¿Cómo las luces LED son usadas por las ciudades para vigilar a sus residentes?

A medida que proliferan las luces de esta tecnología, estas llegan con la promesa de un servicio más eficiente. Pero también generan nuevas oportunidades para la vigilancia y la violación de la privacidad. lumbrando a los transeúntes en las intersecciones viales y los callejones oscuros, las elegantes y energéticamente eficientes luces LED han comenzado a reemplazar a las antiguas y más deficientes. Es parte de una serie de iniciativas de ciudades inteligentes que abarca todo el país: ya, las luces LED se encuentran en lugares como Baltimore, San Diego, Kansas City y Bethlehem, Pennsylvania. Ahora, Portland, en Maine, se encuentra en una carrera con Schenectady y varias otras ciudades para convertirse en las primeras en convertir toda su red de alumbrado público.Pero a medida que más comunidades adoptan luces LED ecológicas y financiadas por el gobierno como una medida ambiental, a algunos les preocupa que los ojos en estos focos sean demasiado literales. Al iluminar las calles, podrían estar observando –y grabando– lo que sucede abajo con cámaras, micrófonos y otros dispositivos conectados. El mayor atractivo de los LED es su eficiencia y potencial de ahorro de costos: no están diseñados específicamente para vigilar. Pero el complejo cableado y el posicionamiento estratégico de los focos hacen que los dispositivos de grabación sean fáciles de agregar. Cuando los LED comenzaron a iluminar los pasillos del Aeropuerto Internacional de Newark, en Nueva York, en 2014 –y los centros comerciales en todo el país poco después– la Unión de Libertades Civiles Estadounidenses (ACLU, por sus siglas en inglés) y miembros de las comunidades se inquietaron al descubrir que dentro de algunas de ellas estaban cámaras ocultas. Y que dentro de otras, habían micrófonos. «Creo que, en lugar de llamarlos focos inteligentes en ciudades inteligentes, las llamaría focos de vigilancia en ciudades de vigilancia», dijo Chad Marlow, consejero de políticas y defensa de la ACLU. «Eso es más preciso». En Portland, 6,100 farolas LED se extenderán por toda la ciudad en los próximos dos años, reduciendo la contaminación lumínica y potencialmente ahorrándole a la ciudad 1 millón de dólares en facturas anuales de mantenimiento que la empresa local cobraba por reparar las lámparas viejas. Al presentar los planes de Portland, el gestor municipal Jon Jennings calificó la ciudad de «muy progresista» en cuanto al cambio climático. Jennings dice que la ciudad no está en lo absoluto interesada en equipar las luces inteligentes con cámaras en este momento. Pero en Portland, como en muchas ciudades estadounidenses, no existen leyes que garanticen que se debe alertar a los residentes si (o cuándo) se agregan cámaras u otros equipos de vigilancia. El ayuntamiento tendría que aprobar la partida en el presupuesto para financiarlos, pero su instalación nunca se someterá a votación. La ACLU ha lanzado una campaña nacional llamada Control Comunitario sobre Vigilancia Policial (CCOPS, por sus siglas en inglés), que alienta a las ciudades a crear una supervisión pública de las decisiones sobre tecnologías de ciudades inteligentes con componentes de vigilancia. Se han aprobado leyes en Seattle, Nashville, Somerville y el condado de Santa Clara, según el sitio web de la ACLU, y están bajo consideración en otras ciudades como Nueva York, St. Louis y Oakland. Se introdujeron proyectos de ley en las dos últimas sesiones legislativas de Maine que habrían aplicado el modelo CCOPS a todas las agencias estatales, pero fueron rechazados en ambas ocasiones. No se han aprobado leyes a nivel municipal en el resto del estado. El lenguaje en la propuesta de Portland deja la puerta abierta a la futura instalación de «sensores ambientales, [y] cámaras de video instaladas en lugares estratégicos». Scarborough, una ciudad al sur de Portland, también está instalando farolas LED. Su director de Obras Públicas, Mike Shaw, le dijo al Portland Press Herald que las de ellos también pueden incluir «otras tecnologías como cámaras». Otras ciudades han sido menos indirectas sobre sus intenciones. En la parte norte de la comunidad de Schenectady en Nueva York, el alcalde Gary McCarthy aún se encuentra en el proceso de presionar al concejo municipal para que libere fondos para convertir las 5,000 farolas convencionales a LED. En primer lugar, se implantarán LEDs con sensores ópticos que captarán señales infrarrojas, contarán el tráfico en las intersecciones y tomarán imágenes de las superficies de las calles para planificar de forma más eficiente el mantenimiento del pavimento. Pero McCarthy dice que, eventualmente, é l visualiza dispositivos de grabación más sofisticados alineados en las calles. La ciudad ya cuenta con un sistema integral de cámaras inalámbricas, utilizado específicamente para la vigilancia policial; y cámaras frente al ayuntamiento. Agregar más transmisiones de video proporcionaría valiosos datos comerciales y viales, dice McCarthy. «La vigilancia real, si se implementa correctamente, es un componente muy pequeño de las aplicaciones potenciales», dijo. «Los dispositivos de gestión del pavimento, secuenciación y control del tráfico son más prácticos». Los proyectos de Portland y Schenectady se suman a los cambios de varias ciudades a una tecnología de iluminación más ecológica. Muchas redes LED cuentan con sensores inteligentes que pueden rastrear modulaciones de ruido, patrones de tráfico y contaminantes ambientales. «Las luces pueden ser una presencia omnipresente», pero cada ciudad y cada vecindario pueden sumar y restar ciertos extras, dijo Jim Schriver, director de innovación de TEN Connected, la compañía de tecnología de ciudades inteligentes que encabeza las conversiones de Portland y Scarborough.»No estamos intentando recopilar datos sobre nuestros residentes o nuestra ciudad. Estamos intentando hacer cosas que tengan sentido para que nuestra ciudad avance en el siglo XXI». A medida que aumenta el menú de opciones de recopilación de datos para las ciudades, también aumentan las inquietudes de los defensores de la privacidad que han estado aumentando durante décadas. «No es que haya algo malo con las luces LED», dijo Fred H. Cate, investigador principal del Centro de Ciberseguridad Aplicada de la Universidad de Indiana. «Es que son una señal en el camino hacia sensores más particularizados y más granulares». Jennings, de Portland, alega que las tecnologías de ciudades inteligentes mejorarán enormemente la calidad de vida urbana, si solo aquéllos que se preocupan dejaran de preocuparse e intervinieran. La intrincada codificación digital de las luces significa que pronto encajarán en el plan de ciudad inteligente más amplio de Portland—equipar el creciente centro de la ciudad y más allá con señales de tránsito receptivas, internet inalámbrico universalmente disponible, fibra de alta velocidad e infraestructura de mapeo para vehículos autónomos.

