«Podría haberme quedado más tiempo»: Scott Kelly, el astronauta que permaneció 340 días en el espacio

El astronauta Scott Kelly le cuenta a la BBC cómo se las arregló para vivir durante casi un año en la Estación Espacial Internacional y por qué, cuatro años después de su retiro de la NASA, volvería si alguien se lo pidiera.

Es 16 de julio de 2015, y los tres ocupantes de la Estación Espacial Internacional (EEI) se apretujan en la nave espacial rusa Soyuz, que actúa como su bote salvavidas en caso de emergencia.

El control de la misión les ha dicho a los miembros de la tripulación que un satélite en desuso está avanzando a 14 km por segundo. Los controladores saben que pasará cerca de la nave, pero no pueden rastrear el objeto con la precisión suficiente para saber si los impactará.

El astronauta estadounidense Scott Kelly y los rusos Gennady Padalka y Mikhail «Misha» Kornienko se acurrucan en la pequeña cápsula, esperando que se acerque el veloz trozo de metal y preparándose para separarse de la estación y regresar a la Tierra, siguiendo los procedimientos diseñados para tal eventualidad.

No es la primera vez que el capitán Kelly, un expiloto militar, se encuentra en una situación que amenaza su vida, pero esta experiencia lo hizo reflexionar.

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Si el satélite los hubiera alcanzado, no habrían tenido tiempo de escapar.

«Misha, Gennady y yo habríamos pasado de refunfuñar el uno al otro en nuestra fría Soyuz a explotar en un millón de direcciones como átomos difusos, todo en el espacio de un milisegundo», recuerda Kelly en Resistencia: mi año en el espacio, una vida de descubrimiento, su libro de memorias.

Un récord de resistencia

Las rotaciones de la tripulación en la EEI vienen con muchas de las características mundanas de la vida cotidiana en la Tierra: videollamadas, limpieza y malos días de trabajo. Pero de vez en cuando, como en esta ocasión, los astronautas reciben un crudo recordatorio del entorno hostil que los rodea más allá de las cómodas paredes de su nave.

Desde 2007, Kelly realizó tres visitas a la EEI. Pero fue en su último vuelo, entre 2015 y 2016, cuando ganó reconocimiento mundial.

Junto con Misha Kornienko, tenía la tarea de pasar un año entero en la estación espacial, el doble de la duración de una estancia normal.

En total estuvieron 340 días en espacio.

Con este logro, Kelly se convirtió en el estadounidense que más días consecutivos ha permanecido en el espacio, un récord que tenía el astronauta Michael López-Alegría, con 215 días.

Kelly también es conocido por tener un hermano gemelo idéntico, Mark, que también fue astronauta de la NASA. Mark, que tiene unos seis minutos más de edad, fue elegido senador por el estado de Arizona en las elecciones en EE.UU. el pasado mes de noviembre.

En una videollamada desde su casa en Colorado, Scott Kelly dice que nunca sintió ganas de volver a casa antes de tiempo. «Mi objetivo siempre fue llegar al final del vuelo con tanta energía y entusiasmo como al principio, y creo que lo hice».

«Podría haberme quedado más tiempo ahí, si hubiera habido una buena razón. Así que nunca dudé realmente de mi capacidad para hacerlo».

A pesar de que los astronautas y cosmonautas son evaluados por su capacidad psicológica para sobrellevar la situación, Kelly dice: «Sé que otras personas lo han pasado mal. Yo mismo he visto a personas siendo desafiadas por el aislamiento. Es difícil, pero no es tan difícil que no puedas hacerlo».

«No sé si necesariamente tenga que ver con ser introvertido o extrovertido, pero definitivamente tienes que sentirte cómodo siendo tu propio entretenimiento», dice, y agrega: «No es para todos».

Lo más difícil, dice, es no poder salir y experimentar la naturaleza, además de las tareas diarias de la estación espacial. Otro desafío fue compartir un lugar relativamente pequeño con las mismas personas durante tanto tiempo, «aunque todas esas personas son geniales».

Sin embargo, fue un reto superado, ya que el confinamiento en espacios reducidos ayudó a forjar amistades duraderas.

