Será que EEUU no está preparado para una mujer presidente

Hay un misterio en la actual campaña por la presidencia de Estados Unidos que nadie ha podido develar: ¿por qué Hillary Clinton, teniendo los pergaminos y la preparación para ser la presidenta más calificada (además de enfrentar un pésimo rival) no logra ser la favorita indiscutible para llegar a la Casa Blanca? Misoginia, dicen algunos. “Este país es muy racista, pero la misoginia, el sexismo, es aún más grave. Y la mujer es la peor enemiga de la mujer”, escribía la columnista Olga O’connor en The Miami Herald. En las primarias demócratas, Hillary Clinton no contó con el apoyo de la mayoría de las feministas jóvenes, que prefirieron a Sanders con el 80 % de los votos, según encuestas. “Puede que Clinton sea una mujer, pero también es blanca, rica, privilegiada y heterosexual”, escribió una estudiante universitaria durante la campaña. El pasado 11 de octubre, la página de análisis estadístico FiveThirtyEight hizo este experimento: se basó en encuestas reales para crear dos mapas, uno con los resultados electorales, si sólo votaran las mujeres, y otro en el que se reflejaba el de los hombres. En el primer caso, Clinton arrasaba con Trump por 458 votos electorales frente a 80. En el segundo, Trump conseguía 350, y Hillary apenas 188. Pero quizás la razón que impide que Hillary sea hoy, a nueve días de la cita en las urnas, la favorita indiscutible es que, a pesar de ser “muy inteligente”, tiene una pésima valoración entre los estadounidenses. Una reciente encuesta de The Washington Post reveló que la mayoría de electores percibe tanto en el republicano Donald Trump como en Clinton una ausencia de valores morales firmes. Sin embargo, a Clinton le va peor: su valoración es más baja: solo un 31 % cree que es honesta, mientras que el 66 % dice que no lo es. De nada parecer servir que todos los periódicos y revistas le hayan endosado su voto, que Hollywood entero la respalde y que hasta líderes republicanos hayan dicho que Donald Trump no puede llegar a la presidencia de EE. UU. Sus vínculos con Wall Street, sus correos electrónicos desaparecidos y su supuesta responsabilidad en fallos de seguridad que contribuyeron al ataque del consulado de Estados Unidos en Bengasi (Libia) parecen ser otras razones para el misterio que rodea el rechazo a Clinton. Después del escándalo de abuso sexual de Trump, Hillary se había desprendido un poco de esas sombras. Gracias al masivo apoyo que recibió en los últimos días de mujeres —que tampoco la quieren, pero que la ven como el mal menor frente a Trump—, subió siete puntos en las encuestas. El mejor momento de su campaña, sin duda, pues nunca le sacó más de 4 puntos de ventaja a Trump. No obstante, luego de que el FBI reveló que reabriría una investigación en contra de Clinton por el uso de un servidor privado cuando era Secretaria de Estado, la candidata cayó estrepitosamente en las encuestas. El oxígeno que necesitaba en la recta final lo recibió del director del FBI, James Comey, republicano, quien había criticado en julio el manejo de Clinton de información delicada en sus correos electrónicos, pero que no halló méritos para presentar cargos en su contra. Una bomba. Según el diario The New York Times, el FBI reabrió la investigación tras hallar correos en un ordenador portátil de la principal asesora de Clinton, a quien considera su “segunda hija”, Huma Abedin, y su exmarido Anthony Weiner, de quien se separó al verse envuelto en una investigación por enviar mensajes con contenido sexual a una menor. Hoy, Clinton sólo le lleva un punto de ventaja a Donald Trump, que aprovecha el momento para revivir una frase que lo hizo famoso entre sus seguidores: “Crooked Hillary” (Hillary, la corrupta). A nueve días de la elección, una encuesta de ABC News/Washington Post, divulgada este domingo otorga una ventaja de apenas un punto porcentual a Clinton, del 46 % contra el 45 % para el candidato republicano. Y un dato peor: en Florida, un estado vital para tener chance de llegar a la Casa Blanca, Trump pasó al frente con el 46 % de las adhesiones contra el 42 % para Clinton. Aunque las mediciones siguen pronosticando una victoria de la demócrata, Trump sigue vivo, y con posibilidades. Todo depende de lo que suceda hoy, pues, según varios medios, senadores demócratas escribieron una carta a Comey y a su jefa, la secretaría de Justicia, Loretta Lynch, pidiendo que aclaren, antes de la noche de este lunes, si los nuevos correos electrónicos son pertinentes para una nueva investigación. ¿Puede costarle a Clinton la presidencia este nuevo escándalo? De acuerdo con un sondeo de Washington Post-ABC News , 6 de cada 10 votantes dicen que la noticia de los correos no hará ninguna diferencia en su voto, mientras que poco más de 3 de cada 10 dicen que les hace menos probable apoyarla; el 2 % dice que es más probable que no la respalde como consecuencia de las revelaciones. A pesar de la tormenta, modelos de predicción electoral en Estados Unidos (que reúnen todas las encuestas y promedian, sumando varios factores), Hillary Clinton es la favorita para ser presidenta. Explican que Trump se desplomó en septiembre, cuando sus posibilidades llegaron por debajo del 10 %. Pero hoy sus probabilidades están en el 12 %, un número que, advierten, hay que vigilar. “Es decir que, aunque las posibilidades son pocas, hay una ventana para que el magnate gane”. Y cabe recordar que en las primarias republicanas los números dieron como “imposible” que Trump se convirtiera en candidato presidencial…

La primera candidata a la presidencia de EE.UU., 143 años antes que Hillary Clinton