En cuanto a la resistencia de la ACLU, «eso suele ser una especie de reacción histérica al tratar de hacer que la ciudad avance mediante el uso de tecnología de punta», dijo. «No estamos intentando recopilar datos sobre nuestros residentes o nuestra ciudad. Estamos intentando hacer cosas que tengan sentido para que nuestra ciudad avance en el siglo XXI». Por ejemplo, los datos del flujo del tráfico pueden ser fundamentales para aumentar la eficiencia del Departamento de Transporte. Pero, señala la ACLU, las transmisiones de audio y video indiscriminadas también capturan conversaciones, hábitos e interacciones. Dos amigos sentados en un parque que discuten sus planes de asistir a una manifestación de Black Lives Matter ese mismo día. Una mujer que sale de una mezquita y bromea con su marido. En las manos equivocadas, esos momentos privados pueden usarse para futuras persecuciones. Y, finalmente, con el permiso de la ciudad, la policía podría querer ver las imágenes para rastrear delitos como el exceso de velocidad o los coches estacionados ilegalmente; para detener la violencia en las calles; y para identificar sospechosos. Eso podría comenzar a suceder pronto. Para mayo, San Diego,en California, convertirá 14,000 de sus 40,000 farolas convencionales a LED, y ampliará su prueba de red de 50 luces inteligentes a 3,200. El subjefe de operaciones adjunto de San Diego dijo a IEEE Spectrum que las nuevas luces habilitadas con sensores de la ciudad podrían conectarse a la red ShotSpotter de la ciudad, lo cual ayudaría a identificar la fuente de disparos de armas de fuego y «alertar automáticamente a la policía sobre situaciones peligrosas» al captar el audio sobre el terreno. Los sonidos de la violencia se definen como los sonidos de vidrios rotos y disparos de armas de fuego, pero no es difícil imaginar que las voces elevadas se puedan vincular a personas reales, y atraigan un escrutinio similar.»Creemos que las luces son el lugar para hacer esto porque tienen poder, ubicuidad, y la elevación perfecta para capturar una gran cantidad de datos importantes», le dijo Austin Ashe, gerente general para ciudades inteligentes de compañía tecnológica Current, a IEEE Spectrum. «Yo diría que la instalación de estos focos hace que tu ciudad sea una ciudad menos segura, especialmente si eres pobre o una persona de color». Sin embargo, el funcionamiento de estos recopiladores de datos automatizados no puede separarse de los patrones humanos de toma de decisiones que rigen todas las acciones policiales: hay opciones para decidir dónde comenzar a implementar cámaras; si equiparlas con recopilación de audio o video, o ambas; cuáles mantener –y, lo más importante– cuáles revisar. Los defensores de las libertades civiles temen que los prejuicios personales que se filtran –insidiosa o inocentemente– en la fuerza policial aumenten más y se les permita prosperar en lugares nuevos donde nunca existieron. «Si se parece a las tecnologías de vigilancia que vemos en todo el país, los focos en comunidades de color o comunidades de bajos ingresos o que están en una esquina donde se encuentra una mezquita, ésos serán los focos sujetos a un control máximo», dijo Marlow. «Mientras que aquéllos en el segmento de la clase alta blanca de la ciudad no van serán vigilados». Estos casos de uso pueden sonar exagerados en un lugar como Portland, que es en gran medida liberal y relativamente pequeño. Pero ya en Oakland, una ciudad santuario, la recopilación de datos aparentemente rutinaria de la información de identificación de matrículas de coches terminó ayudando a ICE –la policía migratoria– en su búsqueda de inmigrantes indocumentados. Los datos pasaron del departamento de transporte de la ciudad a un centro de Fusion, y de allí a las manos de ICE.

