Maria Butina, la sospechosa de ser espía rusa, ofreció sexo para lograr infiltrarse en la política de EEUU

La presunta espía rusa utilizó su interés por el derecho a las armas para entablar relaciones con la Asociación Nacional del Rifle y otros influyentes miembros del Partido Republicano. De inglés fluido con fuerte acento, formó un grupo patrocinado por un senador del partido de Putin. Justo cuando el presidente Donald Trump se reunía este domingo con su homólogo ruso Vladimir Putin en Helsinki, Finlandia, a miles de millas de distancia el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunciaba la detención e imputación de la presunta agente encubierta rusa María Butina, cuando se preparaba para salir de Washington hacia Dakota del Sur. Los detalles de los cargos contra Butina que se revelaron este miércoles indican que está acusada de ser agente extranjero no registrado. Entre otras cosas, para infiltrarse en el sistema político de EEUU la mujer está señalada por coquetear con políticos y ofrecer sexo por influencias, según alegaron los fiscales el miércoles. «En al menos una ocasión, Butina le ofreció (…) sexo a una persona a cambio de un puesto dentro de una organización de intereses especiales», indica el documento judicial. Butina además estaba en contacto constante con la inteligencia rusa y deberá permanecer encarcelada hasta el juicio. La mujer presuntamente conspiró con un político y banquero ruso para impulsar la agenda de Moscú en EEUU. Los fiscales indicaron que Butina debe esperar su juicio detenida, porque consideran que hay un serio riesgo de que ella intente escapar. » Debido a que Butina ha sido expuesta como agente ilegal de Rusia, existe el grave riesgo de que apelará a aquellos dentro de ese gobierno con el que conspiró para ayudarla a escapar de Estados Unidos», detalla el documento.

El FBI determinó que Butina tenía una relación con alguien denominado como ‘Persona 1’ en el documento. Varios medios identificaron a ese individuo como Paul Erickson, un recaudador de fondos republicano. Según la acusación de un gran jurado, Butina, de 29 años de edad, se encontraba en el país con visa de estudiante, aunque realmente trabajaba para un alto funcionario del Kremlin sin haberlo notificado debidamente, lo que constituiría un delito de conspiración que puede conllevar una condena de hasta cinco años de prisión. Los fiscales indicaron que Butina debe esperar su juicio detenida, porque consideran que hay un serio riesgo de que ella intente escapar. » Debido a que Butina ha sido expuesta como agente ilegal de Rusia, existe el grave riesgo de que apelará a aquellos dentro de ese gobierno con el que conspiró para ayudarla a escapar de Estados Unidos«, detalla el documento. Aparentemente, la joven estudiante de Ciencias Políticas que se instaló a EEUU en agosto de 2016, medró en las altas esferas del movimiento conservador estadounidense con el objetivo de “penetrar en el aparato nacional de toma de decisiones de Estados Unidos para avanzar en la agenda de la Federación Rusa», escribió el fiscal del Departamento de Justicia sobre los cargos. Butina entabló amistad con influyentes líderes de la Asociación Nacional del Rifle (NRA) y la Conferencia de Acción Política Conservadora, alabando su interés en los asuntos estadounidenses y sus esfuerzos por promover los derechos a las armas en la Rusia restrictiva de Vladimir Putin. Se puso de lado de los candidatos presidenciales del Partido Republicano, buscando primero un encuentro con el gobernador de Wisconsin, Scott Walker, y luego con el propio Donald Trump. Pero desde que recaló en tierra estadounidense, el FBI la marcó en su radar para determinar con quién se estaba reuniendo y qué estaba haciendo en Estados Unidos, un tipo de rastreo que es frecuente cuando se sospecha de extranjeros que trabajan en nombre de otro gobierno. Para entonces, Butina ya había interrogado públicamente a Trump sobre sus puntos de vista sobre Rusia y se reunió brevemente con su hijo mayor en una convención de la NRA. Después de que el FBI comenzó a monitorearla, Butina asistió a un baile en la toma de posesión de poder de Trump en enero de 2017 y trató de organizar una reunión entre él y un alto funcionario del gobierno ruso en un evento del año pasado, narra un amplio reportaje publicado por el diario The Washington Post. Para 2017, después de haberse matriculado como estudiante de posgrado en la Universidad Americana en Washington, y con la excusa de un trabajo de investigación de su carrera, Butina comenzó a investigar grupos de izquierda, tratando infructuosamente de entrevistar a un grupo de derechos civiles con sede en Washington DC acerca de sus vulnerabilidades en la red.

