«No fue exonerado»: Mueller desmiente al presidente Trump pero no impulsa la causa demócrata en su contra

Terminada la doble audiencia de la jornada, la pregunta que todos se hacen en Washington es a quién benefició más la comparecencia de Robert Mueller ante el Congreso. Y como todo en política, la respuesta es: eso depende.

El valor central que para los demócratas tuvo la comparecencia de Robert Mueller ante los comités de Asuntos Judiciales y de Inteligencia del Congreso fue el que exfiscal especial refutara en vivo y directo que el presidente Donald Trump había quedado exonerado al final de sus dos años de investigación sobre la supuesta coordinación entre la campaña republicana y Rusia.

Eso estuvo en la declaración inicial de Mueller ante los congresistas y lo repitió a lo largo de las cerca de 8 horas que duró la comparecencia, primero ante los miembros del comité judicial y, en la tarde, con los de Inteligencia.

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«El presidente no fue exculpado de los actos que supuestamente cometió», dijo Mueller en referencia a las acusaciones de obstrucción de la justicia que se hicieron en su contra luego de despedir en abril de 2017 al entonces director del FBI James Comey. «Nosotros no tratamos ‘colusión’, que no es un término legal. En cambio, nos enfocamos en si la evidencia era suficiente para acusar a algún miembro de la campaña con ser partícipe de una conspiración criminal», explicó Mueller.

Pero el exdirector del FBI no se presentó como el testigo enérgico que los demócratas habrían querido ver en la comparecencia. De hecho, en ocasiones lució como cansado, titubeante y hasta pareció dudar ante algunas preguntas de los republicanos. Mueller hizo pausas para consultar con sus asesores legales sentados a su lado antes de responder a algunas cosas.

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En realidad, Mueller era un testigo renuente que ya había dicho que no deseaba ser interpelado y parece no haber querido ser usado por ninguna de las partes para promover sus agendas políticas.

Fueron muchas las ocasiones en las que declinó responder preguntas directas de alguno de los representantes, sobre todo cuando buscaban comprometerlo con una declaración que inculpara o exonerara completamente al presidente.

El exfiscal fue ‘económico’ en el lenguaje y las más de las veces respondió con lacónicos «cierto», «sí», «no entraré en eso» o el más usado «‘me refiero a lo que está en mi informe».

En lo que fue un momento bien recibido por la mayoría demócrata, y ante la pregunta no de uno de ellos sino de un representante republicano, Mueller indicó sin ningún tipo de dudas que Trump puede «teóricamente» ser enjuiciado una vez que deje la presidencia.

Pero en la segunda parte de la jornada, ante el Comité de Inteligencia, Mueller aclaró que, aunque dijo que no había presentado un caso contra el presidente (pese a haber identificado 10 ocasiones en las que intentó influir una investigación federal) porque las normas del Departamento de Justicia lo impiden, eso no significaba que si Trump no hubiera sido presidente lo habría hecho, como habían interpretado rápidamente los dem´ócratas.

Y aquella demoledora primera declaración de la mañana perdió un poco de fuerza, aunque la «aclaratoria» de Mueller no cambiara sustancialmente el hecho de que no exoneró al presidente.

A toda capacidad

La sala de audiencias del Comité de Asuntos Judicial de la Cámara de Representantes no es tan grande como para recibir a toda la gente que quería ver a Mueller testificar y que hacía cola desde muy temprano para poder ver la sesión, pautada para las 8:30 am.

Fue notable que hacia mediodía, la mayoría de los congresistas seguían en sus escaños, contrario a la costumbre de intervenir y dejar la sala para atender otros asuntos legislativos. Eso da una idea del interés que había en lo que pudiera decir Mueller.

En la fila de personas del público que esperaban turno para ingresar a la sala había algunos que no ocultaban su deseo de que de la audiencia convenciera a la bancada demócrata, particularmente al liderazgo, de que es necesario empezar el procedimiento de ‘impeachment’ del presidente Trump.

Líneas de combate

Desde las declaraciones de apertura del presidente del Comité Judicial, el representante demócrata por Nueva York, Jerry Nadler y el republicano Doug Collins, de Georgia, y luego con los californianos Adam Schiff, demócrata, y Devin Nunes, republicano, quedó clara la línea del interrogatorio. Los demócratas enfatizaron los episodios de posible obstrucción a la justicia que destacó Mueller en su informe y los republicanos subrayaron cómo los dos años de la investigación no habrían podido demostrar la supuesta coordinación de la campaña republicana con Rusia para perjudicar a Hillary Clinton en 2016.

Al final de la interpelación del comité judicial, la representante demócrata por Texas Sylvia García dijo a Univision Noticias que «el testigo dijo lo que esperábamos».

