Trump declara la guerra a los opiáceos en Estados Unidos
El presidente de EE.UU. decreta una «emergencia de salud pública» en el país. Hasta 64.000 personas murieron durante 2016 por el consumo de opiáceos. La declaración permitirá destinar más fondos a la lucha contra esa adicción El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado este jueves una «emergencia de salud pública» en todo el país por el consumo de opiáceos, que el año pasado provocó la muerte de 64.000 personas, lo que ha calificado como la peor crisis por el abuso de drogas de «la historia de la humanidad». «De manera efectiva a partir de hoy, mi Gobierno declara la epidemia de los opiáceos como una emergencia de salud pública», ha anunciado Trump en un acto en la Casa Blanca, en el que ha denunciado que Estados Unidos es el país que más analgésicos opiáceos consume en el mundo. La declaración de emergencia sanitaria nacional permitirá destinar más fondos a nivel estatal y federal para la lucha contra la adicción a analgésicos con receta, como OxyContin o Vicodin, que lleva a muchos estadounidenses a engancharse después a la heroína. En principio, tendrá una duración de 90 días, pero puede ser renovada de manera indefinida. Las muertes por opiáceos se han disparado en Estados Unidos
Una muerte cada siete horas
El mandatario ha firmado un memorándum presidencial en el que ordena al secretario en funciones del Departamento de Salud y Servicios Humanos, Eric Hargan, dicha declaración y en el que pide a todas las agencias del Gobierno que prioricen la lucha contra los opiáceos «Estados Unidos es de lejos el mayor consumidor de estas drogas, consume más pastillas por persona que cualquier otro país del mundo, de lejos», ha subrayado Trump, reiterando que la actual crisis es «la peor de la historia de Estados Unidos» y de «la historia de la humanidad». Según los datos que ha ofrecido el presidente, procedentes de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), 64.000 personas murieron el año pasado por sobredosis de opiáceos, incluida la heroína, en Estados Unidos, lo que supone la muerte de 175 estadounidenses al día y siete víctimas mortales cada hora. La heroína deja de ser una droga del pasado en Estados Unidos
Luchar contra la demanda y el tráfico
Trump ha reconocido que hay que afrontar el problema de la demanda de drogas de Estados Unidos, pero ha señalado que no existe «otra opción» que trabajar con otros países, como China o los países latinoamericanos, para afrontar el asunto desde donde se originan esas sustancias. En este sentido, ha afirmado que el «90 % de la heroína» que llega a Estados Unidos pasa a través de la frontera con México, donde ha vuelto a prometer que construirá un muro que «tendrá un gran impacto».Durante el acto en la Casa Blanca, Trump ha estado acompañado por la primera dama, Melania, así como por padres que han perdido a sus hijos por la drogadicción y miembros de las fuerzas de seguridad que luchan contra el tráfico de drogas.
¿Qué son los opioides?
Los opioides son medicamentos que alivian el dolor. Reducen la intensidad de las señales de dolor que llegan al cerebro y afectan las áreas del cerebro que controlan las emociones, lo que disminuye los efectos de un estímulo doloroso. Los medicamentos que pertenecen a esta clase incluyen la hidrocodona (por ejemplo, la Vicodina), la oxicodona (por ejemplo, el OxyContin y el Percocet), la morfina (por ejemplo, el Kadian y la Avinza), la codeína y otros medicamentos relacionados. Los productos de hidrocodona son los más comúnmente prescritos para una variedad de afecciones dolorosas, incluyendo el dolor dental y el dolor relacionado con las lesiones. La morfina se utiliza a menudo antes y después de procedimientos quirúrgicos para aliviar el dolor agudo. Asimismo, la codeína a menudo se receta para tratar el dolor leve. Además de sus propiedades analgésicas, algunos de estos medicamentos como la codeína y el difenoxilato (Lomotil), pueden utilizarse para aliviar la tos y la diarrea severa.
¿Cómo afectan los opioides al cerebro y al resto del cuerpo?
Los opioides actúan adhiriéndose a proteínas específicas llamadas receptores de opioides, que se encuentran en el cerebro, la médula espinal, el tracto gastrointestinal y otros órganos en el cuerpo. Cuando estas drogas se adhieren a sus receptores, reducen la percepción del dolor. Los opioides también pueden producir somnolencia, confusión mental, náusea, estreñimiento y, dependiendo de la cantidad de la droga consumida, pueden deprimir la respiración. Algunas personas experimentan una respuesta eufórica a los opioides, ya que estos fármacos también afectan a las regiones del cerebro implicadas en la gratificación. Las personas que abusan de opioides pueden tratar de intensificar su experiencia al tomar la droga en maneras diferentes a las prescritas. Por ejemplo, el OxyContin es un medicamento oral utilizado para tratar el dolor moderado a severo a través de una liberación lenta y constante del opioide. Las personas que abusan del OxyContin pueden inhalarlo o inyectárselo,2 lo cual aumenta su riesgo de sufrir complicaciones médicas graves, como una sobredosis.
