América Latina vive sumida en la corrupción

Para Transparencia Internacional, la revelación de los Panama Papers en abril del 2016 y la retribución de 3,500 millones de dólares por parte de Odebrecht a los países en los que fue acusada de corrupción son señales de que la lucha contra la corrupción en América Latina va por buen camino. La palabra corrupción ocupó un lugar preponderante durante el 2016 en América Latina. Durante el año que acaba de terminar, salieron a la luz cientos de nombres de personas y corporaciones vinculadas con los paraísos fiscales en los llamados Panama Papers y Bahamas Leaks. Para cerrar el año, se destapó la estructura de corrupción de la constructora brasileña Odebrecht en 10 países de América Latina. Las principales economías de la región se vieron expuestas a una trama de pago de sobornos por más de 735 millones de dólares, con excepción de Chile.Para cerrar el ciclo de un año maldito, el Índice de Percepción de la Corrupción 2016 de Transparencia Internacional (http://www.transparency.org/news/feature/corruption_perceptions_index_20…) confirmó el daño que provoca la corrupción en la reputación de los países. Venezuela, por ejemplo, ocupó la peor posición del ránking de Transparencia Internacional al tiempo que fue el segundo país donde Odebrecht pagó más sobornos (98 millones de dólares).  El caso de Brasil puede parecer extraño, pues además de ser el epicentro del escándalo y de ser el país donde los pagos ilícitos más cuantiosos (349 millones de dólares), el gigante sudamericano se ubicó por encima de la media regional en el ránking. Esto no debe sorprender. De acuerdo con Transparencia Internacional, la revelación de las historias de corrupción en la región es una muestra de que los países están combatiendo este fenómeno. Brasil lleva un par de años envuelto en revelaciones de escándalo, las cuales incluso provocaron la destitución de la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y una investigación contra un grupo de funcionarios brasileños, incluido el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. En el caso mexicano la situación corre en sentido contrario. México pasó del lugar 95 al 123 en el índice de Transparencia Internacional; en América Latina, su lugar es el sexto entre los países con la mayor percepción de la corrupción. Entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es el país con la peor reputación en corrupción. De los 10 países involucrados en la trama de Odebrecht, México aparece en el último lugar. Siguiendo la lógica de Transparencia Internacional, de que a mayor combate a la corrupción se logra una mejor percepción, en México los escándalos sólo quedan registrados y suelen quedar sin castigo. En diciembre del 2016, Odebrecht se declaró culpable en una corte de Estados Unidos por haber sobornado a funcionarios públicos de 10 países latinoamericanos y dos africanos. Marcelo Odebrecht, quien presidía el directorio de la compañía familiar, la mayor constructora de América Latina, cumple una condena de 19 años de prisión por corrupción y lavado de dinero. La condena contra Marcelo es parte de la operación Lava Jato (lavado de coches), que en el 2014 reveló una red multimillonaria de sobornos a funcionarios brasileños que ha salpicado a políticos, empresarios y funcionarios. La operación Lava Jato no se ha cerrado y sigue produciendo arrestos y condenas en todo Brasil. En territorio mexicano, funcionarios gubernamentales recibieron sobornos por 10.5 millones de dólares para conseguir contratos de obras públicas entre el 2010 y el 2014. Según información de la agencia Reuters, dichos pagos irregulares generaron beneficios por más de 39 millones de dólares para Odebrecht.  “En México, mientras el gobierno trata de limpiar la imagen del país a través de una serie de reformas, los escándalos de corrupción siguen aumentando y la calificación de aprobación del presidente está en su nivel más bajo”, indica el informe de Transparencia Internacional. La encuesta de Grupo Reforma mostró 12% de aprobación a la gestión del presidente Enrique Peña Nieto, a principios de enero.

