Envíos de hasta $5 millones en efectivo: el compadre colombiano de ‘El Chapo’ detalla su lucrativa sociedad criminal

Germán Rosero, alias ‘Barbas’, actuó como enlace entre el cartel colombiano del Norte del Valle y el cartel de Sinaloa en la década pasada. Este detalló en la corte desde su relación criminal con Joaquín Guzmán enviando varias toneladas de cocaína a México, hasta el día en que ‘El Chapo’ le pidió ser padrino de uno de sus hijos. Uno de los narcotraficantes colombianos más cercanos a Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán y quien es de hecho el padrino de uno de sus hijos, ofreció detalles de las millonarias transacciones de droga que realizó el capo sinaloense, las reuniones que sostuvo con este en las montañas y el método que usaba para pagarle a tiempo a sus socios sudamericanos.

Germán Rosero, alias ‘Barbas’, testificó en el día 12 del juicio contra Guzmán en una corte de Brooklyn. Se trata del cuarto cooperante clave de la fiscalía federal, quien ha vuelto a confirmar que ‘El Chapo’ lideró el cartel de Sinaloa, actualmente el principal proveedor de drogas ilícitas en Estados Unidos. Rosero, quien era el enlace del cartel colombiano del Norte del Valle y la organización de Guzmán, contó que conoció al capo mexicano en febrero de 2002 en una “casa de campo en las afueras de Culiacán”, el bastión del cartel de Sinaloa. ‘El Chapo’ lo esperó entonces vistiendo una gorra negra y rodeado de guardaespaldas que portaban rifles AK-47. El motivo de aquel encuentro era discutir un envío de dos toneladas de cocaína de Colombia a México. Lo había mandado su jefe, Juan Carlos Ramírez Abadía, alias ‘Chupeta’, quien le precedió en la lista de testigos en este juicio. Ya que esa mercancía incluyó 600 kilos de droga de “menor calidad”, ambos se volvieron a ver, pero esa vez en las montañas, en un lugar sin lujos, el escondite favorito del que entonces era el narcotraficante más buscado del mundo. Ahí, Guzmán usó sus habilidades empresariales y logró que sus socios colombianos le descontaran 500 dólares por cada kilo de baja calidad.

“Teníamos que seguir trabajando”

Según el relato de ‘Barbas’, quien era abogado antes de entrar al mundo criminal, vio en persona a ‘El Chapo’ en una seis u ocho ocasiones. Dijo que siempre debía comunicarse con un operador del cartel que lo ponía en contacto con el capo sinaloense. Luego esperaba en algún hotel para que lo recogieran y llevaran en avioneta a las montañas. La mayoría de las reuniones se realizaron en ranchos ubicados en el llamado Triángulo Dorado, la sierra que abarca los estados de Sinaloa, Durango y Chihuahua, el territorio de ‘El Chapo’. Usualmente llegó en avionetas antiguas que no le daban confianza, pero dice que los pilotos le aseguraban que “eran los aviones que tenían el mejor servicio”. Contó que siempre descendió en pistas clandestinas con una inclinación especial para facilitar la desaceleración en los aterrizajes y la aceleración en los despegues a poca distancia. Uno de esos encuentros, en 2003, lo organizó Dámaso López Núñez, alias ‘El Licenciado’, quien era la mano derecha de Guzmán. Este fue condenado a cadena perpetua por narcotráfico la semana pasada y es posible que también testifique contra su expatrón en este proceso judicial.

Rosero relató que a veces ‘El Chapo’ llevaba uniforme de camuflaje y armas. Una vez le vio un rifle AK-47 dorado y con “algunas piedras preciosas incrustadas”. De acuerdo con ‘Barbas’, en 2003 actuó como intermediario en el traslado de entre 10 y 12 toneladas de cocaína a México, lo cual generó una ganancia de hasta 90 millones de dólares. Esas operaciones exitosas dieron pie a arriesgarse enviando cargamentos más grandes, de hasta 12.5 toneladas. También describió la pérdida de varios cargamentos de cocaína en 2006, aunque mencionó que Guzmán no se enojó lo suficiente como para cortar lazos. “Me dijo que teníamos que seguir trabajando”, dijo.

Dinero oculto en un avión especial

El pago en efectivo a sus socios sudamericanos era otra parte del trabajo sucio que Guzmán se tomaba en serio. Para evitar decomisos de las autoridades, según el relato del ‘Barbas’, el capo usaba un avión que estaba “hecho de fibra de carbono que lo hacía indetectable por el radar”. En un principio, el cartel hacía envíos de entre 500,000 y un millón de dólares en efectivo. Conforme su empresa de drogas subió de nivel mandaban hasta $5 millones. Rosero dijo que también el trasiego de dinero hacia Colombia era “un negocio multimillonario”. Para evitar contratiempos, detalló, trataban de tener controlados a los contrabandistas. “Sabíamos dónde vivían, por lo que serían responsables si algo se perdía”, detalló. Tanto fructificó la sociedad criminal entre ‘Barbas’ y ‘El Chapo’, que el sinaloense le pidió ser padrino de uno de sus hijos. No especificó de quién ni cuándo ocurrió el bautizo. Rosero mencionó que valoró ese gesto. “Siempre fue una persona que me respetó mucho”, dijo sobre Guzmán. Ya en 2007, cuando su jefe ‘Chupeta’ se escondía en Brasil y había una sangrienta batalla entre el cartel de Sinaloa y los hermanos Beltrán Leyva, Rosero decidió salir del negocio de las drogas. “Ya no quería trabajar porque no quería estar en medio de una guerra”. Tratando de salvar su vida, este viajó a Miami, Florida, y se entregó a la Administración para el Control de Drogas (DEA). Para su sorpresa, no tenía una acusación criminal en su contra en EEUU. Ya bajo custodia federal le interpusieron cargos por narcotráfico y aceptó cooperar con las autoridades. La defensa de Guzmán, por su parte, alegó que no existen pruebas que confirmen el testimonio de Rosero. También reclamó que este se contradijo en los detalles sobre un envío de droga a principios de 2004: ahora dice que era de 6 toneladas de cocaína, pero antes dijo que eran 8 toneladas. Este miércoles, durante el testimonio de Rosero, el juez Brian Cogan regañó a algunos de los miembros del jurado que se estaban quedando dormidos.

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