Bromas y riesgos

Estados Unidos está comprometido con cuatro años más de financiación para la EEI, pero persiste la incertidumbre sobre lo que ocurrirá después. La estación espacial nació en la década de 1990, durante una era de distensión política entre Estados Unidos y Rusia.

«El programa de la estación espacial ha sido un gran ejemplo de cooperación internacional de manera pacífica», dice Kelly.

«Mi experiencia con los cosmonautas en la estación siempre ha sido de profesionalismo, respeto y confianza unos en otros».

«Mi esperanza es que, cuando dejemos que la estación espacial caiga en el océano Pacífico, haya algo para reemplazarla. Durante los últimos 20 años, no todos los humanos han estado en la Tierra al mismo tiempo. Me gustaría ver que eso continúe».

Kelly no estuvo consumido por el trabajo durante todo el año en órbita; también se las arregló para encontrar tiempo para la diversión y los juegos que tanto necesitaba. Por ejemplo, persiguió al astronauta británico Tim Peake por parte de la estación espacial vestido con un traje de gorila. El video se volvió viral.

El traje, empacado al vacío y enviado en un vuelo de suministros, fue un regalo de cumpleaños que le dio Mark. Le pregunté a Scott si fue una especie de broma entre hermanos.

«Mi hermano dijo: ‘Oye, te envío un traje de gorila’. Y dije: ‘¿Por qué me envías un traje de gorila?’ Él dijo: ‘¿Por qué no?'», cuenta Kelly con una sonrisa irónica.

Los hermanos, hijos de padres policías, fueron criados en los suburbios de Nueva Jersey. Su madre fue la primera mujer oficial en el municipio de West Orange, donde crecieron.

Scott cita la determinación de su madre como inspiración en sus esfuerzos por convertirse en astronauta.

Desde pequeños, Mark y Scott mostraron inclinaciones a asumir riesgos que llevaron a lesiones frecuentes, incluidas hospitalizaciones. Pero hubo un momento en la escuela en el que Mark se destacó en sus estudios, mientras que Scott era propenso a distraerse en clase.

En la universidad las fiestas llamaban la atención de Scott, pero gracias a una llamada telefónica en la que su hermano le aconsejó que se calmara, su carrera académica mejoró.

Después de entrenarse como piloto de la Marina, Scott fue asignado a un escuadrón de ataque llamado World Famous Pukin ‘Dogs. En los 90 voló el F-14 Tomcat, el avión que aparece en la película «Top Gun» y llevó a cabo misiones de combate durante la Primera Guerra del Golfo.

Sin embargo, estaba ansioso por formar parte de un grupo aún más elitista: aquellos que han volado en un transbordador espacial.

Después de su selección como astronauta de la NASA en la clase de 1996, junto con Mark, Scott sirvió como piloto en una misión de transbordador antes de comandar otra en 2007.

En el transbordador es el comandante quien realmente pilota el vehículo, y sus habilidades se ponen a prueba durante las vertiginosas maniobras de aterrizaje.

«Solo lo volé una vez. Es un poco loco considerar cuánto tiempo y esfuerzo pones en hacer esta tarea de pilotaje y luego solo puedes hacerlo una o dos veces», dice Kelly.

«Tienes solo una oportunidad de lograrlo. Si no lo haces, no es que puedas recargar energía y volver a intentarlo. Te das cuenta de que no solo tus colegas están mirando, sino una gran parte del resto del mundo».

Scott Kelly tomó fotos a través de la cúpula de la Estación Espacial.

El transbordador fue un vehículo magnífico, aunque defectuoso. El mundo recordó los enormes riesgos de los viajes espaciales cuando, en 2003, el transbordador espacial Columbia se destruyó mientras regresaba a la Tierra. Murieron siete astronautas.

La cultura de seguridad de la NASA fue criticada por las investigaciones a raíz de los desastres del Challenger y el Columbia. Kelly perdió amigos en el Columbia y, cuando lo entrevisté, se estaba preparando para participar en la cumbre virtual Cultura de Seguridad, junto a Charles «Sully» Sullenberger, quien aterrizó un vuelo de US Airways en el río Hudson, y la activista ambiental Erin Brockovich.

