Explotar la rabia anti-Trump, la palanca demócrata para arrebatarle el Congreso a los republicanos

Con 24 escaños adicionales, el Partido Demócrata se quedaría con la Cámara Baja. Por eso, ya activaron un nuevo programa para incentivar el voto en las elecciones de medio término de noviembre, comicios que suelen contar con muy baja participación. Con las primarias en Texas la proxima semana, y a nueve meses de las elecciones de medio término, los partidos ponen en marcha sus maquinarias para obtener -o defender- las mayorías en la Cámara de Representantes, que se renueva totalmente, y en el Senado, que somete un tercio de sus escaños a votación. La historia indica que en estos comicios que coinciden con la mitad del periodo presidencial, el partido en el gobierno pierde escaños -32 en promedio- particularmente cuando la popularidad del presidente está por debajo del 50% (como es el caso de Donald Trump). Así que, considerando que hace falta 24 puestos para lograr la mayoría, en el Partido Demócrata podrían estar confiados en un seguro avance que les permita recuperar espacios parlametarios. Las encuestas genéricas indican que los demócratas tienen ventaja sobre los republicanos en la preferencia de voto. Un trabajo del Pew Center de fines de febrero indica que los opositores gozan de un 53% de la preferencia, frente al 39% del partido de gobierno. Un sondeo del diario USA Today publicado este jueves indica que 2 de cada 3 ciudadanos quieren que el Congreso se enfrente más a la Casa Blanca y no que siga las indicaciones que le propone el presidente. Pero hay un doble problema: por un lado, la experiencia con las encuestas de 2016, la mayoría de las cuales no predijo el triunfo de Trump, y por otro, las estadísticas no necesariamente lleva a los votantes a comportarse de esa manera lineal como algunos esperan. “Esa tendencia es innegable”, aseguró a Univision Noticias Francisco Pelayo, portavoz del Comité Nacional Demócrata. “Sin embargo, más que una preocupación del partido por el tema de las tendencias, es lograr que haya una participación masiva. El 2014 fue una de las elecciones de medio término con uno de los niveles más bajos de participación y en cambio esta elección podría ser una elección histórica”, expresó. El Partido Demócrata anunció esta semana el programa I Will Vote (Yo Voy a Votar), una alianza con varios comités de acción política para movilizar hasta 50 millones de antiguos y nuevos votantes que respalden la plataforma demócrata en 2018.

Virginia y Alabama como ejemplo

Para los demócratas, el 2017 ha sido un año de triunfos importantes y muchas señales positivas que consideran que pueden marcar la tendencia de lo que pasará en noviembre. Doug Jones se convirtió en el primer demócrata en casi tres décadas en ganar un puesto en el Senado federal por Alabama, tras derrotar al republicano Roy Moore, afectado por denuncias de conducta sexual inapropiada con menores de edad cuando él tenía unos 30 años de edad. Los demócratas también se impusieron en las elecciones de gobernador en Nueva Jersey y Virginia. En este último estado lograron ganar 15 asientos de la Cámara de Delegados, la asamblea legislativa, incluyendo a las dos primeras latinas. En total, le han quitado a los republicanos 39 escaños en las legislaturas estatales, algunos en zonas donde los conservadores son tradicionalmente fuertes y en las que el presidente Donald Trump ganó con comodidad las elecciones.  El Comité de Campaña Congresional Demócrata (DCCC, por sus siglas en inglés) ha identificado 100 distritos de representatntes en los que aseguran que podrían arrebatarle a los republicanos el control, en su llamado programa Rojo a Azul. Y aunque solo necesitan 23 para lograr la mayoría, consideran que muchas de esas circunscripciones pueden pasar a sus manos. u contraparte, el Comité Congresional Nacional Republicano, solo reconoce la vulnerabilidad de 10 de sus escaños, mientras que consideran que pueden desplazar a los demócratas en 36 puestos, de acuerdo con su programa Frontline.

La ‘resistencia’ a Trump

Los comicios de 2016 también dejaron una advertencia sobre cómo una baja participación de la base demócrata y una alta de la republicana puede haber impactado el resultado en estados clave, particularmente Pennsylvania, Michigan y Wisconsin. Paralelamente, la llegada de Trump a la Casa Blanca también movilizó la llamada “resistencia”, grupos liberales que desconfían de las propuestas políticas del gobierno republicano, una corriente con la que parecen contar los opositores para recuperar espacios en el Congreso y otros cargos que se someten a elección este noviembre. “Nuestro primer programa de compromiso al voto traducirá el activismo en un compromiso a votar por candidatos demócratas para todos los cargos en la boleta electoral este noviembre y está diseñado para contactar a los votantes y las comunidades de todo el país tanto en línea como en persona, con herramientas innovadoras y nuevas tecnologías”, explicó el director del Comité Nacional Demócrata, Tom Pérez, en un comunicado distribuido a los medios.

Voto latino

La estrategia demócrata tiene en la mira a los votantes de origen hispano y por eso forma parte de ella PODER PAC, un comité que busca aumentar el número de latinas en el Congreso, y Latino Victory, otro grupo que promueve candidatos a cargos populares salidos de la comunidad. “Es indudable que el Partido Republicano se ha convertido en un partido antiinmigrante, se ha convertido en un partido que ve a las personas de color, no solamente a los latinos, sino a las personas de la comunidad afroamericana como secundarias. O como pasó en Puerto Rico, que los tratan como ciudadanos de segunda categoría”, afirmó Pelayo. Sin embargo, Pelayo no considera que haya una excesiva atención al voto minoritario, una crítica que algunos hicieron a la campaña de Hillary Clinton. “Hay una variedad suficientemente amplia (en el mensaje) como para tratar de atraer a los votantes y a todas las comunidades y no solo porque sean de color”. En un país en el que los votantes tienden a participar poco, para estándares de naciones desarrolladas, las elecciones de medio término suelen ser menos concurridas que las presidenciales, pese a que se realizan por distritos y por tanto podrían resultar más cercanas a los ciudadanos. En las de 2014 votó el 35,5% de electorado, el nivel más bajo desde 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando participó el 33,9%. La participación en elecciones de mitad de período nunca ha alcanzado el 50% del padrón electoral, de acuerdo con los datos oficiales.

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