10 predicciones sobre el futuro que deberían darte mucho, mucho miedo

De los virus malignos a la ausencia de vida en otros planetas: todo puede conspirar contra la raza humana.

El futuro promete, pero no siempre en el buen sentido. Aquí tienes 10 posibles acontecimientos de los que podríamos arrepentirnos profundamente en los próximos años. Listados en ningún orden particular.

  1. Prácticamente cualquier persona será capaz de crear su propia pandemia

A principios de este año, el Proyecto de Prioridades Globales de Oxford enumeró una serie de catástrofes que podrían matar a un 10% de la población humana o más. En lo alto de la lista, una pandemia diseñada deliberadamente por un laboratorio. Los autores advirtieron que podría suceder en sólo cinco años. Muchas de las tecnologías de esta predicción ya han empezado a aparecer, como el sistema de edición genética CRISPR/cas9 y las bioimpresoras 3D. Es más, los planos necesarios para este tipo de destrucción están disponibles públicamente. Hace una década, el futurólogo Ray Kurzweil y el tecnólogo Bill Joy regañaron al Departamento de Salud de los Estados Unidos por publicar el genoma completo del virus de la gripe de 1918, un movimiento que calificaron de “extremadamente estúpido”. Más recientemente, varios científicos se pronunciaron cuando Nature decidió publicar un estudio sobre mutaciones de ganancia de función que explica cómo la gripe aviar podría mutar en algo aún más letal. El temor es que un estado villano, un grupo terrorista o una persona maligna puedan crear su propio virus y desatar una pandemia. La selección natural es muy buena creando virus desagradables y prolíficos, pero imagina lo que podría hacerse con un diseño intencional.

  1. La gente que transfiera su mente a un ordenador estará quitándose la vida

Una de las visiones más radicales sobre el futuro es un mundo en el que los seres humanos biológicos intercambian sus cuerpos físicos por una existencia puramente digital. Esto requiere que la persona transfiera literalmente su mente a un superordenador, un proceso hipotético que podría resultar en la destrucción permanente de la persona original. Sería una forma de suicidio no intencional. Esto es lo que se conoce como el problema de la “continuidad de la conciencia”. Sí, con el tiempo podríamos ser capaces de cortar, copiar y pegar la esencia de nuestra personalidad y nuestros recuerdos en un sustrato digital, pero transferir nuestra conciencia en sí puede ser difícil de justificar. Los neurocientíficos saben que los recuerdos existen en el cerebro como construcciones físicas; hay algo ahí dentro que se puede copiar físicamente. Pero seguimos sin comprender cómo funciona la conciencia: no estamos seguros de cómo surge en el cerebro, por no hablar de cómo podemos transferirla desde un punto A a un punto B. También es muy posible que la conciencia subjetiva no pueda replicarse en el ámbito digital y que sea dependiente de la presencia y la orientación de estructuras físicas específicas. Transferir nuestras mentes requerirá, probablemente, una exploración destructiva y a escala atómica del cerebro. Sería similar a la forma de teletransporte que se hace en Star Trek. De hecho, uno de los secretos mejor guardados de la ciencia ficción es que la persona que está siendo teletransportada en realidad se quita la vida cada vez que lo hace y es sustituido por un clon exacto sin enterarse. Las transferencias de mente podrían ser similares: se destruye el cerebro original y se reemplaza por un ser digital que está convencido de que sigue siendo el original, pero todo es un engaño.

