Confirmación del candidato Gorsush tambalea el congreso

En qué consiste y qué peligros implica para el balance de las fuerzas parlamentarias esta estrategia que el presidente quiere que se use para llenar la vacante en la Corte Suprema, si los demócratas tratan de bloquear a su candidato. Trump sugiere que los republicanos usen la ‘opción nuclear’ para confirmar a Gorsuch  En la batalla que viene tras la nominación de Neil Gorsush como magistrado de la Corte Suprema de Justicia es posible que termine usándose una verdadera bomba nuclear. Al menos es lo que pide el presidente Donald Trump temeroso de que los demócratas podrían complicar la llegada de su candidato al Supremo “Si terminamos en un bloqueo, yo diría si tú puedes Mitch (McConnell) usa la opción nuclear”, dijo Trump este miércoles en la Casa Blanca, haciendo referencia a una posible postergación indefinida de la votación para considerar la nominación de Gorsuch. En condiciones normales, Gorsuch necesita 51 votos para ser ratificado. Si tomamos en cuenta que los republicanos tienen 52 escaños, no habría problema. Pero los demócratas amenazan con apelar al filibuster, una maniobra parlamentaria que permite postergar indefinidamente una votación en el pleno, para impedir que Trump pueda tener tan fácilmente a su nominado. Mediante el filibuster un senador de la minoría puede ejercer indefinidamente su derecho de palabra durante los debates y al negarse a ceder el turno a algún otro colega bloquea la discusión y pospone cualquier votación por tiempo indefinido. Para cortar el filibuster hace falta que 60 senadores voten por el cloture o votación de cierre que precede a la votación. Y en ese caso, los republicanos necesitarían a 8 demócratas. Según los últimos conteos, estaría haciendo falta un senador demócrata para lograr el cierre.

Surge la ‘opción nuclear’

Los republicanos pueden usar su mayoría simple para cambiar las reglas de funcionamiento de la cámara alta y eliminar completamente la ‘opción nuclear’ a la hora de considerar la nominación de magistrados al Supremo. Se le llama ‘nuclear’ porque implica alterar el modo de funcionamiento de un cuerpo que se enorgullece de sus tradiciones, algunas de las cuales suman siglos, y porque afecta uno de los procesos de confirmación más delicados de cuantos considera el parlamento: la ratificación de los puestos vitalicios de los jueces de la Corte Suprema de Justicia. Si los republicanos aprietan el botón, se hará prácticamente imposible para la minoría bloquear un candidato al Supremo, incluso si el propuesto fuera considerado un radical activista político, algo que hasta ahora los presidentes no hacen precisamente porque el filibuster fuerza a que haya negociación entre los partidos que garantice jueces aceptables para conservadores y liberales. Todo tiene que ver con Merrick Garland, el juez que propuso Barack Obama para cubrir la vacante dejada con la muerte de Antonin Scalia y al que nunca le dieron oportunidad de presentarse en el Senador porque los republicanos consideraron que un presidente en su último año no tenía derecho a hacer ese nombramiento (aunque la ley no diga nada al respecto).

Poder contra poder

Pese al temor que genera la posibilidad entre muchos demócratas e institucionalistas -y el escándalo que produce en otros escuchar a un jefe del Ejecutivo dándole instrucciones al Legislativo en un país que defiende tan celosamente la independencia de poderes- no será la primera vez que esa bomba estalle. Paradójicamente, fueron los demócratas quienes hicieron uso de ella cuando eran mayoría en el Senado. En 2013, el entonces líder de la mayoría demócrata, el recién retirado senador Harry Reid, frustrado con el bloqueo que los republicanos hacían a los nominados para ocupar escaños en cortes federales y algunos cargos de la administración pública, lanzó la ‘opción nuclear’. Reid justificó la medida argumentando un nivel de “obstrucción sin precedentes, increíble”. En ese momento, McConnel, a la cabeza de la minoría republicana, aseguró que “le digo a mis amigos al otro lado del espectro, lo van a lamentar. Y lo pueden lamentar más temprano de lo que piensan”. Hoy, el heredero de Reid, el senador Charles Schumer reconoce que «lo lamenta», aunque su voto haya contribuido al cambio de reglas en aquel momento. Ahora las cartas han cambiado y son los demócratas quienes ven cómo pende sobre ellos un arma parlamentaria que, si bien facilitará la aprobación de nombramientos, polarizará más aun el clima político y las posibilidades de negociación entre gobierno y oposición que garantizan la salud de toda democracia.

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