Viviendas desocupadas: el silencioso problema que enfrenta Nueva York

Un estudio de la Oficina Independiente de Presupuestos de Nueva York revela que casi un tercio de la vivienda pública está subocupada por personas mayores que viven solas. ¿Pero se puede encontrar una solución que no signifique un desalojo? Las tasas de vacantes en las viviendas públicas de la ciudad de Nueva York han caído a una tasa extraordinariamente baja: 0.6%. Hasta diciembre de 2017, solo 1,050 unidades están disponibles, y 25,000 familias están esperando a que se desocupe un lugar. Pero no se trata simplemente de que no hay suficientes habitaciones vacías. Casi un tercio de todos los apartamentos de la Autoridad de la Vivienda de la Ciudad de Nueva York (NYCHA, por sus siglas en inglés) están subocupados, según un nuevo informe de la Oficina Independiente de Presupuestos (IBO, por sus siglas en inglés) de la ciudad. De las 176,066 unidades de vivienda pública que la NYCHA renta, 57,155 estaban subocupadas en enero de 2017. Aproximadamente la mitad de esas unidades estaban encabezadas por residentes mayores, de 65 años en adelante. La presencia de incluso un dormitorio extra convierte a una unidad en «subocupada». Eso ocurre a menudo cuando los niños crecen y se mudan, dejando a los residentes mayores con unidades de vivienda pública demasiado grandes para su composición familiar actual. Éstas son «personas que potencialmente en algún momento de sus vidas vivieron en la unidad de tamaño adecuado, y tuvieron una familia grande», dijo Elizabeth Brown, analista supervisora de Vivienda, Medio Ambiente e Infraestructura de la IBO y autora del informe. «Pero actualmente, dada la etapa en que se encuentran en sus vidas, tienen más habitaciones de las necesarias». El problema es que identificar y llenar esas unidades subocupadas –un proceso llamado redimensionamiento– durante mucho tiempo ha resultado frustrante para los funcionarios de la NYCHA, que aún no han podido encontrar una solución efectiva y humana que no sea desplazar, reorganizar y separar. «La NYCHA tiene una política de redimensionamiento, pero la realidad es que la tasa de vacantes extraordinariamente baja –0.6%– limita nuestra capacidad de ofrecer nuevas unidades a aquellas personas que deseen redimensionarse», dijo la NYCHA en un comunicado enviado por correo electrónico. En 2016, el alcalde Bill de Blasio financió un nuevo programa piloto de redimensionamiento para incentivar más activamente a las familias que viven en unidades extremadamente subocupadas a mudarse a apartamentos de tamaño adecuado. En lugar de presionarlos para que se fueran, la ciudad trató de atraerlos con un incentivo de 5,000 dólares que cubría el empaquetado, la mudanza y el desempaquetado. Una vez que llegaban a apartamentos nuevos, se les brindaban servicios de apoyo para facilitar la transición. Aun así, muchos residentes no estuvieron dispuestos a hacerlo. «Según los resultados de esta prueba piloto, el incentivo monetario no fue el factor más importante para el redimensionamiento, sino la ubicación», dijo la NYCHA en un correo electrónico. «Los residentes querían permanecer en su comunidad». Esa situación se dio principalmente entre los inquilinos mayores, especialmente aquéllos que pudieron haber tenido hijos que crecieron, cónyuges que fallecieron y miembros de la familia que se mudaron a otros sitios. Entre las personas mayores que viven solas, el capital social en esos lazos comunitarios puede ser todo lo que les queda. «La gente quiere quedarse en sus casas y comunidades a medida que envejece. Romper esos lazos es muy difícil».  Las existencias de habitaciones vacías de la ciudad son enormes, pero están distribuidas de manera desigual. De los 84,751 apartamentos de dos dormitorios en Nueva York, aproximadamente el 35% están subocupados; de los 39,482 apartamentos de tres dormitorios, alrededor del 56% están subocupados; y de los 5,665 apartamentos de cuatro dormitorios, casi el 60% están subocupados. Los apartamentos grandes son más raros, pero también se llenan con menos frecuencia: Solo hay 915 apartamentos de la NYCHA con cinco o más dormitorios, pero el 75%, o 687 de ellos, están subocupados. Creo que, si nos fijamos en los datos demográficos actuales de Nueva York en general, se buscan unidades más pequeñas (de un dormitorio, estudios)», dijo Brown. «Si nos fijamos en la lista de espera de la NYCHA, eso es lo que la gente está buscando ahora». No solo en el caso de las viviendas públicas, sino de la ciudad en general: Las unidades más pequeñas tienen más demanda». Aunque las familias se combinan con apartamentos que corresponden a su tamaño, los apartamentos más grandes son los más difíciles de completar. Esta tendencia se está acelerando. En 2012, los datos de la NYCHA revelaron que 56,300 apartamentos estaban subocupados; en cinco años, esa cifra ha crecido en más de 1,000. El fenómeno no es solo