Pete Buttigieg, la sorpresa que le dejó Iowa a los demócratas
Tras su triunfo por pequeño margen en los caucus del estado, Buttigieg logró que su candidatura sea vista con más seriedad, incluso por quienes lo descartaban al principio por su juventud, inexperiencia y hasta por su orientación sexual. Del caos del caucus de Iowa salió un sorpresa: Pete Buttigieg. El candidato “millenial, gay y episcopaliano”, como él mismo se describe, exalcalde de una pequeña ciudad de Indiana, logró una inesperada victoria por estrecho margen de las accidentadas asambleas electorales celebradas este martes, cuyo recuento finalizó días despúes de lo previsto y no dejaron un ganador oficial declarado.
“Soy definitivamente el único maltés-estadounidense-episcopaliano-gay-millenial-veterano de guerra y zurdo en la carrera”, dijo en una entrevista con el canal público PBS en febrero del año pasado. Buttigieg es uno de los candidatos menos convencionales de cuantos hayan aspirado a la nominación de uno de los principales partidos. Tiene 37 años, solo dos más que lo que marca la ley para ser presidente de Estados Unidos. Sería el mandatario más joven en la historia estadounidense y también el primero abiertamente gay. Tienen experiencia militar (fue veterano en Afganistán) y es muy religioso, dos cosas a las que alude en sus discursos. El triunfo del exalcalde de South Bend ligeramente por encima del senador Bernie Sanders es sorpresivo precisamente por su mezcla de político outsider de Washington, joven pero conservador, y sobre todo por ser miembro de la comunidad LGBT. Al día después del caucus de Iowa, Buttigieg tuiteó a sus 1,6 millones de seguidores un mensaje pronunciado en una asamblea política en Manchester, New Hampshire, donde será la segunda cita del calendario de primarias demócratas.“Hay muchas personas LGBTQ+, especialmente jóvenes, que se preguntan si encajan en sus comunidades. Nos falta un largo camino para alcanzar una completa igualdad, pero espero que si estaban viéndonos en esta noche, viendo a mi esposo que está en la audiencia, sepan que también son parte (de esta sociedad)”, dijo Buttigieg. Buttigieg «salió del closet» en verano de 2015, tres años despúes de haber asumido la alcaldía y en víspera de su reelección. El reconocimiento de su sexualidad no afectó su permanencia al frente de South Bend, como tampoco parece estar haciéndolo en su lucha por la nominación demócrata “Inconvenientemente, eso fue en el medio de una campaña para la reelección, con Mike Pence como gobernador, contó Buttigieg en un evento en Boston en abril de 2019, destacando el conservadurismo religioso del hoy vicepresidente de Donald Trump. La candidatura presidencial del exalcalde era en ese momento una posibilidad todavía no oficializada.
En dos extremos
Buttigieg ha optado por una agenda pragmática que pone enfásis en derechos de los trabajadores, propuestas económicas liberales que, según sus críticos dentro de la izquierda del Partido Demócrata, no parecen distintas de las de algunos republicanos y una postura moderada que le ha ganado críticas desde esos sectores más liberales, capitaneados por Sanders y la también senadora Elizabeth Warren. La gente de Sanders se ha enfocado también en la lista de donantes de Buttigieg, quien, al contrario de su rival, no tiene empachos en recibir fondos de grandes financistas, aunque el exalcalde asegura que lo hace solo cuando considera que coinciden con el mensaje de cambio que dice querer impulsar. En diciembre pasado, fue muy criticado por Sanders y por Warren por realizar un evento para recaudar fondos en una elegante cava de vinos del Valle de Napa, California, a la que asistieron varios millonarios interesados en su candidatura. “Necesitamos la ayuda de todos los que estén comprometidos en ayudarnos a derrotar a Donal Trump”, se defendió Buttigieg durante el sexto debate demócrata en Los Ángeles. El contraste en la edad entre los dos punteros de los caucus de Iowa es notable. Buttigieg nació en 1982, apenas unos meses después de que Sanders se convirtiera en alcalde de Burlington, Vermont, el primer cargo de su carrera política. Buttigieg se presenta como una voz del cinturón industrial de Estados Unidos, una región tradicionalmente demócrata o con estados «péndulo» que se inclinó por Trump en 2016. Considera que su experiencia como alcalde de South Bend (donde asumió el poder en 2011) le ha dado las herramientas para entender los reclamos del Medio Oeste norteamericano desencantado por años de declive económico “No solo me preocupan los problemas de la Casa Blanca, me preocupan los problemas que hicieron que surgiera esta Casa Blanca”, dijo en una entrevista en agosto del año pasado. Al principio de la campaña para las primarias, muchos pensaron que la de Buttigieg sería una propuesta de ruptura, teniendo en cuenta ese perfil «distinto» del candidato. Pero rápidamente se posicionó como una opción moderada de centro, con un mensaje que busca eventualmente atraer a algunos republicanos (o al menos a esos votantes independientes que en 2016 respaldaron a Trump, sobre todo en estados del Medio Oeste). Y aunque entre cierto sector demócrata eso puedo haber causado desilusión, para otros representó la oportunidad de apoyar una cara nueva, a un político que no sale del ‘establishment’, pero que no quiere arrasar con lo que representa Washington DC, como suele ser el mensaje de los outsiders que llegan a la capital estadounidense. En algunas entrevistas con medios ha reconocido que su campaña comparte la condición de «extraña», que le endilgaron a la de Trump en 2015 cuando anunció que buscaría la nominación republicana. Pero él asegura que hasta allí llegan las coincidencias. Pese a su éxito en Iowa, el aspirante ha insistido esta semana en redes sociales que sigue considerándose “el caballo negro” de la carrera demócrata. “Soy el candidato que puede derrotar a Donald Trump”, dijo en el debate de New Hampshire del viernes pasado Buttigieg, quien, medio en serio, medio en broma, suele advertirle a sus simpatizantes que esta será la única oportunidad que tendrán de votar por un político “gay, millenial y religioso”.