«[Portland] no debería llamarse una ciudad segura. ¿A salvo de quién?», dijo Marlow. «Yo diría que la instalación de estos focos hace que tu ciudad sea una ciudad menos segura, especialmente si eres pobre o una persona de color».»Los defensores de las libertades civiles temen que los prejuicios personales que se filtran—insidiosa o inocentemente—en la fuerza policial aumenten más y se les permita prosperar en lugares nuevos donde nunca existieron.» Equipar a una ciudad con una «vigilancia de operativos» desregulada y controlada por el gobierno, como la llama Marlow, provoca más problemas de privacidad que algunas de las cámaras que ya vigilan centros comerciales y estaciones de servicio: la policía necesita obtener una orden o permiso para obtener las cintas que son propiedad privada, pero no necesariamente las que son propiedad de la ciudad. Cualquier proyecto de este tipo «debe, como mínimo, [estar] sujeto a audiencias públicas y a regulaciones estrictas por parte de auditores externos», dijo Marlow. Antes de que la legislación CCOPS se apruebe en más lugares, y dada la falta de un comisionado de privacidad en Estados Unidos, les toca a los planificadores urbanos, los gerentes y los alcaldes formular políticas públicas receptivas en torno a qué tipos de datos se recopilarán, cuánto tiempo se conservará la información y quién puede obtener acceso a la información una vez que exista. El alcalde McCarthy de Schenectady, quiere permitirles a las empresas que quieran asentarse en el área acceder a información sobre patrones de tráfico y recuentos diarios, configurar una cámara web pública que muestre el tráfico peatonal en un ajetreado mercado de agricultores como una herramienta de mercadotecnia, y permitirles a las estaciones de noticias y periódicos locales ver grabaciones mediante solicitudes de registros públicos. Pero dice que trabajará para desarrollar políticas claras sobre la retención y el acceso antes de que se instalen las cámaras. Portland está trabajando con TEN Connected para anonimizar los datos que recolectarán las farolas LED, dice Schiver. «Es muy decepcionante que las entidades nos pongan en tela de juicio o creen teorías de conspiración», dijo Jennings. «No intentamos espiar a nuestros residentes, pero algunas personas nunca van a creer eso». El plan de conversión a LED de Portland está demasiado avanzado para que la ACLU intervenga legalmente. Solo pueden intervenir para defender a las personas si los datos se utilizan para violar sus libertades civiles. Marlow dice que la ACLU no sospecha de las intenciones de las autoridades municipales, pero cree que el análisis de costo-beneficio que están haciendo es erróneo. «Definitivamente existen otros métodos para lidiar con asuntos urbanos como el tráfico y la recolección de basura que no representan una amenaza significativa para los derechos civiles y las libertades civiles», dijo. Es parte de un cambio de conciencia más amplio que los residentes de la ciudad están empezando a tener que enfrentar. «Hemos desarrollado la mayoría de nuestras leyes de privacidad en torno a expectativas razonables de privacidad: Que si lo haces en público no tienes ninguna expectativa razonable de privacidad», dijo Cate. Por supuesto, a menudo no actuamos como si creyéramos que es verdad: Tenemos conversaciones personales en parques; en las calles; y en los coches con las ventanas abajo. «Esta regla clara–si es en público, podemos hacer cualquier cosa– no tiene sentido, y estamos empezando a verla desmoronarse», dijo Cate.

 

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