De los bosques de Siberia a Washington

Robert Driscoll, abogado de Butina citado por el Post, sostiene que ella no es agente ruso, sino simplemente una estudiante con un interés en la política y el deseo de establecer contactos con los estadounidenses. «Tiene la intención de defender enérgicamente sus derechos y espera poder limpiar su nombre», dijo Driscoll en un comunicado. Funcionarios estadounidenses alegan que sus actividades muestran la amplitud y sofisticación de las operaciones de influencia de Rusia en Estados Unidos. Al mismo tiempo que los fiscales afirman que 12 oficiales de inteligencia rusos en Moscú trataron de afectar la campaña presidencial de 2016 hackeando y entregando documentos robados a los demócratas, Butina en nombre del Kremlin tendía puentes con poderosas figuras conservadoras, de acuerdo con los archivos de la corte. La gente que la conoció refiere que la pelirroja gregaria, de inglés fluído con fuerte acento, vendía una historia personal que atrajo a muchos activistas y funcionarios que conoció en los eventos del Partido Republicano. En un programa de radio conservador en 2015, Butina mencionó que había crecido en los bosques de Siberia, donde su padre les enseñó a ella y a su hermana a cazar osos y lobos. Después de una breve carrera como propietaria de una pequeña cadena de tiendas de muebles, Butina se mudó a Moscú, donde comenzó una carrera en relaciones públicas y fundó un grupo llamado el Derecho a Portar Armas, para abogar por la flexibilización de las restrictivas leyes rusas en esa materia. Pronto, su grupo adquirió un poderoso patrocinador: Alexander Torshin, un senador ruso del partido de Putin que más tarde se convirtió en el subdirector del Banco Central de Rusia y es miembro vitalicio del NRA con lazos con grupos conservadores. Actuando como asistente e intérprete de Torshin, Butina pronto comenzó a formar sus propias conexiones con la NRA, haciéndose amiga de David Keene, ex presidente de la Unión Conservadora Americana que fue presidente de la NRA de 2011 a 2013. En 2013, Butina y Torshin invitaron a Keene y a otros entusiastas estadounidenses de las armas a Moscú para asistir a la reunión anual de su organización. Allí, la chica conoció a Paul Erickson, un republicano de Dakota del Sur con quien comenzó una relación romántica, según su testimonio. Erickson, que no ha sido acusado de ningún delito, sirvió de enlace de Butina con figuras políticas estadounidenses influyentes, de acuerdo con los archivos de la corte.

La NRA, el trampolín

A partir de 2014, Butina comenzó a asistir a las convenciones anuales de la NRA. Según Torshin y Butina nunca dieron más aportes a la organización que sus cuotas de membresía. La NRA fue el trampolín de la rusa al mundo de la política republicana. Fue así como llegó a una convención anual del partido en Nashville y conoció al gobernador Walker, con quien intercambió algunas palabras en ruso, según dijo ella en una publicación en redes sociales. A través de un portavoz, el gobernador de Wisconsin, ha manifestado que nunca tuvo mayor vínculo con ella: «muchos de ellos se acercaron al gobernador y le pidieron que les dijera hola y se tomara una foto con él». Varios de quienes la conocen indican que logró acceder a áreas VIP en eventos políticos republicanos y a personal de alto nivel. Una veterana miembro de uno de los grupo de donantes de campañas de republicanos (CPAC), citada por el Post bajo anonimato, recuerda a la chica como «amistosa, curiosa y coqueta». A menudo planteaba la cuestión de los derechos sobre las armas antes de pedir intercambiar tarjetas de visita y mantenerse en contacto en redes sociales, según gente que la conoció. En un correo electrónico de 2017 al Washington Post, Butina argumentó que su grupo era «poco popular» entre los funcionarios rusos. Negó haber recibido fondos del gobierno ruso. «Ningún funcionario del gobierno se ha acercado NUNCA a mí acerca para ‘fomentar lazos’ con ningún estadounidense», escribió. Igor Shmelyov, presidente del grupo ruso fundado por Butina, dijo que su arresto fue un «gran shock». Admite que debido a su interés por las armas «su círculo social está conectado» e interactuó con la NRA y la Second Amendment Foundation. «Decir que todo esto significa que estaba presionando por los intereses rusos es bastante ridículo».

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