La dependencia en comparación con la adicción
La dependencia física se produce debido a las adaptaciones normales del cuerpo a la exposición crónica a una droga y no es lo mismo que la adicción. La adicción, que puede incluir la dependencia física, se distingue por la búsqueda y el consumo compulsivo de la droga a pesar de las consecuencias que en ocasiones pueden ser devastadoras.
Cuando una persona es físicamente dependiente de un medicamento, experimentará síntomas de abstinencia cuando reduce o detiene bruscamente el consumo del fármaco. Estos síntomas pueden ser leves o graves (dependiendo del fármaco) y por lo general se pueden controlar médicamente o se pueden evitar reduciendo el consumo de la droga lentamente.
La dependencia suele ir acompañada de la tolerancia, es decir, la necesidad de tomar dosis cada vez más altas de un medicamento en un intento de obtener el mismo efecto. Cuando se produce la tolerancia, puede ser difícil para un médico evaluar si un paciente está desarrollando un problema con la droga o si tiene una necesidad médica real de dosis más altas para controlar sus síntomas. Por esta razón, los médicos deben estar alertas y atentos a los síntomas y nivel de funcionamiento de sus pacientes para darles el tratamiento adecuado.
¿Cuáles son las posibles consecuencias del consumo y el abuso de opioides?
Si se toman tal como se recetan, los opioides se pueden utilizar para controlar el dolor de una manera segura y eficaz. Sin embargo, cuando se abusan, incluso una sola dosis grande puede causar una depresión respiratoria grave y la muerte. Bien administrado, el uso médico a corto plazo de los analgésicos opioides rara vez causa adicción, la cual se caracteriza por la búsqueda y el consumo compulsivo de una droga a pesar de las consecuencias adversas graves. El uso regular (por ejemplo, varias veces al día, durante varias semanas o más) o el uso o abuso de los opioides a más largo plazo puede dar lugar a la dependencia física y, en algunos casos, a la adicción. La dependencia física refleja una adaptación predecible, y a menudo normal, del cuerpo a la exposición crónica a una droga, y no es lo mismo que la adicción (véase el recuadro “La dependencia en comparación con la adicción”). En cualquier caso, los síntomas de abstinencia se pueden producir si el uso de drogas se reduce repentinamente o se detiene. Estos síntomas pueden incluir agitación, dolores musculares y de los huesos, insomnio, diarrea, vómitos, escalofríos con piel de gallina (“cold turkey”) y movimientos involuntarios de las piernas.
Medicamentos que no requieren receta médica
Los medicamentos que no requieren receta o prescripción médica, que también se conocen como de venta libre u “over-the-counter” (OTC) en inglés, pueden ser objeto de abuso por sus efectos psicoactivos. Éstos incluyen supresores de la tos o antitusivos, somníferos y antihistamínicos. Normalmente, abusar de ellos significa tomar dosis superiores a las recomendadas o combinar estos medicamentos de venta libre con alcohol, drogas ilegales o fármacos recetados. Cualquiera de estas prácticas puede tener resultados peligrosos, dependiendo de los medicamentos involucrados. Algunos contienen aspirina o acetaminofeno (Tylenol), que en dosis altas pueden ser tóxicos para el hígado. Otros, cuando se toman por sus “propiedades alucinógenas”, pueden causar confusión, psicosis, coma e incluso la muerte.
Los jarabes para la tos y los medicamentos para el resfrío son los fármacos de venta sin prescripción que más se abusan. En el 2010, por ejemplo, el 6.6 por ciento de los estudiantes de 12º grado tomaron jarabe para la tos “para drogarse”. En dosis altas, el dextrometorfano, un ingrediente clave que se encuentra en el jarabe para la tos, puede actuar como la PCP o la ketamina, produciendo efectos disociativos o experiencias extracorporales.
Es peligroso utilizar los opioides con otros medicamentos?
Sólo bajo la supervisión de un médico se pueden utilizar con seguridad los opioides en combinación con otros fármacos. Por lo general, no deben usarse con otras sustancias que deprimen el sistema nervioso central, como el alcohol, los antihistamínicos, los barbitúricos, las benzodiacepinas o los anestésicos generales, ya que estas combinaciones aumentan el riesgo de una depresión respiratoria que puede peligrar la vida.