En un clima hostil, los hispanos se preguntan si sigue siendo seguro hablar español en EEUU
Después de que varios latinos hayan sufrido incidentes racistas motivados por hablar español en público, algunos hispanos se debaten entre el temor a utilizar su idioma materno en público y la reivindicación de la lengua como un elemento esencial de su identidad. Hace casi un año, el 20 de mayo de 2017, Héctor Torres estaba haciendo tiempo en el aeropuerto de Reno, Nevada, cuando decidió llamar a su madre. Mientras charlaba con ella en español, un hombre se le aproximó y lo agredió verbalmente:
«Aprende a hablar jodido inglés, vivimos en Estados Unidos», le gritó repetidamente en un incidente de unos 15 minutos de duración. También lo llamó ‘spic’, término peyorativo para referirse a los hispanos. Torres dice que trató de mantener la calma: grabó el incidente con su celular y lo publicó en sus redes sociales, donde se viralizó rápidamente. En cuestión de horas, su historia estaba en los medios nacionales, incluido Univision Noticias. “Fue una experiencia triste”, dice a Univision Noticias Torres un mes después del episodio. “Y me pone tan triste porque yo sé que eso pasa mucho, yo lo sé: veo a la gente escondiéndose, hablando bien bajito y con miedo”. Es completamente legal hablar español (o cualquier otro idioma) en público en los Estados Unidos. En el país se hablan más de 350 idiomas y viven más de 40 millones de hispanohablantes, cifra que supera ya la de España y Colombia y que está solo por debajo de México. Pero en los últimos meses, más de una decena de hispanos nos han contando experiencias similares a la de Torres a través del formulario de ‘El reporte del odio’, un proyecto que trata de documentar los crímenes e incidentes de odio en Estados Unidos. Desde un veterano de guerra hispano que hoy conduce un camión y que fue insultado por hablar por la radio en español hasta una profesora que charlaba por teléfono con su madre y fue agredida verbalmente: todos aseguran haber sufrido ataques verbales por usar su idioma en espacios públicos: Hace ocho meses, Patricia Cabrera, una inmigrante mexicana de 42 años que trabaja como costurera en Eureka, California, estaba haciendo la compra en un supermercado local y hablando con sus hijos cuando un señor se volteó y les dijo molesto: «Están en América y aquí en América se habla en inglés, no el español». Algo parecido le sucedió a Angelina Cid, también costurera y de origen guetemalteco de 55 años. Llevó a su gato enfermo a una clínica veterinaria de El Bronx, en Nueva York y, cuando no supo comunicarse con el trabajador que la atendió, este reaccionó de forma agresiva. «Yo sentí que me insultó, pero no sé qué me dijo grosero, porque yo no hablo bien inglés», dice. Angelina llamó a su hija Glenda para que la ayudara y esta contactó por teléfono para aclarar qué le había sucedido a su madre. Pero no encontró una disculpa por parte del empleado: «Me dijo un montón de barbaridades racistas», dice Glenda. A estos testimonios recibidos por la redacción se suman también episodios ‘virales’ como el que sufrió Torres en Reno. En Kentucky, dos hispanas fueron agredidas verbalmente por una mujer en la cola de un mall. “Habla inglés, porque estás en América”, les dijo. Otras veces, simplemente, las víctimas no supieron comunicarse en inglés de forma eficaz. En Tampa, un cajero de un 7-Eleven de Tampa gritó y pidió los papeles a un joven cubano por no pedir sus cigarrillos en inglés. Todos los episodios de agresiones parecen tener algo en común: esa frase o una variación: “This is America, speak in English” (esto es América, habla inglés), palabras que los atacantes dirigen a las víctimas asumiendo que está mal hablar otro idioma en territorio estadounidense. El propio Donald Trump empleó una consigna similar durante la campaña presidencial para criticar a Jeb Bush por hablar en «mexicano» cuando dijo: «debería dar el ejemplo de hablar inglés mientras esté en Estados Unidos». Pero ni el «mexicano» es un idioma ni el inglés es la lengua oficial de Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos de algunos legisladores republicanos para establecerla como tal.
