Por unas Naciones Unidas con menos retórica y más acción
Si bien para la mayoría de los Estados miembros de la ONU es necesaria una reforma, lo cierto es que ninguno ha implementado mayores acciones para lograrlo.»Somos un mundo en pedazos, necesitamos ser un mundo en paz», fue una de las frases más impactantes del discurso de apertura del Secretario General de la ONU, António Guterres, quien hizo un llamado a los Estados para buscar salidas políticas a los conflictos, así como la adopción de prácticas que sean más eficaces y que promuevan los objetivos de la ONU. Este mes, los 193 Estados miembros de la ONU se reúnen en la ciudad de New York para inaugurar el 72º período de sesiones de la Asamblea General. Sesión, que el pasado martes fue inaugurada por el noveno Secretario General que esta institución ha tenido a lo largo de su historia, el portugués António Guterres, quien prometió darle un giro al tan criticado trabajo de la ONU. Sus palabras estuvieron marcadas de verdades incómodas, que pretendían invitar a todos los líderes del mundo a trabajar por unas Naciones Unidas que sirvan a las personas que la necesitan y no a los gobiernos que la crearon y que origina la propuesta para debatir alrededor del tema «por unas Naciones Unidas centradas en las personas: la lucha por la paz y la vida decente para todos en un planeta sostenible». Sin embargo, su discurso quedó opacado por la intervención del presidente norteamericano Donald Trump, quien como lo venía anunciando a través de su cuenta de tweeter, daría de que hablar, y así fue. En su discurso de casi 40 minutos, hizo mención a la grandeza norteamericana, entre anécdotas históricas, amenazas y lecciones para el mundo, Donald Trump resaltó la importancia de seguir creando coaliciones entre naciones fuertes y soberanas que hagan del mundo un lugar más seguro. Su discurso fue enérgico, directo y sobre todo desparpajado. Se centró en los temas alrededor de la seguridad y con su particular estilo, mencionó que las amenazas a la seguridad internacional tienen nombre propio, ya que provienen de Corea del Norte, de Siria e Irán, llamándolos el «pequeño grupo de regímenes que amenazan la seguridad», y yendo mucho más allá, afirmó que si Corea del Norte no se acoge a la decisión de una desnuclearización total, los Estados Unidos estarán dispuestos a estruir Corea del Norte de ser necesario. Dentro de su compleja intervención, fue reiterativo en afirmar que los Estados Unidos «no quieren imponer su estilo de vida, sino ser una luz, un ejemplo para el mundo», Y haciendo un llamado a todos los países aliados a proteger sus fronteras, anunció que incrementará el presupuesto destinado a temas de seguridad y defensa en casi 700 mil millones de dólares. En su discurso, no hizo ninguna mención al tema propuesto por el Secretario General, ni a otros asuntos de la agenda internacional, que para muchos Estados, hoy en día resultan sensibles y de vital importancia, el cambio climático o la financiación para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros. Y aunque la posición de Donald Trump de retirarle financiación a la ONU por inoperante podría calificarse de absurda, por cuanto son evidentes los campos y temas en los que la actividad y presencia de esta organización ha mejorado la vida de millones de personas, lo cierto es que está siendo coherente con lo que muestra sobre el desarrollo de su agenda política, en especial sobre priorizar la seguridad nacional y proteger a los ciudadanos norteamericanos de cualquier tipo de amenaza tanto interna como externa, e incluso, abre el debate alrededor de un tema que no es nuevo para la Organización, y que también, otros presidentes norteamericanos señalaron en su momento y es el tema de su financiación versus eficacia. Sin lugar a dudas, algo que se necesita es dejar atrás la retórica, y pasar a la acción. Si bien para la mayoría de los Estados miembros de la ONU es necesaria una reforma, lo cierto es que ninguno ha implementado mayores acciones para lograrlo. Aunque al finalizar estos encuentros, muchas son las reflexiones que podrían convertirse en acciones o proyectos concretos, lo cierto es que los discursos parecen historias que se repiten una y otra vez. Los Estados hacen llamados urgentes para tomar acciones concretas en la lucha contra las amenazas a la seguridad internacional, motivo por el cual, a la fecha, la ONU cuenta con 38 comités y órganos subsidiarios directamente encargados del tema de la seguridad, pero ¿hasta qué punto, puede decirse que esté es hoy un mundo más seguro? El terrorismo toma nuevos rostros y actúa de diversas formas. El terrorismo de Estado sigue existiendo en un mundo cada vez más interconectado. El, narcotráfico, la trata de personas, el abuso de poder y la violación de los derechos humanos de miles de ciudadanos alrededor del mundo siguen latentes, y son reconocidos como críticos una y otra vez, por todos los miembros de la llamada comunidad internacional. Todos los años, en vísperas de la reunión de la Asamblea General de la ONU, distintos actores sociales, incluidos los propios Estados que la conforman, empiezan a cuestionar la eficacia de esta organización, olvidando, o simplemente desconociendo que las organizaciones internacionales finalmente son el resultado de lo que los Estados acuerdan hacer de estas, es decir, que al final si se quiere tener una ONU más eficaz los Estados deben dejarla actuar y facilitar su trabajo sin anteponer los intereses nacionales a los intereses globales. La única vía que podría dinamizar el trabajo de esta Organización, es la existencia de verdadera voluntad política por parte de todos sus miembros, para cumplir con los compromisos internacionales que como el Acuerdo de Paris sobre cambio climático, o los tratados de desnuclearización internacional por mencionar algunos, han sido suscritos como necesarios e ineludibles. Finalmente, la reflexión para acompañar el resultado del primer día de encuentros en la Asamblea General, parece inscribirse en lo escrito por Zygmunt Bauman, quien en 2011 en su libro Daños Colaterales: desigualdades sociales en la era global, señaló: «en un mundo inseguro, seguridad es el nombre del juego. La seguridad es el propósito supremo del juego y su apuesta máxima», palabras que llevan a afirmar que mientras aquellos que toman las decisiones sigan concentrados en este juego, «nosotros los pueblos del mundo», seguiremos inmersos en una especie de paranoia colectiva que continua priorizando los temas de la seguridad sobre los temas del desarrollo, y en esa línea, ninguna reforma estructural ni profunda a la ONU logrará dinamizarla.