorge Ramos, que se transmiten en las cadenas Univision y Fusion. ( Transcripción de la entrevista en inglés). El Consejo Editorial de Univision cree que el vocero se refirió a un documental transmitido en 2014 en el programa ‘ America with Jorge Ramos ‘, en Fusion, que mostró el testimonio de varias mujeres que fueron violadas en la frontera. Pero los agresores a los que se refiere el documental no son los inmigrantes, sino todo lo contrario, se trata de las autoridades, los contrabandistas de personas y pandilleros, entre otros grupos criminales que asolan a los inmigrantes cuando cruzan México en dirección a Estados Unidos. Trump saca de contexto reportajes de Jorge Ramos para hablar de violaciones a mujeres en la Caravana de Migrantes, dijo el Noticiero

“Me siento muy triste”

Algunos inmigrantes mexicanos, con y sin estatus legal de permanencia en Estados Unidos, reaccionaron a las palabras del mandatario. “Yo digo que no por lo que hacen unas pocas personas, él va a etiquetar a todo el mundo”, dice María Hernández al otro lado del teléfono desde Los Angeles, California. “ Lo que está pasando últimamente es terrible. Y pienso que por unos cuantos malhechores no vamos a pagar todos los mexicanos”. “Nosotros venimos acá para luchar por nuestras familias, para que vivan mejor y sin miedo. Pero las palabras del presidente me hacen sentir frustrada, enojada y triste también”.

“Mire, nosotros, los inmigrantes, somos las víctimas, los malos no viajan a Estados Unidos. El presidente no lo está diciendo bien. Los malos se quedan allá, en nuestro país”, agrega Hernández. “Los narcos no necesitan venir acá, se quedan en México. Los que venimos acá somos la gente que necesitamos huir para salvar a nuestras familias. Nosotros somos los que huimos de la maldad, no somos los malos”.

“Siembra mucho dolor”

La Señora ‘Zeta’, quien pidió mantener su nombre en reserva para no afectar su caso de asilo, dice que “ los centroamericanos también nos sentimos humillados por las palabras que el presidente ha usado para referirse a nuestros hermanos mexicanos”. “ La verdad es que, con este presidente, uno no se atreve, no sabe qué pensar. Hoy dice una cosa y mañana otra. Pero cuando habla siembra mucho dolor, porque muchas de las cosas que dice son mentiras”, agrega. ‘Zeta’ explica que, “en los últimos años ha emigrado mucha gente por tantas cosas que están pasando en nuestros países. Están violando a nuestras mujeres, a nuestros niños, los están matando, las pandillas se llevan a nuestros hijos, pero los que escapamos no somos violadores, somos las víctimas, los violados”. La inmigrante centroamericana permaneció detenida casi un año en una cárcel de ICE en el norte del país. Tras su liberación, recibió un permiso de trabajo y un número de Seguridad Social (Social Security). “Gracias a Dios estamos mejor con mi hijo”, cuenta. “Todavía no me llega la cita para presentarme ante el juez de inmigración, pero tengo fe en Dios que me darán asilo. Y le insisto, nosotros huimos para salvar nuestras vidas. No debería el presidente tratarnos de la manera en que lo hace”.

La verdadera crisis

La violación sexual es un grave problema en los países de origen de los inmigrantes que huyen, en el tránsito hacia el norte “ y también en Estados Unidos”, dice Clara Long, investigadora principal para Estados Unidos de Human Right Watch (HRW). “La violación sexual viene siendo un abuso demasiado común cuando se habla de migrantes en México, pero desafortunadamente también aquí en nuestro país”, reitera. “Dicho esto, la idea de la Caravana de Inmigrantes (que cruza la mitad de México hasta la capital) es de salvaguardar la integridad física de todos los participantes. Y el comentario del presidente sobre las violaciones más bien parece dirigido a pintar una imagen de miedo y caos” En marzo de 2013, un año antes del crecimiento del flujo de inmigrantes centroamericanos indocumentados hacia la frontera con Estados Unidos, Elizabeth Kennedy, profesora e investigadora de la Universidad Estatal de San Diego y de la Universidad de California en Santa Bárbara, California, anticipó la crisis de niños en la frontera y el gobierno federal estadounidense no tomó medidas para aumentar su capacidad de respuesta a la emergencia humanitaria. Cinco años más tarde, Kennedy dice que la violencia sigue siendo “la principal causa de migración a Estados Unidos”, al igual que hace cinco años.

Pero aclara que, “cuando se habla de violación sexual, siempre es importante recordar que, en cualquier parte del mundo, la mayoría de las víctimas de violación no denuncian este crimen».

Kennedy advierte que existe una ‘cifra negra’, “un subregistro de casos de violación sexual, sobre todo de hombres”, y que el verdadero número de casos “es aún más grande de lo que se sabe hasta ahora”.

