Cómo, por qué y para qué Putin interfirió en las elecciones
La versión pública del documento del FBI, la CIA y la NSA asegura que el presidente ruso tenía «rencor» personal contra Clinton y prefiere a empresarios con los que pueda hacer negocios. La campaña exitosa de Rusia para interferir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos es un caso único en la historia y que va mucho más allá del hackeo del email del comité nacional demócrata y del jefe de la campaña de Hillary Clinton. El informe de las agencias de inteligencia publicado este viernes dice explícitamente que Vladimir Putin ordenó personalmente la operación contra la democracia de Estados Unidos con tácticas que su gobierno ya había utilizado en Ucrania y que ahora intenta emplear «en otros países aliados». Este año hay elecciones en Francia y Alemania. El documento es una versión reducida del que ha recibido el presidente Barack Obama y del que han visto las personas autorizadas por él para proteger a las fuentes y otra información clasificada. “Aunque las conclusiones del informe está todas reflejadas en el análisis desclasificado, el informe desclasificado no incluye y no puede incluir toda la información que lo sustenta, incluyendo inteligencia específica, fuentes y métodos”, dice el texto. Aunque faltan detalles de la actividad de Rusia en la campaña electoral de Estados Unidos, hay información nueva y afirmaciones contundentes.
¿Quién fue?
El informe elaborado por la CIA, el FBI y la NSA dice que “Putin ordenó influir en la campaña presidencial de Estados Unidos de 2016”. Nunca un documento de inteligencia público había apuntado de esta manera al presidente de un país extranjero en relación a las elecciones estadounidenses.
¿Para qué?
Las agencias de inteligencia concluyen que Rusia actuó con un objetivo esencial más allá de los candidatos de este año: “el deseo de dinamitar el orden de la democracia liberal liderado por Estados Unidos”. Es un objetivo que no es nuevo y en el que Putin, ex agente del KGB que sigue soñando con recuperar la autocracia soviética, se ha centrado desde que llegó al poder. Las elecciones de 2016 tenían como protagonistas a dos políticos que interesaban especialmente al Kremlin más allá de atacar “la confianza pública en el proceso democrático de Estados Unidos”: el Gobierno ruso quería “denigrar a la secretaria Clinton y dañar sus posibilidades de ser elegida y su potencial presidencia”. “Además nuestro análisis es que Putin y el Gobierno ruso desarrolló una clara preferencia por el presidente-electo Trump”, escriben los espías. Las agencias de inteligencia tienen claro que Putin centró su campaña en atacar a Clinton, pero sobre la simpatía de Putin hacia Trump no todos los espías están tan seguros. “Nuestro análisis dice que Putin y el Gobierno ruso aspiraba a ayudar a las posibilidades de elección del presidente electo Trump cuando fuera posible desacreditando a la secretaria Clinton y comparándola en público con él de manera desfavorable”. El informe añade que la CIA y el FBI tienen “un nivel alto de confianza” en el juicio concreto sobre el intento de beneficiar expresamente a Trump y que la NSA tiene un nivel confianza “moderado” en este análisis. “Alto” es el máximo de las agencias en sus análisis y significa que el juicio se basa “en información de alta calidad con múltiples fuentes”; “moderado” significa que la información está “bien fundada en fuentes creíbles” y es “plausible” pero no está “suficientemente corroborada” como para pasar al nivel superior.
¿Por qué?
El objetivo general de minar la democracia liberal está claro, pero las agencias de inteligencia creen que en este caso había un factor de animadversión personal contra Hillary Clinton y que Putin identifica a Estados Unidos como causa con algunos de sus males de los últimos años, en algunos casos de manera arbitraria, como la publicación de los «papeles de Panamá». En marzo de 2009, poco después de llegar al cargo como secretaria de Estado, Hillary Clinton se reunió en Ginebra con su homólogo ruso, Sergei Lavrov, e incluso hizo la broma de regarle un botón rojo de “reinicio” de las relaciones. El botón llevaba escrito “ reset” y la palabra que los estadounidenses creían equivalente en ruso, “ perugruzka”. Pero Lavrov corrigió a Clinton y le dijo que en realidad esa palabra significaba “sobrecargado”. El equipo de Clinton cambió la palabra y Lavrov aseguró que tendría el botón encima de su mesa. Pero la crisis en Siria o la anexión de Crimea pronto acabaron con las buenas intenciones de aquellos primeros tiempos y tanto la Unión Europea como Estados Unidos acabaron imponiendo sanciones contra diplomáticos, funcionarios, empresarios e instituciones de Rusia. La relación con Clinton se deterioró y Putin la acusó de haber fomentado protestas contra él en 2011 tras las elecciones parlamentarias con fuertes sospechas de fraude. Putin lo hizo en público después de que Clinton asegurara que las democracias occidentales estaban unidas en defender los derechos humanos y expresar su preocupación por el fraude electoral. Clinton dijo en una reunión en Bruselas: “Apoyamos los derechos y las aspiraciones de los rusos para poder progresar y conseguir un futuro mejor”. Putin dijo entonces que los líderes de la oposición “escucharon la señal y con el apoyo del Departamento de Estado empezaron un trabajo activo” para convocar manifestaciones contra él. El informe dice que Putin tiene un “rencor” personal contra Clinton por comentarios que considera “despreciativos” sobre él. Cuando era candidata a las primarias demócratas, a Clinton le preguntaron por el comentario de George W. Bush de que había mirado a los ojos de Putin y había visto su “alma”. Clinton dijo entonces: “Era un agente del KGB. Por definición no tiene alma”. Puede que fuera una broma, pero la frase sería un buen pronóstico de la relación en los años siguientes. Clinton acabó comparando a Putin con Hitler por la invasión de Crimea. Aunque Clinton tuvo una buena relación con Lavrov, ella y Putin se enfrentaron incluso en público. La secretaria de Estado tuvo que defender en más de una ocasión a su embajador, sujeto al acoso continuo del Kremlin. Algunos agentes gubernamentales se sorprendían de cómo Clinton se atrevía a enfrentarse a Putin y la llamaban “una dama con pelotas”.
