Un iceberg cuatro veces más grande que Los Ángeles se desprende finalmente de la Antártida

Su volumen es el doble que el del Lago Erie, uno de los Grandes Lagos, situados en la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Se trata de una de las estructuras de hielos más grandes de la historia. Un iceberg con una superficie de unas 3,600 millas cuadradas (5,800 kilómetros cuadrados) se separó de una plataforma en la Antártida, informaron este miércoles los científicos del proyecto MIDAS que vigilaban su evolución y señalaron que se trata de uno de los mayores de la historia. Los expertos en estudios antárticos de la universidad galesa de Swansea indicaron en un comunicado que el desprendimiento se produjo entre el 10 y el 12 de julio, cuando el iceberg se separó del segmento Larsen C del continente blanco. El iceberg, que se espera sea denominado A68, pesa más de un billón de toneladas, según MIDAS, que ha precisado que la ruptura fue detectada por el instrumento satelital Aqua MODIS de la NASA. «El iceberg es uno de los más grandes registrados», señaló el profesor de la Universidad de Swansea Adrian Luckman y jefe de investigación del proyecto MIDAS. Luckman señaló que es difícil de predecir el futuro próximo del iceberg, que podría permanecer en una sola pieza, aunque «es más probable que se rompa en fragmentos». «Parte del hielo puede permanecer en el área durante décadas, mientras que partes del iceberg pueden derivar hacia el norte en aguas más cálidas», explicó. El desprendimiento ha reducido alrededor de un 12 % el tamaño de Larsen C y los científicos advierten de que este fenómeno transformará para siempre el paisaje de esta península antártica. En todo caso, expertos del proyecto MIDAS aseguran que desde ahora la plataforma queda en situación muy vulnerable.

La Antártida es el cuarto continente más grande del mundo, superior a Europa. Hay glaciares que tienen miles de años. El deshielo de la Antártida es una realidad: en 2002, y como consecuencia de unos veranos inusualmente cálidos, la plataforma de hielo Larsen B se desintegró parcialmente y probablemente se fragmentará en cientos de icebergs que flotarán a la deriva. Los científicos, en su gran mayoría, están de acuerdo con que el aumento sin precedentes de los gases de efecto invernadero contribuyen al calentamiento global y al deshielo de la Antártida. Pero discrepan sobre la tasa de aumento del nivel del mar: las diferencias son de unos cuantos centímetros, pero las consecuencias son catastróficas en cualquiera de los casos. «Podría resultar desastroso para muchas ciudades costeras. En Boston, por ejemplo, podría aumentar más de un metro y medio en los próximos cien años. Pero la buena noticia es que una reducción agresiva de las emisiones limitaría el riesgo de un gran retroceso de la capa de hielo antártica», asegura Robert DeConto, de la Universidad de Massachusetts Amherst, que acaba de publicar un estudio en Nature junto con David Pollard, de la Universidad Estatal de Pensilvania.

¿Sobre qué discrepan los científicos?

Los científicos discrepan sobre cuál es el modelo más acertado para calcular la tasa de aumento del nivel del mar. Las estimaciones recientes del Grupo Intergubernamental sobre el Cambio Climático, acerca de la subida del nivel del mar en los próximos cien años, «podrían ser demasiado bajas», según recoge la Universidad de Massachusetts Amherst. El nivel del mar, según DeConto y Pollard, podría aumentar ¡más de quince metros! en el año 2500 si continúan creciendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Ambos científicos han creado un nuevo modelo climático que tiene en cuenta el deshielo causado por el calentamiento de las corrientes oceánicas, que pueden devorar las capas de hielo por su parte inferior, y por el aumento de la temperatura atmosférica, que deshace la parte superior del hielo. Mediante este modelo, que atiende al desmoronamiento de los acantilados de hielo, han podido comprender mejor otros episodios de crecidas en el pasado, por ejemplo durante el período interglaciar de hace unos 125.000 años e incluso mucho antes, durante el Plioceno, hace unos tres millones de años. En definitiva, el estudio demuestra que la capa de hielo de la Antártida es altamente sensible al calentamiento climático y que, si no se frena inmediatamente esta tendencia tan negativa, «el calentamiento atmosférico se convertirá pronto en el motor principal del deshielo y, a su vez, el calentamiento oceánico retrasará la recuperación de la masa de hielo durante miles de años».

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