Ni un «no puedo respirar» más: la muerte de George Floyd destapa una ola de casos de abuso policial en EEUU
«No puedo respirar» fueron las últimas palabras pronunciadas por Floyd mientras un agente presionaba su cuello con su rodilla. También fueron las de otros afroestadounidenses que murieron a manos de la policía y cuyos casos salieron a la luz recientemente. Tres palabras que de forma simbólica encierran el ahogo del racismo y la desigualdad sufrida por las minorías en EEUU. La muerte del afroestadounidense George Floyd a manos de un policía blanco en Minnesota detonó masivas manifestaciones en contra del racismo y la brutalidad policial en EEUU. La violencia policial lleva estos días el rostro de George Floyd. Verlo sobre el pavimento minutos antes de morir –con la rodilla de un agente presionando su cuello mientras rogaba que le permitieran respirar– fue el detonante de un amargo grito de hastío por la brutalidad policíaca que por décadas se ha ensañado contra los afroestadounidenses y otras minorías en Estados Unidos.
Este 25 de mayo fue George Floyd en Minnesota. El 3 de marzo de 1991 fue Rodney King en California. El 17 de julio de 2014 fue Eric Gardner en Nueva York. El 9 de agosto de ese mismo año fue Michael Brown en Missouri. El 12 de abril de 2015 fue Freddie Gray en Maryland. El 6 de julio de 2016 fue Philando Castile en Minnesota… Esa violencia lleva también los nombres de víctimas que recién han salido a la luz con la muerte de Floyd y cuyos casos engrosan la evidencia de cuán frecuente las fuerzas del orden tratan con una mano más dura a las minorías en el país. Lo hicieron cuando abordaron este y el año pasado a Derrick Scott en Oklahoma, a Antonio Valenzuela en Nuevo México, a Javier Ambler en Texas, a Bernardo Palacios en Utah y a Maurice Gordon en Nueva Jersey. Y es que, en 2019, hubo solo 27 días en los que un agente no causó la muerte de una persona, de acuerdo con datos recopilados en una base de datos por activistas de Mapping Police Violence (MPV). Al mirar las cifras, son los afroestadounidenses quienes tienen 3 veces más chances de morir en un incidente con la policía cuando se compara con los blancos, de acuerdo al análisis de MPV. Hay 8 ciudades de las 100 con los departamentos de policía más grandes de Estados Unidos en donde los agentes causaron entre 2013 y 2019 la muerte de una cantidad de afroestadounidenses que supera incluso la tasa de mortalidad nacional: Reno, Nevada, está a la cabeza con el fallecimiento de 12.1 afroestadounidenses por cada 100,000 habitantes, seguida de Oklahoma City con 8.5 muertes.
«Lincharon a mi hermano»
De todas las muertes a manos de policías en la base de datos de MPV, en el 99% de los casos no hubo imputación de cargo alguno contra un policía. Solo cuatro fueron acusados. De esos, solo uno fue convicto. Esa cifra de aparente impunidad puede que comience a bajar con los crecientes llamados para frenar de una vez lo que el hermano de Floyd, Philonise Floyd, catalogó como «linchamientos de la era moderna» en un conmovedor pronunciamiento en el Congreso un día después de haber enterrado a su hermano mayor. «Lincharon a mi hermano. Fue un linchamiento de la era moderna a plena luz del día», dijo Floyd durante una audiencia en un comité de la Cámara de Representantes en el que arrancó un proceso para evaluar la brutalidad policial, una de las promesas hechas por políticos tras las decenas de manifestaciones que por días llenaron las calles del país, algunas de las cuales se tornaron violentas. «George no estaba dañando a nadie ese día. No merecía morir por un billete de $20. Les pregunto, ¿acaso eso es lo que vale un hombre negro? ¿$20? Estamos en el 2020. Es suficiente (y) depende de ustedes que esta muerte no haya sido en vano», lamentó. Philonise Floyd llevó su reclamo y el dolor por la muerte de su hermano hasta una de las más altas instancias políticas, donde pueden nacer potenciales cambios si se logran los consensos necesarios entre republicanos y demócratas. Y, con su voz, llevó también el dolor de todas las otras familias que han perdido a los suyos a manos de la policía y la rabia de un país plagado de un racismo estructural que pone obstáculos y dificulta la vida de las minorías… todos los días. En Minnesota, donde Floyd murió durante su arresto con cuatro agentes (todos han sido imputados), 84 personas fallecieron en incidentes similares entre 2013 y 2019, muestran las cifras de MPV. 10 de estas personas iban desarmadas, al igual que Floyd. 17 eran negros, 7 asiáticos, 4 hispanos y 5 nativoestadounidenses. 50 eran blancos. Un saldo que afecta de forma desproporcional a las minorías que representan un menor porcentaje de la población, y que se replica en muchos otros lugares del país.
Un prejuicio alimentado desde el entrenamiento
Investigadores atribuyen esta disparidad a un prejuicio alimentado desde que los policías son entrenados para interactuar con las personas negras. Por eso consideran clave que las fuerzas del orden cambien la forma en que abordan a las minorías y, especialmente, a sus comunidades. «Es crítico contrarrestar el racismo estructural, particularmente en la forma de segregación racial», dijeron los autores de un estudio realizado usando los datos (de 2013 al 2017) de MPV en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Boston. Más allá del entrenamiento, los datos reflejan que si los departamentos de policía desechan algunas prácticas controversiales –como la técnica de inmovilización del cuello que se usó con Floyd– bajará el saldo mortal que dejan sus agentes, según un análisis del proyecto Use of Force Project. El problema, sin embargo, es que muy pocos se habían mostrado proclives a ello. Aunque, tras el caso de Floyd, algunos estados como California y Nueva York han dado pasos en esa dirección al prohibir esta técnica. Use of Force Project propone ocho políticas que deberían exigir los departamentos a sus oficiales, entre las cuales figuran prohibir el uso de esa técnica al cuello, usar todos los medios posibles antes de dispararle a un sospechoso e intentar bajar la tensión si un incidente se torna agresivo. “De acuerdo con nuestro análisis, el departamento de policía promedio tendría 54% menos muertes y un departamento de policía que no pone aún en práctica ninguna de estas políticas registraría 72% menos muertes si las implementa todas”, detalló. El creciente malestar tras la muerte de Floyd le ha subido el volumen como nunca antes en los últimos 50 años al llamado por la igualdad racial y sumado apoyos de forma transversal, de acuerdo con historiadores. Movimientos como Black Lives Matter, nacido tras la muerte de Trayvon Martin a manos de un vigilante en Florida en 2012, se han consolidado y, como ha dicho recientemente una de sus fundadoras, ya no son vistos como algo «radical». Esto sucede justo cuando otra pandemia, la del covid-19, azota con mayor fuerza a las minorías afroestadounidense y latina de Estados Unidos, desnudando lo vulnerables que son además por el flanco económico y sanitario. «Hace siete años, las personas pensaban que Black Lives Matter era una una idea radical (…) Ahora, Black Lives Matter es algo que se discute en las mesas a través del mundo», dijo Alicia Garza, una de las cofundadoras, en el programa Meet the Press.