¿Por qué Trump?
Trump ha expresado desde hace años su simpatía hacia el régimen ruso y ha alabado públicamente a Putin. Según el informe, una victoria de Trump sería para Putin una victoria de los movimientos populistas globales que defiende y cree que benefician a sus intereses. Para él, ningún candidato republicano en las primarias representaba mejor esa visión (de hecho, había varios aspirantes muy críticos con Rusia como los senadores Marco Rubio o Lindsey Graham). El informe también da otra posible explicación de la preferencia hacia Trump: la experiencia pasada de Rusia con políticos que utilizaban el cargo también para el beneficio de sus negocios. “Putin ha tenido muchas experiencias positivas trabajando con líderes políticos occidentales cuyos intereses empresariales les hacían estar más dispuestos a tratar con Rusia, como el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi o el ex canciller alemán Gerhard Schroeder”. Trump es un empresario que sigue hablando con políticos de sus hoteles en todo el mundo, pero Rusia nunca ha sido su prioridad. En cualquier caso, se sabe poco de su relación con Rusia. Su hijo aseguró en 2008 que hay muchos inversores rusos en sus empresas y Trump llevó Miss Universo a Moscú en 2013, pero Trump asegura que no tiene negocios allí. Como se ha negado a publicar sus cuentas, es difícil comprobar hasta dónde llegan sus intereses.
¿Qué hicieron los rusos exactamente?
Aquí hay que recordar que el informe público deja muchos detalles fuera para proteger a las fuentes locales, la identidad de los espías o sus métodos. Pero básicamente explica tres formas con las que los rusos interfieron en las elecciones: el hackeo de los emails del partido nacional demócrata y de John Podesta y su difusión a través de Wikileaks; la campaña de webs, bots y usuarios pagados en redes para la publicación de noticias inventadas y el acceso a las bases de datos de las comisiones electorales de varios estados (aunque se desconoce el objetivo exacto de este último punto).
¿Cómo fue el ‘hackeo’?
Los espías rusos se infiltraron en las redes del comité nacional demócrata en julio de 2015 y mantuvieron el acceso “por lo menos hasta junio de 2016”, unas semanas antes de la convención demócrata que proclamó a Clinton candidata. El informe asegura que también recogieron información del servidor del comité nacional republicano pero no la publicaron.
¿Qué canales utilizaron para la propaganda?
Básicamente RT, el medio oficialista ruso que tiene versiones en varios idiomas, incluido el español, la agencia rusa de noticias y una red de “trolls gubernamentales” en redes. En algunos casos se trataba de cuentas automáticas, en otros de usuarios pagados o de webs de la órbita de Putin. El objetivo esencial era difundir información contra Clinton, a menudo completamente inventada y dirigida a páginas de Facebook populares en Estados Unidos.
¿Interfieron los rusos en el recuento?
Según el informe, no. Los hackers rusos se infiltraron en “múltiples” comisiones electorales locales y estatales y al menos desde 2014 investigaron el sistema electoral y las máquinas que utilizan los estadounidenses para contar votos, pero no hay evidencias de que alteraran los equipos o las listas ni que hicieran nada específico con la información que recabaron. El informe público no menciona lugares concretos, pero el FBI denunció en agosto ciberataques en las comisiones electorales de Illinois y Arizona y advirtió sobre posibles intrusiones en todo el país. Illinois es un estado que vota tradicionalmente demócrata y no estaba en disputa. Arizona, habitualmente republicano, sí era uno de los estados competitivos en los que al final ganó Trump. Pero en ambos casos los rusos podrían estar haciendo labores de recogida de información similar a la que llevan haciendo desde el final de la Guerra Fría.
¿Es habitual?
Sí. El régimen ruso, debilitado económica y militarmente, centra sus recursos en esfuerzos de propaganda en países clave. “El liderazgo ruso invierte recursos significativos en propaganda extranjera y doméstica y tiene como prioridad transmitir su visión como una narrativa coherente que lo refuerce respecto a sus deseos y líneas rojas sea sobre Ucrania, Siria o sus relaciones con Estados Unidos”, dice el informe. La novedad es que no hay rastro de que los rusos fueran tan agresivos y ofensivos en una campaña de Estados Unidos ni siquiera en la Guerra Fría. El informe cita como un ejemplo un activista demócrata que fue reclutado por el KGB en los años 70 para conseguir información sobre los planes de Jimmy Carter en política exterior. Pero incluso entonces el objetivo principal era anticiparse a los movimientos de Estados Unidos, no influir en el resultado de las elecciones.
¿Y ahora qué?
Senadores como John McCain y Lindsey Graham quieren una comisión de investigación para saber más de las actividades de los espías rusos en los últimos dos años y para encontrar fórmulas que permitan prevenir ataques futuros, que el informe ya anticipa ocurrirán. El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, ya ha dicho que no quiere una comisión de investigación específica y trasversal y que la indagación se puede hacer sin tanta fanfarria dentro del comité de inteligencia del Senado. En cualquier caso, las consecuencias de esa investigación ya dependerán del nuevo presidente. El presidente Obama ha aprobado nuevas sanciones contra Rusia, pero las represalias futuras sólo se podrían aprobar con el consentimiento de Trump. El presidente electo sigue negando las conclusiones del informe de sus agencias de inteligencia.