Algunas alopecias se presentan en edades tempranas porque se suman factores hormonales (testosterona) y genéticos.

El pelo es un anexo de la piel, así como las uñas. Entre las funciones que cumple está la de regular la temperatura y proteger el cuero cabelludo de las radiaciones ultravioleta. Pero más allá de este servicio, tiene una alta influencia cultural y social en las personas por conceptos como juventud, belleza, fertilidad, fuerza y masculinidad. 
Por eso llama la atención cuando jóvenes comienzan a perder su pelo por causas ajenas a enfermedades, una condición que en términos médicos se denomina alopecia androgenética, explica Juan Raúl Castro, médico dermatólogo de la Universidad Nacional.

“La alopecia androgenética, más que una enfermedad, es una condición genética que tiene un patrón de herencia y se manifiesta de forma temprana. Y hay que ser claros en que sus implicaciones son más estéticas, por lo que en términos de salud no debería requerir un tratamiento”, afirma.
Se considera temprana porque si bien la caída del pelo es un proceso normal a lo largo de la vida, esta se produce a partir de los 20 años y se caracteriza por la pérdida de población capilar en la zona frontal y en la del ‘vertex’, que se llama también la coronilla, agrega el dermatólogo Castro.
“Puede progresar rápidamente, en cuestión de uno o dos años, llevando a perder más del 50 por ciento del pelo en esta zona, o el avance también puede ser lento, a lo largo de las décadas, según las características individuales”, apunta.
Es el caso de Juan Camilo Pérez, un abogado de 42 años que lleva casi dos décadas rapándose la cabeza. “A los 25 empezó todo. Digo que fue una lotería que me gané porque en realidad fue muy fácil de asumir. Desde antes ya me rapaba y hoy es muy cómodo y práctico”, relata. Cuenta que sí le causó extrañeza vivir esta condición porque su papá, su mamá y sus hermanos gozan de abundantes cabelleras, y anota que en su árbol genealógico los calvos eran sus abuelos.

Una herencia

Luis Arturo Gamboa, médico dermatólogo, docente del Hospital Universitario Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta, indica que la androgenética es la más común de las alopecias y que hay otras que se producen por enfermedades sistémicas e inflamatorias. 
En este caso, alopecias como las de Juan Camilo se presentan en edades tempranas porque se suman factores hormonales (testosterona) y genéticos. Y en el campo de la herencia entran los antecedentes no solo de padre y madre, también de abuelos, tíos y en general los parientes más cercanos, según Gamboa.

Señales de alarma

Por esa alta carga hereditaria, la caída del cabello en ciertas personas es casi que inevitable, apunta por su parte Cristina Sanoja, dermatóloga de Kaloni, un centro especializado en cuidado capilar. Pero una intervención a tiempo puede influir positivamente en el proceso y, para eso, da algunas señales de alerta.
En primer lugar, anota que el pelo comienza a sufrir un adelgazamiento y el paciente ve que está perdiendo más de lo habitual. Lo normal, apunta la experta, es que se pierdan hasta 150 cabellos por día, aclarando que se trata de un ciclo continuo y el pelo se renueva de manera constante.
“Sin embargo, si al coger su pelo se desprenden mechones o puñados, se debe prestar atención. Cada uno percibe cuando aumenta esa frecuencia –dice la doctora–, y el termómetro más importante es el mismo paciente”, dice Sanoja.
También hay personas que pueden presentar descamación en el cuero cabelludo, picor y molestias. El impacto, valga decir, varía de hombres a mujeres.

La alopecia androgenética, más que una enfermedad, es una condición genética que tiene un patrón de herencia y se manifiesta de forma temprana

Cómo se combate

El primer paso es acudir a un experto. La alopecia es una condición médica que, como cualquier otra, necesita un diagnóstico profesional, coinciden los expertos aquí consultados. A partir de ahí, se podrá identificar cuál es el mejor procedimiento.
Si se encuentra en grado uno, y dependiendo de la causa, se pueden utilizar complementos con aminoácidos y vitaminas para mejorar la cantidad de sangre que llega al folículo. Entre el grado dos al cinco está contemplado el injerto, una alternativa para restaurar el cabello que ya se perdió y evitar que se siga cayendo. Este método tiene una efectividad del 98 por ciento, dicen los expertos.
En este, el pelo, acompañado de su folículo, se extrae de la zona donante del mismo paciente (occipital y lateral) y se traslada a la zona de interés. El tratamiento dura de 6 a 8 horas, con anestesia local, y a los 10 meses obtendrá los resultados. También se puede recurrir a medicamentos para estimular el folículo; a terapia de luz led, que beneficia la irrigación y la nutrición folicular, o a la estimulación hormonal.
En cualquier caso, fíjese que todo producto que le ofrezcan para evitar la caída o recuperar el pelo perdido sea formulado por un médico y tenga un registro sanitario y evidencia científica que lo respalde. No crea en remedios caseros.

¿Las mujeres pueden sufrirla?

La creencia es que la calvicie en hombres es normal, es por ello que en la mayoría de pacientes masculinos el tema no genera mayor preocupación. Pero en las mujeres, el impacto psicológico suele ser más fuerte, tanto que puede causar depresión.
Según el Centro Dermatológico Federico Lleras Acosta, el patrón femenino de pérdida de cabello comienza en el área superior y anterior del cuero cabelludo y se disemina a las áreas aledañas. En ellas es rara la pérdida total de cabello, por lo que solo llegan a padecer calvicie parcial en la coronilla. El tratamiento va por la misma vía que en los hombres.
Los estudios dicen que entre el 40 y 50 por ciento de los hombres pierden pelo o lo perderán en algún momento. En cuanto a las mujeres, la cifra es cercana al 12 por ciento.

 

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