  1. Reaparecerá el autoritarismo

A medida que aumenten las amenazas a la seguridad nacional, y a medida que estas amenazas se expandan en su gravedad, los gobiernos encontrarán necesaria la promulgación de medidas draconianas. Con el tiempo, muchos de los derechos y las libertades civiles que actualmente damos por sentadas, como el derecho de reunión, el derecho a la intimidad (más sobre esto más abajo, es peor de lo que piensas) o el derecho a viajar dentro y fuera de la fronteras de nuestro país de origen, podrían reducirse drásticamente. Al mismo tiempo, una parte de la población se verá seducida por los discursos del miedo y estará dispuesta a elegir un gobierno firme que prometa mano dura contra las amenazas percibidas, incluidos los regímenes abiertamente antidemocráticos. Las amenazas a la seguridad nacional tendrán que ser graves para instigar estos cambios, pero la historia tiene precedentes. A raíz de los ataques del 11 de septiembre y los posteriores envíos de esporas de ántrax, el gobierno de Estados Unidos promulgó la Ley de Seguridad Nacional. Esta legislación fue criticada por ser demasiado severa y reaccionaria, pero es un ejemplo perfecto de lo que sucede cuando una nación se siente amenazada. Ahora imagina lo que pasaría si ocurriera otro evento del tipo 11S, pero con cientos de miles de muertes o, incluso, millones de ellas. Un acto de terrorismo de este tipo podría darse a través de las armas nucleares miniaturizadas o la liberación intencional de armas biológicas. Y el hecho de que los pequeños grupos terroristas e incluso personas individuales tengan el poder de obtener y utilizar estas armas puede hacer que los gobiernos y los ciudadanos estén más dispuestos a aceptar la pérdida de libertades.

  1. La privacidad será cosa del pasado

Nos acercamos rápidamente a la era de la vigilancia omnipresente, un punto en el que prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas serán supervisados. La privacidad como la conocemos dejará de existir, suplantada por los ojos y los oídos del Gran Hermano. Los gobiernos, siempre temerosos de las amenazas internas y externas, se apoyarán cada vez más en tecnologías de vigilancia de bajo coste y alta tecnología. A las empresas, deseosas de realizar un seguimiento de las tendencias y comportamientos de sus usuarios, les resultará imposible resistirse. Los ciudadanos de la sociedad de la vigilancia no tendrán más remedio que aceptar que se grabará hasta el último detalle de sus vidas. Ya en la actualidad las cámaras de vigilancia pueblan nuestro entorno, mientras que los ordenadores, teléfonos inteligentes y tabletas siguen nuestra vida diaria, vigilando nuestros hábitos de compra o el tipo de porno que vemos. En el futuro, las agencias gubernamentales y la policía podrían implementar dispositivos de seguimiento más sofisticados, como los esperados microsensores de polvo inteligente que pueden monitorizar prácticamente cualquier cosa, desde la luz y la temperatura hasta las sustancias químicas y las vibraciones. Estas partículas podrían rociarse por toda la Tierra y funcionar como los ojos y los oídos del planeta. Combinados con los algoritmos de minería de datos de gran alcance, prácticamente todo lo que hagamos será supervisado. Para rendir cuentas podríamos vigilar a los vigilantes, pero ¿lo permitirán?

  1. Los robots descubrirán que somos fáciles de manipular

Mucho antes de que las inteligencias artificiales adquieran conciencia de sí mismas, seres humanos y corporaciones las programarán para que parezca que lo hacen. Llegaremos a pensar que tienen una mente propia, lo que nos hará vulnerables a todo tipo de manipulación y persuasión. Es el futuro previsto por el futurólogo y novelista de ciencia ficción David Brin. Brin se refiere a estas máquinas de mente insidiosa como HIERS, o Human Interaction Empathetic robots.  “La empatía humana es uno de nuestros dones supremos y al mismo tiempo una de nuestras mayores debilidades”, explica Brin a Gizmodo. “A lo largo de un millón de años hemos desarrollado habilidades como la detección de mentiras… [pero] los mentirosos nunca tuvieron el entrenamiento que estos nuevos HIERS tendrán: el aprendizaje a través de la retroalimentación de cientos, luego miles, luego millones de intercambios con humanos en todo el mundo, ajustando sus voces simuladas y sus expresiones faciales y sus expresiones específicas hasta que las únicas personas capaces de resistir sean los sociópatas, que tienen un montón de grietas en su armadura también”. Brin cree que algunos expertos van a ser capaces de distinguir cuándo están siendo manipulados por uno de estos robots, pero “eso importará tanto como lo hace hoy en día, cuando millones de votantes emiten sus voto en base a señales emocionales, desafiando sus propios intereses o a la razón”. Con el tiempo, los robots podrían guiar y proteger a sus compañeros humanos más crédulos, aconsejándoles que “ignoren el ceño fruncido de sentirse culpables, la sonrisa lastimera, la mirada cariñosamente encantadora, la historia triste, el apasionante discurso de ventas y las inevitables quejas de dolor por ser un robot perseguido u oprimido”.

