Apagón en Venezuela: temor por la vida, el trabajo y la comida

23 de los 24 estados llevan más de 17 horas sin servicio. Empeora la situación de los hospitales.Se cuentan las horas de lo que se califica como el apagón más extendido y largo de la reciente historia venezolana, que tiene años ya de entrenamiento viviendo con servicios básicos intermitentes. Todo esto, a tan solo un día de la jornada de protestas que convocó el presidente encargado del país, Juan Guaidó, para este sábado. 

A una noche larga de cientos de personas caminando de vuelta a sus casas, de calles caotizadas primero y desiertas después, le siguió la angustia de quienes tienen seres queridos en situación de vulnerabilidad en hospitales y centros de atención.
No es un temor infundado. Desde noviembre de 2018 hasta febrero de este año la organización Médicos por la Salud contabilizó 79 víctimas mortales en hospitales asociadas con fallas en el servicio eléctrico.

Unidades de cuidados intensivos que quedan sin luz, quirófanos sin electricidad en plena operación, bombas de oxígeno que se apagan, unidades de diálisis que no pueden funcionar.
En 2013 hubo una falla que afectó a Caracas y 17 estados, de los 23 del país, que duró seis horas y en 2018 se registró otro en ocho estados por unas 10 horas, según declaraciones oficiales de ese entonces.

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También el temor por el estado de familiares a quienes, poco a poco, se le fue agotando la batería del celular. En un país como Venezuela -marcado además por una tremenda inseguridad ciudadana- todos dependemos de un mensaje de texto o de WhatsApp para poder dormir en paz.

Las operadoras de telefonía celular como Movistar y Digitel han funcionado mejor de lo que muchos esperaban en una emergencia tan prolongada, aunque de forma intermitente y con el internet al mínimo.

 

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La madrugada de este viernes en Caracas fue como la de un domingo. Comercios cerrados, ni un alma en la calle al rayar el alba, hasta ahora la única luz que toca la ciudad. En centros de salud como el hospital de niños J.M. de los Ríos esta mañana todavía se intentaba hacer funcionar una planta eléctrica que no funcionó en toda la noche.
Con el paso de las horas, entre 8 y 9 de la mañana, más gente ha salido a caminar, más para pasear el fastidio y la indignación que para retomar una cotidianidad que prácticamente no existe.
Para quienes certeza de la buena salud de su familia comienza otra preocupación, la de perder los alimentos -sobre todo carne, pollo, leche y embutidos- que tienen en las neveras, apagadas desde hace horas.

 

Información y privacidad de Twitter AdsEl régimen de Nicolás Maduro suspendió las clases en escuelas y liceos tras haber denunciado una «guerra eléctrica imperial» en la que las instalaciones de la principal hidroeléctrica del país, la represa de Guri, habría sufrido «un sabotaje».

El presidente Maduro «ha suspendido las clases y jornadas laborales el día de hoy, en aras de facilitar los trabajos y esfuerzos para la recuperación del servicio eléctrico en el país, víctima de la guerra eléctrica imperial!», escribió la vicepresidenta Delcy Rodríguez en su cuenta de Twitter.

«Vamos a derrotar también este sabotaje eléctrico, vamos a recuperar este importante servicio para la población», agregó la funcionaria poco después en declaraciones a la televisión estatal. «Muy pronto vamos a tener más información», dijo.

El mensaje de Maduro es «unión, unión y más unión entre todos los venezolanos y venezolanas para derrotar el golpismo y para derrotar el sabotaje eléctrico», agregó.

No es la primera vez que da esta explicación y todo el mundo se pregunta cómo se puede sabotear las instalaciones de las centrales eléctricas del país, custodiadas hace años por la Fuerza Armada venezolana. Ya nadie se pregunta por el «paro escalonado» propuesto por Juan Guaidó, sino que se ironiza tristemente en la calle: «la dictadura se le adelantó y paró todo».

«Es fuerte el problema, no es cualquier apagón», dijo Luis Martínez, un obrero de 53 años, que iba a pie a su trabajo en el este de Caracas ante la falta de servicio de transporte subterráneo. Muchos como él caminaban por las calles de la capital temprano en la mañana, otros tomaban los pocos autobuses que estaban circulando, en una señal de que pocos se enteraron de que la jornada laboral se había suspendido al no poder ver la televisión o escuchar las noticias.
En Valencia, ciudad industrial a 150 kilómetros al suroeste de Caracas, Gladys Velásquez de 77 años, dijo que debió subir este jueves ocho pisos hasta llegar a su departamento donde encontró la nevera descongelada y los pocos alimentos con que contaba en riesgo de descomponerse.
«Hay que solucionar esto pronto (…) no sabemos todavía» las causas del apagón. «Falta de mantenimiento que eso es lo que normalmente dicen porque nosotros, la oposición, no van a estar saboteando, eso es falta de mantenimiento», aseguró.

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