MS-13, mara salvatrucha… las leyendas tras su curioso nombre
Existen varias de teorías y mitos en torno al bautismo de este grupo criminal fundado en Los Ángeles. Después de que el presidente Trump haya prometido acabar con él, intentamos reconstruir los orígenes más creíbles de su apelativo. Trump ha hecho de la Mara Salvatrucha o MS-13 el nuevo enemigo número uno de Estados Unidos. En una dura intervención antiinmigrante desde el condado de Suffolk, en Long Island, donde esta pandilla ha cometido una serie de crímenes particularmente violentos, el presidente prometió su erradicación el pasado viernes. «Los encontraremos, los arrestaremos, los encarcelaremos y los deportaremos», dijo. ¿Pero cuál es el origen de este grupo que tanto inquieta al presidente? ¿Y de dónde proviene su nombre? Famosa por los distintivos tatuajes de sus miembros y por los estragos que su violencia ha causado en los países centroamericanos, los orígenes de la Mara Salvatrucha se remontan a Los Ángeles en la década de los 80. Entonces, miles de jóvenes procedentes de los países centroamericanos, especialmente de El Salvador, emigraron a Estados Unidos huyendo de la pobreza y de la violencia provocadas por diversas guerras civiles en la zona. Recién llegados a un país extraño, algunos salvadoreños decidieron unirse a Barrio 18, una pandilla formada por mexicanos que ya operaba en la ciudad y que aceptaba entre sus filas a miembros de otros países. Otros fundaron una nueva organización: la Mara Salvatrucha. Cuando empezaron a operar en Los Ángeles, la Mara Salvatrucha eran apenas «una panda de adolescentes desarrapados y aficionados al heavy metal» que se hacían llamar ‘stoners’ (en referencia al término ‘marihuano’ en inglés y a los Rolling Stones), según escribieron en 2012 los periodistas de El Faro Carlos Martínez y José Luis Sanz acerca del origen de la pandilla. Vestían camisas negras de grupos de rock como AC/DC o Kiss y llevaban pantalones ajustados. La explicación más extendida sobre su etimología es que se trata de una combinación de dos términos procedentes de la jerga salvadoreña. El primero es «mara», palabra que se emplea en este país para denominar a un grupo. «Es usado como sinónimo de grupo de amigos, grupo de personas», dice José Miguel Cruz, director de investigación del Centro de América Latina y el Caribe de la Universidad Internacional de Florida y especialista en maras. Salvatrucha es, a su vez, una combinación de otras dos palabras: ‘Salva’, que haría referencia a El Salvador, país de origen de los miembros, y ‘trucha’, término que en este país se emplea para referirse a una persona inteligente, audaz, avispada. Y así llegamos una historia distinta, la de cómo de Mara Salvatrucha se ganó su segundo nombre: MS-13. Una de las leyendas más difundidas asegura que el número hace referencia a la calle 13 de la zona sur de los Los Ángeles, donde esta organización comenzó a operar. «El presidente de la República de El Salvador, Mauricio Funes [Funes abandonó la presidencia en 2014], ha llegado a decirlo en público sin ruborizarse. El problema es que esa calle no existe», escribieron Sanz y Martínez sobre hasta qué punto se ha popularizado esta explicación. Es cierto: en la cuadrícula angelina el Boulevard Pico que ocupa el lugar que le correspondería a la calle 13, entre la 12 y la 14. Es posible que esta conjetura se haya cruzado con la mitología fundacional de la pandilla Barrio 18, que sí comenzó su andadura en en torno a esta calle de Los Ángeles. La otra creencia sobre el origen del número 13 es más compleja. Durante sus primeros momentos en la escena pandillera de Los Ángeles como ‘stoners’, los recién llegados salvatruchos sufrieron las burlas del resto de grupos chicanos: eran una minoría, usaban palabras diferentes a las mexicanas y eran despreciados por su atuendo rockero. Conforme el conflicto en El Salvador fue recrudeciéndose, llegó a la ciudad una nueva hornada de futuros miembros de la Mara Salvatrucha. «Los recién llegados estaban endurecidos; algunos habían servido como niños soldados; otros, como guerrilleros; otros acababan de ver horrores indescriptibles, como los soldados disparando a sus padres o violando a sus madres con perros», escribe Grillo sobre esta etapa en su libro Ya en la cárcel, condenados por sus actos violentos cometidos a golpe de machete, los miembros de la Mara Salvatrucha se dieron cuenta de que necesitaban un apoyo en una prisión donde pandillas pertenecientes a otros grupos étnicos como la Hermandad Aria y la Black Guerrilla Family tenían un importante rol. Así, se aliaron con la Mafia Mexicana, la pandilla latina dominante en el sur de California. Así se refiere Grillo a esta alianza: «Los reclusos de Mara se dieron cuenta de que tenían que unirse a La Eme para sobrevivir, y la mafia estaba feliz de añadir guerrilleros de machete endurecidos a sus ejércitos celulares. La Mafia Mexicana utiliza el número 13 (la M es la decimotercera letra del alfabeto), de modo que las Maras se unieron y se convirtieron en la Mara Salvatrucha 13. Esta afiliación significaba que en el exterior las Maras pagarían tributo a aquellos encarcelados, el mismo sistema de seguridad pandillera utilizado por el Comando Rojo de Brasil [la organización criminal más antigua del país]. A cambio, el ser afiliados de la Eme hizo que las Maras ganaran en respeto». De esta forma, la Mara Salvatrucha incorporó el número 13 a su nombre como forma de rendir pleitesía y tributo a la Mafia, según cita también el Departamento de Justicia de Estados Unidos en su documentación sobre la Mara Salvatrucha.