Por qué no puedes mentirle a tu mascota
Los humanos somos unos maestros del autoengaño. Si tienes un animal en casa, hacerlo ya no será tan sencillo. ¿Quién no ha esquivado la realidad refugiándose en una mentira deliberada? Esa estrategia, que según los neurólogos está relacionada con una zona del cerebro que busca la supervivencia, la usamos todos para escapar de cosas que no nos gustan: aspectos de la personalidad o del entorno, o situaciones y momentos de la vida desagradables. Pues fingir y ocultar lo que sentimos con fantasías, explicaciones racionales o falsas poses no resulta tan fácil si hay un animal en casa. Y lo dice la ciencia, que encontró que la sensibilidad que tienen las mascotas para identificar el más mínimo cambio en el lenguaje corporal humano hace que el autoengaño se complique. Ellas saben cuándo hay tristeza, depresión, miedo, angustia y, claro, felicidad real. Muchas personas son unos maestros engañando a otros (y a ellos mismos) porque, de acuerdo con la psicología, el ser humano no le presta atención al lenguaje corporal, que abarca nada menos que el ¡60 % de la comunicación humana! Es decir, que nos dejamos enredar con mentiras por no prestar atención a los detalles. Pero engañar a un perro, un gato e incluso a caballos o conejos resulta mucho más complejo. La relación que se desarrolla con las mascotas es tan fuerte, que los etólogos (los que estudian el comportamiento animal) dicen que nos conocen mejor que nosotros mismos. En Japón, un equipo de investigadores realizó experimentos y descubrió que cuando un perro y su dueño se miran, se activa un proceso hormonal similar al que se da entre madre e hijo. El estudio, publicado por la revista Science, demostró cómo se dispara el nivel de oxitocina en el cerebro, la hormona relacionada con el sexo y la conducta materna y paterna, cuando un animal y su amo se miran, o hay caricias o un acercamiento. Una parte de la explicación de por qué no se les puede mentir. El proceso de domesticación de felinos y lobos (los perros descienden de ellos) comenzó probablemente hace más de 32.000 años. Según la historia, los perros ya estaban integrados con los humanos hace 20.000 años. Un vínculo que explica por qué conocen tan bien a los humanos. Con los gatos el asunto fue más demorado, aunque hay reportes del antiguo Egipto que hablan de cómo faraones eran enterrados con sus gatos, compañeros inseparables. Las mascotas pueden adivinar lo que sus amos están sintiendo, según veterinarios, porque la mayoría de mamíferos tienen fuertes instintos paternales y protegen a su entorno. Hay investigaciones que encontraron que los animales tienen las mismas partes del cerebro que nos hacen sentir todas las emociones, motivaciones y otras conductas. Por eso a veces actúan como nosotros, aunque en materia de empatía y solidaridad nos dan lecciones: son incondicionales. Un estudio de la Universidad de Goldsmiths les hizo una serie de pruebas a los animales que habitualmente están en una casa y todos respondieron a los sentimientos reales de sus dueños de alguna manera: moviendo la cola, adoptando una actitud sumisa o recostándose al lado de la persona. Es decir, que cuando su perro o gato busque un contacto físico con usted, es que sabe que algo pasa. Es posible que su mejor amigo entienda cuándo se siente mal o quiera aliviarlo o acompañarlo en eso que incluso usted se niega a aceptar. Pero esto no se limita a su estado de ánimo. La ciencia sigue estudiando los casos de animales que anticipan enfermedades o incluso la muerte de personas. La doctora Alexandra Horowit, experta en conducta animal, le dijo a la revista Nature que todo reside en el funcionamiento de su órgano vomeronasal (un órgano auxiliar del sentido del olfato que tienen algunos vertebrados). A través de él se puede detectar la producción de feromonas y esto podría ayudarles a detectar procesos internos del organismo humano que se producen en la enfermedad o en la agonía. Este es un debate en la comunidad científica, pues otros señalan que va más allá del olfato. Hay muchos reportes de gatos y perros que se acuestan al lado de sus amos, mientras ellos mueren. O incluso se han reportado casos de perros que se inquietan antes de que su dueño sufra un ataque cardíaco o de otro tipo. Expertos en comportamiento animal incluso dicen que hay perros que lamen una parte del cuerpo de su dueño intentando señalar que algo no anda bien. Así que no les mienta, las mascotas saben muy bien lo que hay en su corazón, su mente y hasta en su cuerpo.