Cómo puede afectar a Trump el allanamiento de la oficina de su abogado personal

El presidente ha reaccionado con una virulencia nunca antes vista tras la acción de fiscales de Nueva York para obtener documentos de Michael Cohen, quien es su abogado desde 2006. Cohen no está siendo investigado por el ‘Rusiagate’ pero si por el pago que hizo a la actriz porno Stormy Daniels.

En pocos minutos el presidente resumió su opinión sobre la “cacería de brujas” que considera que es la investigación que encabeza el fiscal especial Robert Mueller y su equipo “el más parcializado de la historia”; la “equivocación” de su fiscal general Jefff Sesions al recusarse, sin avisarle, de las pesquisas, y el que el Departamento de Justicia no esté indagando sobre las “cosas horribles” que dice que hizo Clinton.

Fue una reacción desproporcionada, indebida y nunca vista de parte de un presidente al hablar del trabajo del sistema de justicia, cuya tradicional independencia parece molestar a Trump, a juzgar por estas y otras declaraciones que ha hecho en el pasado sobre Sessions, Mueller, el FBI y otros involucrados en la investigación especial.

 

Pero la virulencia de la reacción parece indicar que a Trump le preocupa que las pesquisas de la fiscalía especial sigan avanzando, cuando sus abogados le habían dicho al principio de su presidencia que sería una cuestión de pocos meses.

Es imposible saber si Trump teme que a través de Cohen se descubran cosas, no necesariamente relacionadas con el ‘Rusiagate’, sino sobre negocios de sus empresas en los que pueden haber estado involucrados financistas extranjeros y que por tanto sean de interés para los investigadores federales.

El hecho es que el presidente está ofendido porque Mueller tenga en la mira a su amigo y cercano asesor legal, un hombre tan leal que reconoció haberle pagado supuestamente de su propio bolsillo 130,000 dólares a una actriz porno para que no revelara su relación con el candidato republicano pocas semanas antes de las elecciones de noviembre de 2016.

Al día siguiente del operativo en las oficinas y el hotel de Cohen, el presidente envió un curioso mensaje en su cuenta Twitter diciendo que “El privilegio abogado-cliente está muerto”, en aparente referencia a las comunicaciones protegidas por ley que gozan los abogados con sus representados.

Imposible saber a qué se refiere exactamente el presidente, aunque se sabe que ese privilegio desaparece cuando existe indicios de algún crimen en el que una de las partes esté involucrada con el conocimiento (no necesariamente la participación) de la otra.

La medida contra Cohen, no se trata de una acción directa por la fiscalía especial sino de un caso “referido” por Mueller a la fiscalía de Nueva York por supuesto fraude bancario y posible violación de leyes de finanzas de campaña electoral, de acuerdo con la información que suministra The New York Times.

Los procedimientos legales establecen que equipos de especialistas analicen los documentos sacados de las oficinas de Cohen y determinen cuáles están protegidos por el privilegio profesional y cuáles no. Solo estos últimos serán entregados a los investigadores, salvo aquellos en los que pueda haber pruebas de actividades ilegales.

Además, en el caso que ha terminado envolviendo al abogado del magnate, el del pago a la actriz porno Stormy Daniels para que no hablara de la relación que mantuvo con Trump en 2006, el abogado a dicho que su cliente no sabía nada del tema, por lo que se entiende que no puede invocarse privilegio profesional por una conversación que no se tuvo.

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Cohen trabaja con Trump desde 2006 y fue uno de los primeros promotores de la idea de que el empresario inmobiliario se lanzara a la presidencia. El abogado se precia de ser su “arregla-cosas” (de allí su participación en el pago a Daniels) y en esa misión ha hecho gala de una agresividad que parece ser distintiva de la cultura corporativa de la Organización Trump.

 

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