Menéndez mafiesta apoyo a dreamers mientras la Corte Suprema escucha argumentos

El Senador asistió a los argumentos orales del caso y se reunió con Dreamers de Nueva Jersey que protestaban afuera de la corte El Senador Bob Menéndez (D-N.J.), el Latino de más alto rango en el Congreso de los Estados Unidos y alguien quien jugó un papel decisivo en presionar a la Administración de Obama para implementar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés), escribió el siguiente artículo de opinión publicado en Univision.com, argumentando por qué DACA no debe ser eliminado previo a los argumentos orales del caso frente a la Corte Suprema de los Estados Unidos. El martes 12 de noviembre, la Corte Suprema de Justicia escuchará los argumentos para decidir el futuro del programa de Acción Diferida para Llegados en la Infancia (DACA) y tendré la oportunidad de estar ahí para escuchar de primera mano. En ese momento, pensaré en cada uno de los soñadores que he conocido y en todos los que estarán afuera de la Corte en Washington mientras nueve magistrados consideran el caso que decidirá su futuro. Mi corazón estará con soñadores de Nueva Jersey como Manny Sánchez, quien ha vivido en el país desde que tenía un mes y su sueño es servir en el ejército; como Adriana Medina quien llegó a los cuatro años y hoy es madre de tres ciudadanos estadounidenses, y en Deisy Pérez, quien, a sus 22 años, es la principal proveedora, traductora y conductora para toda su familia.

La historia de DACA es una historia que comparto con mucho orgullo y sentido de patriotismo. Luego de años de lucha, el gobierno les pidió a estos jóvenes inmigrantes que les dieran su confianza y fe. Cerca de 700,000 soñadores, incluyendo 17,000 en Nueva Jersey, salieron de las sombras, pasaron un chequeo de antecedentes criminales y pagaron sus aplicaciones. A pesar de su instinto de protección, ellos decidieron voluntariamente dar su información y la de sus familiares a autoridades de las que se habían visto forzados a esconderse, tal como otros indocumentados. Hemos llegado a este momento crítico en la historia de nuestro país por la decisión descorazonada del Presidente Trump de terminar de forma unilateral con el programa en el año 2017. La justificación de la Administración de que el programa es ilegal es una falsedad. Como alguien que luchó por años para convencer a la Administración Obama de que creara el programa, sé que el poder discrecional es fundamental para las agencias del gobierno en cualquier nivel, incluyendo el Departamento de Seguridad Nacional. Con los recursos limitados de las autoridades, deben ser capaces de priorizar los casos que seguirán. El Presidente Trump hablaba de la protección de los Dreamers e incluso llegó a decir que “sentía amor por ellos”. Sin embargo, no tardó en hacerse claro que el Presidente, su asesor Stephen Miller, y sus aliados extremistas no vieron en estos jóvenes más que unas piezas de cambio para imponer su agenda anti-inmigrante. Hasta el día de hoy, los republicanos del Senado se han negado a votar por el proyecto de ley aprobado en la Cámara de Representantes, el Dream and Promise Act (H.R. 6). En lugar de eso, han ofrecido soluciones temporales para los soñadores a cambio del dinero para el muro de odio en la frontera, o de modificaciones al sistema de inmigración que dificultarían la reunificación familiar y que solicitantes de asilo sean admitidos en el país. Incluso antes de la existencia del programa DACA, los Dreamers ya eran parte integral de nuestro país ya que la mayoría de ellos ha vivido la mayor parte de sus vidas y sólo han declarado lealtad a nuestra bandera. La realidad es clara: la mayoría de los beneficiarios de DACA tienen empleos, son emprendedores que crean empleos e inclusive muchos están dispuestos a servir en el ejército para defender nuestras libertades. Un cuarto de los beneficiarios del programa por encima de los 25 años ya ha comprado su casa y su contribución económica alcanza los $3.4 mil millones al Tesoro Nacional y $42 mil millones al PBI. Es tan claro que las vidas de los Dreamers están entrelazadas con las nuestras que incluso en estos tiempos de una alta polarización política, la gran mayoría del pueblo estadounidense apoyan darle un camino a la ciudadanía. Nuestro gobierno debe aceptar y proteger a los soñadores, en vez de demonizarlos y forzarlos a vivir nuevamente en las sombras. A pesar de que no tendremos una respuesta por parte de la Corte Suprema inmediatamente, mantendré la fe y esperanza de que los Dreamers no serán obligados a separarse de sus familias y comunidades. Porque a pesar de la incertidumbre y el miedo que Trump ha infringido en sus vidas, el coraje y la determinación que han mostrado para mantener sus sueños con vida han sido una inspiración para todos inmigrantes. Su lucha por conseguir el reconocimiento que merecen ha hecho de nuestro país un mejor lugar y ha mostrado el camino a generaciones futuras de lo que significa el amor por los Estados Unidos. Sin importar la cantidad de retórica de odio en contra, estos jóvenes seguirán alimentando la luz de sus esperanzas y sueños, porque ser estadounidense es mucho más que un papel que lo compruebe. Es acerca de nuestros valores, ideales, trabajo para construir un futuro y dejar una marca en la historia. Y no puedo pensar en un grupo de personas que personifique mejor lo que significa ser estadounidense que los Dreamers. Y ya es hora de que tengan el reconocimiento legal que refleje su identidad con el país que aman y reconocen como su hogar.