«Es una persona que está en el gobierno por mucho tiempo y sabíamos que iba a ser un asunto muy serio y todo empezó muy serio y ahora tenemos que seguir adelante para más investigaciones», aseguró García, quien en su primer año como congresista logró un puesto en el importante comité.

«Vamos a seguir las investigaciones (…) y lo que más hicimos nosotros fue fijarnos en los 5 puntos de la obstrucción y vamos a seguir la investigación».

Igualmente satisfecha se mostró la representante de Florida Debbie Mucarsel-Powell, aunque no dijo si lo que había escuchado abría las puertas para un proceso de ‘impeachment’.

«Vamos a seguir con los siguientes pasos y ustedes van a ver los pasos que vamos a seguir», respondió a Univision Noticias. Los republicanos tomaban pasajes del mismo reporte, pero promoviendo la versión de que el presidente fue exonerado por Mueller (cosa que desde el principio de la audiencia el interpelado dijo que no había sucedido) en una estrategia de atacar al exfiscal especial para debilitar los hallazgos de la investigación que podrían perjudicar a Trump y la campaña republicana.

Rosenstein, el hombre de las decisiones

El centro de interés de la audiencia fue saber por qué Mueller no recomendó al Departamento de Justicia presentar cargos contra el presidente Trump si identificó al menos 10 ocasiones en las que el mandatario intentó obstruir la investigación en marcha, intentando manipular las declaraciones de testigo, sugiriendo a algunos no colaborar con los investigadores o hasta sugiriendo que podría despedir a Mueller.

Algunos republicanos quisieron demostrar que el trabajo de Mueller estuvo viciado desde el principio, achacándole discrecionalidad a la hora de presentar cargos contra algunas de las personas que se presentaron ante su oficina: desde Paul Manafort y el exasesor de Seguridad Nacional Michael Flynn, a un grupo de operarios rusos que trabajaban en una ‘granja de internet’ en la cual se produjo contenido para pervertir el debate político en EEUU.

Mueller les explicó que, por las características de la fiscalía especial, la decisión final de encausar o no alguien no dependía de él sino del supervisor a quien rendía cuentas, el vicefiscal general Rod Rosenstein, luego de que el entonces fiscal general Jeff Sessions se recusara de todo lo relacionado con la investigación. En el caso del presidente, dijo que habían llegado a la decisión de no decidir sobre encausar al presidente, en atención a los lineamientos del Departamento de Justicia. El fiscal especial dejó en manos de Rosenstein y del nuevo secretario de Justicia William Barr, la decisión final de cómo proceder en el caso de Trump

Cuando el representante republicano por Dakota del Norte Kelly Armstrong sugirió que varios miembros del equipo de Mueller eran simpatizantes de Hillary Clinton y que habían donado a la campaña demócrata, Mueller reaccionó molesto.

Le aseguró a Armstrong que en sus 25 años trabajando para el sistema de justicia estadounidense nunca le ha solicitado pruebas de filiación política a ninguno de sus colaboradores y que la única exigencia que hace es la de competencia profesional.

El presidente Trump ha asegurado que la fiscalía especial estaba integrada por «demócratas rabiosos», pese a que Mueller está registrado como republicano y que, por ley, no habría podido hacer preguntas sobre filiación política a ninguno de los que trabajaron con él en la investigación porque podría hacer sido acusado de discriminación por razones políticas.

Una a voz acallada

Salvo ese episodio tenso, la voz de Mueller se escuchó poco en la sala. De hecho, quienes estábamos dentro de la audiencia teníamos problemas para oírlo, en parte porque hablaba lejos del micrófono y su voz sonaba en ocasiones débil.

Los congresistas demócratas trataron de meter en los cinco minutos de intervención que le correspondía a cada uno, la mayor cantidad de datos sacados del informe final de la fiscalía especial para reforzar sus tesis de que el presidente incurrió en potencial delito de obstruir una investigación especial. Mientras que los republicanos tomaban pasajes del mismo reporte promoviendo la versión de que el presidente fue exonerado por Mueller (cosa que desde el principio de la audiencia el interpelado dijo que no había sucedido) en una estrategia de atacar al exfiscal especial para debilitar los hallazgos de la investigación que podrían perjudicar a Trump y la campaña republicana.

La estrategia demócrata de que saliera en cámara al menos leyendo pasajes de su informe, Mueller la esquivó diciendo que prefería que el representante de turno fuera quien la leyera, de una manera amable, pero firme, que daba a entender que no quería aparecer en los noticieros como pieza de alguno de los partidos.

Al final, la prudencia declarativa de Mueller, que puede entenderse como la del profesional del sistema de justicia que conoce las limitaciones de lo que puede o debe decir en una audiencia pública, puede no haber servido tanto para el ‘momento televisivo’ que ambos bandos esperaban que saliera de la interpelación para promover o desmontar la causa en contra del presidente.

 

 

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