el uso ineficiente de un recurso muy limitado, técnicamente no cumple con los códigos: El Departamento de Vivienda de Estados Unidos ordena que las autoridades estatales de vivienda no sobreocupen ni subocupen sus apartamentos. En un esfuerzo para cumplir mejor con estas pautas federales, la NYCHA renovó su proceso de redimensionamiento de unidades subocupadas en 2012. Cada año, los residentes de viviendas públicas deben completar un proceso de recertificación de ingresos para confirmar la elegibilidad, donde también se les pide que revelen cuántas personas viven con ellos. Cuando se descubre que un apartamento está subocupado, el personal le pide a los residentes que consideren el redimensionamiento. Luego se les envía una carta solicitando que soliciten una transferencia dentro de su urbanización. Si el residente no toma medidas dentro de los 10 días posteriores, se le envía otra carta de advertencia. Si se deja sin contestar una tercera, se los colocará en una lista de transferencias de todo el distrito. Pero esa política de las tres cartas nunca se aplicó enérgicamente, según los representantes de la NYCHA. «No decimos que se les obliga a mudarse», dijo Jasmine Blake, secretaria de prensa de la NYCHA. «Creo que ése es, oficialmente, el procedimiento estándar, pero no buscamos eso, realmente». En una audiencia pública en 2012 para abordar las inquietudes de los residentes redimensionados, a los asistentes les preocupaba que las consecuencias de vivir en un apartamento subocupado no estaban claras. «Entiendo la necesidad de maximizar la utilización del valioso parque de viviendas públicas de la ciudad», dijo Linda B. Rosenthal, miembro de la Asamblea del Estado de Nueva York, quien representa el Upper West Side de Manhattan. «Sin embargo, estoy extremadamente preocupada por la falta de previsión que ha sido evidente durante todo el proceso». Un inquilino que habló en la audiencia sintió que había sido desalojado injustamente por no haberse mudado voluntariamente al apartamento más pequeño al que había sido reasignado. La NYCHA negó esa alegación. Los representantes de la NYCHA reconocen que la aplicación de las regulaciones es un tema crítico y están trabajando en la redacción de una nueva legislación, un proceso que describieron como «en su infancia». Se suponía que la iniciativa de De Blasio en 2016 de ofrecer incentivos debía reducir proactivamente las tasas de subocupación, pero «cuando la gente realmente demostró que preferiría quedarse en sus casas antes que aceptar incentivos, eso realmente nos retrasó», dijo Blake. La estabilidad de la vivienda es particularmente crítica en la vejez, dijo Shannon Guzmán, experta en vivienda de la AARP, la Asociación Estadounidense de Pensionados. «La gente quiere quedarse en sus casas y comunidades a medida que envejece», dijo. «Han establecido ciertas conexiones con sus vecindarios, han criado a sus familias y también han establecido conexiones con los servicios que están disponibles en su comunidad. Romper esos lazos es muy difícil». En un estudio de la AARP, casi el 90% de los mayores de 65 años dijeron que preferían permanecer en sus hogares actuales. Los que están en viviendas públicas dicen lo mismo, y la autoridad de vivienda está obligada a protegerlos, según Blake, la secretaria de prensa de la NYCHA. «No aplicamos agresivamente [transferencias forzadas], porque en el núcleo de lo que hacemos está nuestro deseo de que las personas mayores envejezcan en sus lugares escogidos», dijo. «No queremos obligar a la gente a abandonar sus hogares». Entonces, ¿qué se puede hacer? Los defensores de la vivienda insisten en que la ciudad necesitará más viviendas públicas específicamente adaptadas a las necesidades de las personas mayores. Metro-IAF propuso construir 15,000 nuevas unidades para albergar al menos a la mitad de los casi 30,000 inquilinos mayores que viven en unidades subocupadas. «Eso permitiría una mudanza masiva y, lo que es igualmente importante, abriría las viviendas públicas a una nueva generación que ahora no tiene acceso», dijo un editorial del NY Daily News. ¿La contraoferta del alcalde? Solo 1,000 unidades La construcción de nuevas viviendas para los residentes de mayor edad tampoco resolvería por completo la cuestión del desplazamiento –las personas mayores todavía tendrán que mudarse– ni tampoco solucionaría el daño que provoca el redimensionamiento a los neoyorquinos que no son personas mayores. Los inquilinos mayores actualmente encabezan el 40% de las familias en viviendas públicas de Nueva York, y 28,678 de esas unidades están subocupadas; cada vez es más difícil alojarlos sin aumentar el tamaño de la lista de espera de vivienda pública. El problema no va a desaparecer por sí solo, y a medida que la vasta generación Baby Boomers envejece, es probable que empeore en muchas ciudades de todo el país.

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