  1. Los efectos del cambio climático van a ser irreversibles

A finales del año pasado, los líderes mundiales forjaron un acuerdo para limitara dos grados Celsius el calentamiento global provocado por el hombre. Es un objetivo loable, pero puede que ya hayamos dejado atrás un punto de inflexión crítico. Sufriremos los efectos del cambio climático durante los próximos cientos o miles de años. A medida que entramos en la Sexta Extinción Masiva del planeta, corremos el riesgo de dañar los ecosistemas fundamentales y disminuir radicalmente la diversidad de la vida en la Tierra. Los modelos climáticos muestran que, aunque dejasen de crecer repentinamente los niveles de dióxido de carbono, el gas de efecto invernadero que hay en la atmósfera de la Tierra seguirá calentando nuestro planeta durante cientos de años. Nuestros océanos liberarán lentamente el CO2 que han estado absorbiendo sin parar y nuestra atmósfera no podrá volver a los niveles preindustriales durante muchos siglos. Como decía una declaración reciente del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático: “Una gran fracción del cambio climático es en gran medida irreversible en escalas de tiempo humanas”.  “El derretimiento de la nieve y el hielo expondrá manchas oscuras en el agua y la tierra que absorberán más radiación del sol, acelerando el calentamiento global y el retroceso de las capas de hielo y los glaciares. Los científicos están de acuerdo en que la capa de hielo de la Antártida occidental ya ha entrado en un declive imparable. Las corrientes que transportan el calor dentro de los océanos se verán afectadas. La acidificación del océano seguirá aumentando, con efectos desconocidos sobre la vida marina. El permafrost en descongelación y el suelo oceánico liberarán metano, un gas de efecto invernadero. Se prevé que las sequías serás las peores en 1.000 años y provocarán cambios en la vegetación, incendios forestales y la liberación de carbono. Especies incapaces de adaptarse rápidamente a los cambios climáticos se extinguirán. Las comunidades costeras quedarán sumergidas, creando una crisis humanitaria”. La geoingeniería nos parecerá el último recurso para la Tierra, pero también tiene sus complicaciones.

  1. La era de los antibióticos llegará a su fin

Un número cada vez mayor de enfermedades se ha vuelto resistente a los antibióticos. Con el tiempo podríamos acabar viviendo en una “era posantibióticos”, un tiempo en el que incluso las infecciones más habituales podrían poner en peligro nuestras vidas. La era de las bacterias resistentes a los antimicrobianos cambiará la medicina tal y como la conocemos. La cirugía de trasplante será difícil, si no imposible. Las operaciones simples, tales como la apendicitis, serán una vez más peligrosas. La neumonía podría tener efectos devastadores en las personas de mayor edad, al igual que muchas otras enfermedades de la vejez, como el cáncer. ¿Qué tan malo puede ser? Un informe reciente del Instituto y Facultad de Actuarios de Gran Bretaña predijo que la nueva era de la resistencia a los antimicrobianos matará a más de 10 millones de personas cada año de aquí a 2050. No es de extrañar que lo llamen “el Apocalipsis antibiótico.” Afortunadamente no nos vamos a quedar sin opciones. Los científicos se encuentran en la búsqueda de compuestos antibacterianos no descubiertos. También están trabajando para desarrollar bacterias que combatan los virus y las vacunas. Si estos métodos fracasasen, podríamos diseñar microorganismos artificiales que encuentren y destruyan las bacterias problemáticas.

