Trasladar a Jerusalén la embajada puede ser peligroso

Al igual que varios de sus predecesores, el hoy presidente electo prometió en campaña mover la delegación diplomática a la ciudad que se disputan como su capital palestinos e israelíes. El equipo del presidente electo Donald Trump está dando señales del que podría ser su próximo paso en una agenda internacional llena de polémicas: mover la embajada de Estados Unidos en Israel desde Tel Aviv Jerusalén; un cambio con el potencial de desestabilizar Medio Oriente y que ningún gobierno estadounidense ha querido hacer. En una entrevista realizada este lunes, una de las asesoras claves del magnate, KellyAnne Conway dijo que “es una gran prioridad” concretar este cambio lo antes posible. “Lo dejó claro en la campaña y lo ha repetido varias veces en privado y público”, dijo. “Es algo que nuestro amigo Israel, un gran aliado en Medio Oriente, apreciaría y que muchos judíos americanos apoyan”, agregó. En un evento con el lobby judío (AIPAC) en marzo, Trump dijo que quería mover “la embajada estadounidense a la capital eterna de los judíos, Jerusalén”. La ubicación de la embajada ha sido un debate por décadas en la política exterior estadounidense. Tanto Bill Clinton como George W. Bush prometieron cambiar la embajada durante sus campañas y luego no lo hicieron. Y es que no se trata simplemente de cambiar a personal diplomático y mudar maletas. «Hay una razón por la que ningún presidente ha tomado esta decisión. Jerusalén es uno de los temas más sensitivos y explosivos en el mundo y los líderes se resisten a elevar la temperatura política en la región», señaló el profesor David Myers profesor y experto en historia judía de UCLA. «Actulamente las negociaciones están estancadas, es un periodo peligroso», dijo. Actualmente Estados Unidos tiene su embajada en Tel Avid, dirigida por el embajador Daniel Shapiro y mantiene un consulado en Jerusalén liderado por el cónsul general Donald Blome, encargado de las relaciones con palestinos. La posición oficial del Departamento de Estado es que el estatus de Jerusalén debe ser resuelto en negociaciones entre palestinos e israelitas. Trasladar la embajada a esa ciudad, considerada santa por judíos, musulmanes y cristianos, sería un reconocimiento oficial de que es la capital del estado de Israel, echando por tierra años de mediación estadounidense en el conflicto árabe israelí y arruinará cualquier posibilidad de negociaciones futuras respecto a los asentamientos judíos y los territorios palestinos. . “Con una decisión así, Trump ganaría el apoyo de cierta parte de la población judía en Estados Unidos, pero hay un grupo incluso más grande y progresista entre ellos, que lo vería como una movida populista y contraproducente en pos de lograr la paz en Medio Oriente”, explicó el analista internacional Mark Jones, de Baker Institute en la Universidad de Rice. En la mayoría de los votos asociados con las disputas territoriales en Medio Oriente en las Naciones Unidas, Estados Unidos está virtualmente solo en su respaldo a Israel. En general los países apoyan que el estatus de Jerusalén sea determinado a través de negociaciones como parte de un acuerdo amplio entre israelíes y palestinos. Consultados por Univision Digital, voceros de la Organización de Liberación Palestina (PLO), no hicieron comentarios respecto a los planes de Trump. En una entrevista anterior, Saeb Erekat, secretario general de PLO dijo que no pensaba que Trump fuera a mover la embajada “y legalizar los asentamientos”. “Estoy confiado en que trabajaremos con el presidente electo y su administración para lograr paz y una solución de dos estados”, agregó. Todavía hay diversas preguntas abiertas si Trump decide dar este paso. ¿Dónde exactamente se localizará la embajada? Por otra parte, expertos anticipan protestas masivas en el mundo árabe, de proporciones impredecibles. “Una decisión así alienará a la mayoría de los países en el Medio Oriente, excepto por Israel y le dará más combustible al conflicto palestino, israelí”, dijo Jones. “Además, implicará una fricción sería entre Estados Unidos y sus aliados en el Medio Oriente, junto con la oposición de Europa”, agregó. En la opinión de Myers aunque el tema es importante en la agenda del mundo árabe, «hay otros asuntos más prioritarios como Siria, Irak, Yemen, entre otros, que han dejado a este grupo de cierta forma indiferente ante el conflicto palestino», indicó. «Si mudan la embajada a Jerusalén hay un riesgo importante de una escalada en una acción militar en el lado palestino», agregó. En 1947 las Naciones Unidas recomendó que la ciudad fuera declarada un “cuerpo separado”, es decir una urbe internacional, en lugar de incorporarla a territorio israelí o palestino. En 1950 Israel proclamó a Jerusalén como su capital y en la guerra de 1967 tomó control del área este de la ciudad. En 1995 el Congreso estadounidense aprobó una ley que declara Jerusalén como la capital de Israel y exige que la embajada sea trasladada a la ciudad. Pero los presidentes Clinton, Bush y Barack Obama han firmado exenciones para evitar el cambio. La última fue firmada recientemente por el presidente demócrata y extiende por seis meses el aplazamiento.

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