El español, un desencadenante sensorial
El español puede ser, efectivamente, una señal que llame la atención y que ayude a los agresores a identificar a los hispanos, según Brian Levin, director del Centro para el estudio del odio y del extremismo de la Universidad Estatal de California. Levin lo llama un «desencadenante sensorial» de incidentes racistas. «Nos estamos convirtiendo en un país más diverso. ¿Y cuáles son las tres cosas que simbolizan eso? El color de la piel, la religión y el lenguaje», dice Levin. «Estos son símbolos tangibles contra los que los fanáticos se enfrentarán». Ryan Lenz, investigador senior del proyecto de inteligencia de Southern Poverty Law Center (SPLC), una organización que monitorea los incidentes y grupos de odio en Estados Unidos, señala que el rechazo al español ha estado tradicionalmente imbricado de forma íntima con los grupos de odio antiinmigrante. «El español excita al extremismo, que es un movimiento con raíces en los valores de Europa occidental, con lo cual, el lenguaje debería ser el inglés». Los ataques contra quienes hablan idiomas distintos al inglés no son nuevos ni pueden atribuirse únicamente a la retórica antiinmigrante de Donald Trump. Tanto Thomas Jefferson como Benjamin Franklin temieron ya en el siglo XIX que la práctica de hablar su idioma de los inmigrantes alemanes pudiera comprometer la identidad anglosajona de Estados Unidos. Y existe una larga tradición de ataques del tipo ‘Habla inglés o vete de este país’ contra los hispanos: desde el legislador texano que en 2011 calificó de «insultante» el testimonio en español de un inmigrante latino en la Cámara estatal hasta el famoso cartel de «Esto es América, pide en inglés» que hasta 2016 presidió el popular local de cheesesteak de Joey Vento en Filadelfia. Uno de los buques insignia de esta mentalidad es la organización ProEnglish, fundada por el padre del movimiento antiinmigrante, un oftalmólogo retirado de Michigan llamado John Tanton con un largo historial de ideas racistas. Tanton fundó ProEnglish en 1994 después de que verse obligado a renunciar del liderazgo de su organización precursora, U.S. English, cuando el periódico The Arizona Republic filtró unos memorandos elaborados por él en los que hacía comentarios racistas y mostraba su preocupación por la tasa de fertilidad y el crecimiento de los latinos en Estados Unidos. También se hizo público que otra de las organizaciones fundadas por Tanton, la Federación para la Reforma de Inmigración Americana (FAIR, por sus siglas en inglés), había recibido fondos de Pioneer Funds, un grupo con origen proeugenesia. Como su predecesora, el principal objetivo de ProEnglish es impulsar leyes y políticas públicas que reconozcan el inglés como el idioma oficial de Estados Unidos, tanto a nivel local como nacional. La organización ha respaldado al Congresista Republicano de Iowa Steve King, que durante los últimos diez años ha patrocinado (sin éxito) la propuesta de ley HR 997 para establecer el inglés como el idioma oficial de los Estados Unidos.
Algunos estados cuentan con leyes que dotan de carácter oficial al inglés. Sin embargo, los grados de aplicación varían mucho: desde un simple reconocimiento (en Illinois, por ejemplo) hasta reglamentos que exigen que las comunicaciones gubernamentales sean en inglés (Tennessee). ProEnglish defiende que solo mediante el conocimiento de este idioma los inmigrantes pueden emprender su proceso de asimilación en Estados Unidos y cobrar mejores sueldos, por ejemplo. También se opone a la educación bilingüe y a las papeletas electorales escritas en varios idiomas. Sin embargo, para SPLC, que califica a ProEnglish de grupo antiinmigrante, las raíces «racistas» de la organización delatan sus intenciones. El grupo está emparentado con otros fundados por Tanton, como FAIR y NumbersUSA, que señalan entre sus objetivos «reducir el nivel de inmigración», y con el think tank Centro de Estudios de Inmigración (CIS), cuyos estudios citan a menudo detractores de la reforma migratoria. Ahora las ideas contrarias al español han encontrado un nuevo aliado en la Casa Blanca: Mike Pence. Como congresista, el vicepresidente Mike Pence apoyó en cinco ocasiones la HR 997. Cuando todavía se encontraba en campaña se reunió con el presidente de ProEnglish y prometió que si era elegido seguiría abogando por la prevalencia del inglés en Estados Unidos. «Cuando mis antepasados vinieron aquí ya hablaban inglés. Hablar inglés es la clave para la asimilación y el logro del sueño americano», dijo, haciéndose eco de las tesis de ProEnglish.