El factor miedo

La falta de estadísticas que muestren lo gravedad del problema de la violación sexual se debe principalmente al factor miedo. “Para las personas del Triangulo Norte (Guatemala, El Salvador y Honduras), donde es peligroso denunciar cualquier tipo de crimen, debemos asumir que los casos no denunciados sobrepasan niveles mundiales”, indica. La investigadora añade que no existe documentación suficiente sobre violación sexual en los tres países del Triángulo Norte, y que, aunque en el último tiempo se ha detectado una mejoría en El Salvador “con más atención a las victimas”, esto debido a, quizás, “que las autoridades están recibiendo más denuncias, lo cierto es que muy pocos casos resultan en condena”. También precisa que las condenas “son aun menos común para víctimas niñas y mujeres, lo cual podría ser una señal de que el Estado no toma en cuenta el crimen que afecta más a las mujeres. Esta dinámica genera que ellas no denuncien este deplorable crimen, aunque la violencia sexual es bastante común en este país”, apunta.

El trauma

Kennedy también señala que, “en nuestros estudios documentamos casos de violación sexual entre mujeres y hombres, niñas y niños que huyeron, y casi todos esperaron más de un año para contarlo a alguien, generalmente cuando se sintieron más seguros, por ejemplo, en Estados Unidos durante el proceso de pedir asilo. Y ninguno lo denunció a autoridades en el país de nacimiento”.“Han llevado consigo un gran trauma. Han tenido muchas pesadillas, han revivido muchas veces la traumática experiencia, por mucho tiempo. Se han deprimido, lloran sin parar, a veces por dos o tres días sin ser capaces de levantarse de sus camas. Tienen miedo de salir de sus habitaciones o de sus casas, aún dos o tres años después de cometida la violación”, explica. Las víctimas que emigran a Estados Unidos “también llevan una gran vergüenza de compartir el hecho o los hechos, porque se sienten culpables. Varias personas que hemos entrevistado en nuestros estudios dicen que ser violada sexualmente es sufrir una muerte espiritual. El cuerpo sigue en la tierra, pero el espíritu se rompe por al menos un tiempo, especialmente porque en el caso de violación sexual de niñas, niños y mujeres, el agresor es alguien conocido”. Citando datos de un informe elaborada por Médicos Sin Fronteras ( Forced to Flee Central America’s Northern Triangle: A Neglected Humanitarian Crisis) a 467 inmigrantes y refugiados, Kennedy señala que los datos revelan la magnitud de la tragedia.

Abusos en Estados Unidos

En abril del año pasado, el grupo Community Initiatives for Visiting Immigrants in Confinement (Iniciativas Comunitarias para Visitas a Inmigrantes Detenidos -CIVIC-), presentó una queja civil exigiendo al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) que investigue y corrija el problema “sistémico” de acoso y abuso sexual en centros de detención para inmigrantes bajo su mando.

Human Right Watch también cita una investigación de The Nation que reporta el caso de la inmigrante Aura Hernández, quien fue violada por un agente de la Oficina de Inmigración y Protección Fronteriza (CBP) en Texas. Hernández es uno de los miles de inmigrantes centroamericanos que en los últimos años han llegado a Estados Unidos huyendo de sus países de origen para salvar sus vidas. El CIVIC señala en un informe que entre mayo del 2014 y julio del 2016, la oficina del inspector general del DHS recibió más de 1,000 denuncias de detenidos que alegaron abuso o agresión sexual. Y que más del 90% de los casos involucraron a la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), una dependencia del DHS que supervisa más de 39,000 indocumentados diarios en sus centros de detención en todo el país. La organización dijo que la oficina también recibió más de 33,000 acusaciones de una larga lista de abusos entre enero del 2010 y julio del 2016, incluyendo 702 por contacto sexual bajo coerción, 714 por abuso sexual o físico y 589 por acoso sexual. De todas ellas, añade, solo se investigaron 247, menos del 1%. El DHS has dicho que las denuncias representan un pequeño número respecto de los más de 2 millones de ingresos registrados en instalaciones de detención de ICE en los seis años señalados en el informe. E insiste en que tiene una política de «tolerancia cero». En julio de 2017, el DHS recibió una aprobación preliminar para destruir registros de detenidos, incluidos “incidentes de abuso y agresión sexual, escapes, muertes bajo custodia de la agencia, tarifas telefónicas cargadas a detenidos, alternativas a la detención, registros e informes sobre el estado de detenidos y centros de detención, y ubicación y segregación de detenidos” después de 20 años. A partir de 2023 (la agencia fue creada en 2003), miles de casos almacenados por ley pudieran desaparecer para siempre. “Como ya le dije, nosotros no somos malos”, reitera Hernández. “Somos víctimas y venimos a Estados Unidos porque huimos de la maldad”.

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