«Las cosas que hacemos son extraordinariamente arriesgadas», me dice. «La seguridad tiene que ser responsabilidad de todos… todos deben saber que están autorizados para hablar si hay un problema».

Estudiando a los gemelos

Cuando se propuso que un gemelo idéntico fuera enviado a la órbita para una estadía de un año en la EEI, un grupo de científicos vio una oportunidad única para estudiar los efectos de períodos prolongados en el espacio en el cuerpo humano.

Usando a Mark como un punto de referencia genéticamente idéntico, los científicos tendrían mayor confianza en que cualquier cambio que estuvieran viendo en Scott fuera causado por el entorno espacial.

Los gemelos Kelly ayudaron a investigar cómo se comporta el cuerpo en el espacio.

Ambos gemelos fueron sometidos a una serie de pruebas que midieron posibles cambios en su fisiología, habilidades cognitivas, inmunidad y ADN.

Entre otras cosas, los resultados revelaron cambios genéticos que sugerían que el ADN de Scott se estaba reparando a sí mismo debido al daño de la radiación cósmica.

Los científicos también vieron cambios inesperados en las «tapas» de los extremos de los cromosomas de Scott, llamados telómeros, así como cambios en la química sanguínea, la masa corporal y la flora intestinal. La gran mayoría de esos cambios se revirtieron una vez que regresó a la Tierra.

«No tengo ningún síntoma de nada que definitivamente pueda señalar como efecto de esa cantidad de tiempo en el espacio, pero sí tengo algunos cambios estructurales y fisiológicos en mis ojos, aunque no afectará mi visión», dice Scott Kelly, cuatro años después.

Los científicos saben que algunas personas se ven más afectadas por los cambios oculares en el espacio que otras.

Se ha trabajado en la genética subyacente a estas diferencias. Le pregunto si, a medida que aprendamos más sobre cómo las diferentes personas responden al entorno espacial, estos marcadores biológicos podrían desempeñar un papel más importante en la selección de astronautas, quizás incluso a expensas de cualidades más tradicionales.

«Creo que eso no es solo un problema para la NASA, sino para nuestra sociedad en general… también tiene que ver con los seguros y las condiciones preexistentes, si la susceptibilidad genética podría considerarse una condición preexistente. Esa es definitivamente una conversación ética que se debe tener», dice.

Los hallazgos del estudio de los gemelos fueron tranquilizadores a la luz de los planes de las agencias espaciales de enviar humanos en un viaje de ida y vuelta al Marte, que se encuentra a 54 millones de kilómetros de la Tierra y que podría tomar nueve meses de viaje en cada sentido.

En ese viaje, los astronautas estarán expuestos a alrededor de 10 veces la dosis de radiación que recibirían en la órbita de la Tierra, lo que a largo plazo los pondrá en riesgo de cáncer y otras enfermedades.

«Tendrás que encontrar una manera de protegerte o llegar a Marte más rápido», dice Kelly. «La otra opción es simplemente aceptar el riesgo».

Quizás el mismo Kelly consideró cuidadosamente este dilema.

Retirado pero…

Kelly se retiró de la Nasa en 2016 y desde entonces ha estado escribiendo y hablando sobre sus experiencias. Junto a su esposa se mudó desde Houston, el centro del programa de vuelos espaciales tripulados de la NASA, a Denver.

En los cuatro años transcurridos desde que se fue, se han abierto nuevas oportunidades para viajar al espacio y hay una demanda de habilidades como la suya.

Michael López-Alegría, el astronauta cuyo récord de vuelos espaciales de larga duración superó Kelly, ahora regresará de su retiro para comandar un vuelo financiado con fondos privados a la EEI, a bordo del vehículo Crew Dragon de Elon Musk.

A pesar de haber logrado tanto, está claro que la fascinación de Kelly por los vuelos espaciales no ha disminuido.

«Si alguien me preguntara: ‘Oye, ¿quieres volar al espacio?’ Yo diría: ‘Claro, absolutamente’. Depende de en qué me lancen: no me metería en un cañón y que me lanzaran como una bala», dice Kelly.

«Tendría que ser algo que tuviera sentido, que fuera seguro. Pero no lo descartaría».

«Si conoces a alguien que tenga un cohete y necesite un piloto…»