  1. Usar a los robots para matar seres humanos va a ser preocupantemente rutinario (y peligroso)

El escenario Terminator hecho realidad. Sistemas de armas totalmente automáticos que de modo desapasionado dan caza y asesinan a los combatientes humanos. Estos sistemas, conocidos como LAWS (Armas Letales Autónomas), ya están en desarrollo y es sólo cuestión de tiempo que sean combinadas con las armas preexistentes, como munición de gran alcance y ojivas nucleares. Se supone que estas armas robóticas reducirán las pérdidas de vidas humanas y humanizarán la guerra, pero los expertos temen que las máquinas de matar futuristas puedan ser propensas a los accidentes e incluso a escapar del control humano. Los LAWS serán imbuidos de mecanismos de seguridad y programación “moral”, pero según explica a Gizmodo Wendell Wallach, del Centro Interdisciplinario de la Universidad de Yale para la Bioética, aun así tendrán errores de software, van a ser difíciles de testear y actuarán de forma impredecible, a veces incluso mostrando un comportamiento inesperado.  “La aceleración de la guerra y la reducción de costes harán que los LAWS resulten esenciales para las naciones avanzadas y atractivos para los agentes no estatales”, dice Wallach. “Aunque países como Estados Unidos prometan que habrá un control humano significativo y fuertes enlaces de comunicación con los LAWS, en realidad están particularmente interesados en los LAWS como armas submarinas, ya que la comunicación con ellas es difícil”. A modo de ejemplo, a Wallach le preocupa que un submarino no tripulado lance por error municiones potentes o incluso una ojiva nuclear. “Podríamos tener una conflagración nuclear antes de que nadie reconozca lo que ha ocurrido”, dice Wallach. “Este es sólo uno de los cientos de escenarios en los que las armas semi-inteligentes plantean riesgos existenciales para la humanidad, mucho antes de que consigamos realizar la famosa superinteligencia. Las consecuencias a largo plazo de no prohibir los LAWS superan por mucho a los beneficios a corto plazo”.

  1. Perderemos todos nuestros satélites

Hoy en día pocas personas son conscientes de los riesgos que supone la pérdida parcial o total de nuestra flota de satélites, una catástrofe que podría ser instigada por un síndrome de Kessler (según lo retratado en la película Gravity), una tormenta solar geomagnética masiva o por medio de una guerra espacial. Sin satélites, nuestra capacidad para comunicarnos disminuiría drásticamente. El sistema GPS se acabaría por completo, junto con los sistemas que dependen de él. La sincronización basada en el espacio se detendría, afectando a casi todo, desde el sector financiero hasta la red eléctrica. Tenemos que tomarnos este riesgo más en serio y actuar en consecuencia. Para empezar, hay que mejorar la robustez y la capacidad de recuperación de nuestra infraestructura; nuestra dependencia de los satélites nos ha puesto en una situación precaria. También tendremos que empezar a apreciar la ecología orbital. A medida que pasa el tiempo, tanto la órbita terrestre baja (LEO) como la órbita geoestacionaria (GEO) están cada vez más llenas de satélites y basura espacial. A menos que empecemos a limpiarlas, correremos el riesgo de perder estas zonas preciosas del espacio durante décadas, si no más.

  1. Nunca contactaremos con los extraterrestres

Damos por sentado que en algún momento, ya sea la próxima semana o durante los próximos milenios, haremos contacto con una inteligencia extraterrestre. El problema es que probablemente nunca va a suceder. Porque no hay nadie ahí fuera transmitiendo señales para que nosotros las interceptemos, y no hay nadie viajando entre las estrellas en busca de nuevos lugares para conquistar. El Gran Silencio no es sólo una observación trivial. Nuestra galaxia es antigua, por lo que ya deberíamos haber hecho contacto con los extraterrestres. Las señales de ET, desde las fugas de ondas de radio hasta los proyectos de ingeniería a megaescala, deberían estar prácticamente en todas partes. Sin embargo, no vemos nada. El hecho de que ningún extraterrestre nos haya saludado todavía podría leerse como una seria advertencia sobre nuestro futuro. Tal vez hay una barrera tecnológica que no puede ser superada, como la superinteligencia artificial o la nanotecnología de armas. O quizá los extraterrestres son seres paranoico y xenófobos que juegan a lo seguro por si los vecinos somos hostiles. O quizá la vida inteligente ha optado por explorar los reinos infinitos del ciberespacio en lugar de un universo frío y muerto. En cualquier caso, pasearnos por las galaxia en naves espaciales no parece ser una opción.

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