La exsecretaria de Estado estadounidense Hillary Clinton logró la nominación presidencial demócrata para las elecciones de 2016. Pero otra mujer de la que muy pocos habrán oído hablar se le adelantó más de un siglo. Una mujer tan radical que fue amada y rechazada con igual intensidad. Tan rebelde que defendió en el siglo XIX el amor libre y la prostitución legal. Tan innovadora que no sólo se postuló a la presidencia de Estados Unidos sino que fue corredora de bolsa en Nueva York en un mundo financiero dominado por hombres. Victoria Woodhull tenía 33 años cuando fue nominada como candidata a la Casa Blanca por el Partido por la Igualdad de Derechos. Su candidatura fue presentada en mayo de 1872, casi medio siglo antes de que las mujeres obtuvieran el derecho a votar en Estados Unidos. «La agitación del pensamiento es el comienzo de la sabiduría. Pero eso me gusta», escribió Woodhull, una mujer cuya vida fue una sucesión de confrontaciones con las creencias de su época. ¿Quién fue esta joven autodidacta y con escasa educación formal que hoy es recordada como una pionera? Victoria fue la quinta de los siete hijos -diez según algunos relatos- de Reuben y Roxanna Claflin. Algunos historiadores ven las raíces de la rebeldía de la joven en su crianza nada convencional. Su madre era adivina, médium y clarividente, y su padre trasladaba a la familia incesantemente con su venta itinerante de medicinas «milagrosas». Reuben Claflin participó además según historiadores en diferentes negocios al margen de la ley y los viajes constantes habrían sido ante todo para escapar de la justicia. Victoria y su hermana Tennessee se iniciaron como adivinas y médiums siendo adolescentes, pero abandonaron tempranamente el hogar paterno. «De la crueldad de sus padres, Victoria huyó a la crueldad insoportable de su primer esposo», escribió sobre la futura candidata su biógrafo Theodore Tilton. La joven se casó con apenas 15 años con Canning Woodhull, también vendedor de medicinas. Tuvieron dos hijos, Byron, quien nació con problemas mentales que Victoria atribuyó al alcoholismo de su marido, y una niña, Zula. Algunos relatos señalan que Woodhull golpeó frecuentemente a su joven esposa antes de abandonarla. La pareja se divorció en 1864. Seguramente su dolorosa experiencia con Woodhull contribuyó a que Victoria se convirtiera en devota defensora del amor libre. La joven se había interesado en las ideas del pensador socialista francés Charles Fourier, quien pregonaba la libertad en materia sexual y quien habría utilizado por primera vez el término «feminista». Cuando Victoria y su hermana fundaron en 1870 su propio semanario, Woodhull and Claflin’s Weekly, utilizaron la publicación para defender los derechos de la mujer como agente libre e independiente, capaz de tomar sus propias decisiones en materia de negocios o relaciones sexuales. Lo que Victoria defendía era, en sus propias palabras, «la libertad sexual para todos, la libertad de los monógamos de practicar la monogamia, y la de los que eligen múltiples parejas de tenerlas». En 1866, según relatos de la época, Victoria se casó con su segundo esposo, James Harvey Blood, también defensor de ideas radicales sobre la libertad sexual. La pareja se mudó a Nueva York, donde Victoria y su hermana conocieron al financista acaudalado Cornelius Vanderbilt, que había quedado viudo a los 76 años. Las hermanas ejercieron como médium para que Vanderbilt contactara a su difunta esposa y Vanderbilt les ayudó a su vez a conocer los secretos de la bolsa de valores. El financista también las respaldó para que fundaran la primera empresa de corredores de bolsa propiedad de mujeres en Wall Street, una compañía llamada Woodhull, Claflin and Company. Las ganancias permitieron a las hermanas fundar su semanario, en el que no sólo publicaron el Manifiesto Comunista de Marx, sino que dejaron en claro sus ideas progresistas en materia política. Para Victoria, el gobierno se había convertido en un mero instrumento «para que una clase imponga sus reglas sobre las otras». La joven era partidaria de un sistema basado en la igualdad política y económica, no sólo de derechos sino de acceso a oportunidades. En mayo de 1872 un grupo que se había separado del NWSA, los Reformistas Radicales Nacionales, nominaron a Victoria Woodhull como candidata a la presidencia por el Partido por la Igualdad de Derechos. Pero en el período de las elecciones Victoria y su hermana estaban en la cárcel. Las hermanas habían denunciado en su semanario la hipocresía de personajes conocidos de la época que pregonaban, pero no respetaban, una estricta moralidad, y llegaron a revelar escándalos de adulterio. Su osadía las enfrentó con el puritanismo de Anthony Comstock, inspector de Correos quien había implementado reglas rígidas que prohibían la distribución de «material obsceno» en publicaciones como el semanario. Ambas fueron encarceladas durante meses y no se sabe si Woodhull tuvo algún tipo de apoyo en los comicios presidenciales. Victoria se divorció de James Blood y en 1877 se mudó con su hermana y su madre a Inglaterra, donde se casó con su tercer esposo, el banquero John Biddulph Martin. Aunque viajó ocasionalmente a Estados Unidos, Victoria permaneció en Inglaterra, donde se involucró en la larga y desgastante lucha por el sufragio femenino liderada, entre otras, por Emmeline Pankhurst y sus hijas. La excandidata a la presidencia de EE.UU. falleció en junio de 1927, a la edad de 88 años. Algunos críticos apuntan inconsistencias en sus ideas, como la defensa de la igualdad económica por un lado, y sus actividades en Wall Street, por otro. Pero más allá de las críticas, Victoria Woodhull transformó la dureza de sus circunstancias personales y las restricciones que enfrentó como mujer en el siglo XIX en un camino de crecimiento. Su mayor acto de rebelión contra las creencias que subyugaban a las mujeres de su época fue su propia vida.1

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