Uno de los casos más relevantes es el de República Dominicana, que ocupa el lugar número 120 en el Índice de Percepción de la Corrupción 2016, en donde Odebrecht llegó a influir en el presupuesto nacional y en la aprobación financiera de diversos proyectos. Según información de Reuters, funcionarios del gobierno dominicano e intermediarios recibieron más de 92 millones de dólares en pagos irregulares entre el 2001 y el 2014, generando beneficios de más de 163 millones de dólares para Odebrecht. Además del escándalo provocado por los Panama Papers, Panamá, que figura en el lugar 87 del listado de Transparencia Internacional también fue una de las naciones cuyos funcionarios recibieron sobornos por parte de Odebrecht. “Entre el 2010 y el 2014, Odebrecht pagó sobornos superiores a los 59 millones de dólares a funcionarios gubernamentales e intermediarios para asegurar, entre otros, contratos de obras públicas”, afirma Reuters. Para Transparencia Internacional, la revelación de los Panama Papers en abril del 2016 y la retribución de 3,500 millones de dólares por parte de Odebrecht a los países en los que fue acusada de corrupción son señales de que la lucha contra la corrupción en América Latina va por buen camino.  Argentina ocupa el quinto lugar entre los países que recibieron sobornos por parte de la brasileña Odebrecht y se ubica en el número 95 dentro del Índice de Percepción de la Corrupción 2016. Según información de Reuters, Odebrecht entregó más de 35 millones de dólares en pagos a intermediarios “con el convencimiento de que serían enviados en parte a funcionarios gubernamentales”. Estos pagos estuvieron vinculados con la concesión de por lo menos tres proyectos de infraestructura que le dejaron a la constructora beneficios por alrededor de 278 millones de dólares.  Según información de AFP, la subsecretaria adjunta del Departamento de Justicia estadounidense afirmó que Odebrecht había utilizado una unidad de negocios oculta y funcional, “que pagó sistemáticamente centenas de millones de dólares a funcionarios corruptos en países de tres continentes”. En Colombia, país que ocupa el lugar 90 en el índice de Transparencia Internacional, la llamada División de Operaciones Estructuradas de Odebrecht se aseguró contratos de obras públicas entre el 2009 y el 2014, los cuales generaron beneficios superiores a los 50 millones de dólares. Ecuador, Perú y Guatemala completan la lista de los países latinoamericanos que recibieron sobornos por parte de la constructora brasileña. En el caso de Perú, que está más 20 lugares arriba de México en el conteo de Transparencia Internacional, Odebrecht efectuó pagos irregulares por 29 millones de dólares para garantizar la adjudicación de contratos de obras públicas entre el 2005 y el 2014. En Ecuador, que sólo está dos lugares arriba de México, los funcionarios recibieron más de 33.5 millones de dólares de parte de Odebrecht, lo que resultó en beneficios económicos para la brasileña de más de 116 millones de dólares. Venezuela y Guatemala son los únicos países que se posicionaron por debajo de México en el Índice de Percepción de la Corrupción 2016 y cuyos funcionarios recibieron sobornos por parte de Odebrecht. Venezuela, lugar número 166 en el conteo de Transparencia Internacional, recibió de la brasileña alrededor de 98 millones de dólares para obtener y mantener contratos de obras públicas. Mientras que en Guatemala, lugar número 136, Odebrecht se aseguró contratos de obras públicas gracias a pagos de unos 18 millones de dólares a funcionarios gubernamentales, de acuerdo con Reuters. Según Transparencia Internacional, son los ciudadanos quienes deben ejercer presión sobre los líderes para que las instituciones de los países latinoamericanos sean más transparentes y responsables. “Las autoridades de todos los países deberían intensificar sus esfuerzos para impedir que los poderosos líderes corporativos y funcionarios públicos se salgan con impunidad de actos de corrupción”, explica la organización. La relación entre la corrupción y la desigualdad fomenta la demagogia, refiere Transparencia Internacional. Un ejemplo es Donald Trump, quien ha prometido acabar con la corrupción y los privilegios que ostenta la clase política estadounidense. “Cada vez más, la gente está recurriendo a líderes demagogos que prometen romper el ciclo de corrupción y privilegios”, afirma el informe.

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