Director de la CIA, embajadora en la ONU, el presidente ¿quién maneja la política exterior en el gobierno de Trump?
La revelación de que Mike Pompeo tuvo una reunión secreta con el líder de Corea del Norte y los recientes choques entre funcionarios del Poder Ejecutivo, llevan a algunos a plantearse cómo se conduce últimamente la diplomacia estadounidense. La respuesta obvia a la pregunta del título es el presidente, a quien la Constitución de EEUU consagra el manejo de los asuntos exteriores del país. Claro que para eso tiene secretarios, asesores y un cuerpo diplomático que le aconsejan con su experticia en un tema que no necesariamente es del dominio del mandatario de turno.Pero en el gobierno de Donald Trump, caracterizado por la alta rotación de personal y el estilo caótico que le imprime el jefe de la Casa Blanca a su gestión, la respuesta no es necesariamente tan directa porque los roles del secretario de Estado, el asesor de Seguridad Nacional y hasta la embajadora ante Naciones Unidas parecen por momentos sobreponerse uno sobre el otro. Para mayor confusión, esta semana se confirmó que el actual director de la Central de Inteligencia y propuesto para nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, estuvo hace unas semanas en Corea del Norte hablando con el líder de ese país Kim Jong Un sobre la posible cumbre con el presidente Trump. Lo notable y altamente inusual no es solo que un director de la CIA se meta en temas de política exterior, sino que lo haya hecho cuando todavía estaba vaciando su oficina quien hasta la víspera era secretario de Estado Rex Tillerson,
Adiós a Tillerson
El cambio en la dinámica de este delicado contencioso diplomático sobreviviente de la Guerra Fría empezó a principios de marzo, cuando una delegación de Corea del Sur anunció desde la Casa Blanca que el líder norcoreano estaba dispuesto a reunirse con Trump entre mayo y junio.Ese día Tillerson, a quien habría correspondido hacer semejante anuncio (o al menos ser parte del debate en torno a la idea) estaba de gira por África y reaccionó horas después con un comunicado en el que no transmitía demasiado entusiasmo por un plan que, advertía, necesitaba todavía “semanas de trabajo”. Ese trabajo no le tocaría a Tillerson, quien días después fue sacado de su puesto por Trump, sino a Pompeo, de quien ahora se sabe que por aquellas fechas había empezado en secreto el trabajo de aproximarse a Pyongyang. Trump y Tillerson tuvieron diferencias de enfoque sobre Corea del Norte. La más notable fue cuando el presidente le sugirió que se olvidara de la aproximación diplomática que estaba ensayando con el gobierno norcoreano con el argumento de que el lenguaje belicista y amenazador que estaba usando él en sus mensajes de Twitter era lo que realmente funcionaría. No es de extrañar la brevedad del paso de Tillerson por el gabinete del hombre al que supuestamente llamó un “idiota” exasperado por su caprichosa política internacional, quien a su vez lo retó a una prueba de coeficiente intelectual para determinar quién era más inteligente. Además, en los 14 meses de su gestión, Tillerson tuvo que compartir la escena en lugares emblemáticos con el yerno y asesor del presidente Jared Kushner, encargado por su suegro para manejar las relaciones con México, China y Medio Oriente.
Pompeo, de inteligencia a diplomacia
Desde el inicio del gobierno, Pompeo fue visto como un tipo cercano al presidente, a quien ofrecía consejos más allá de los asuntos de inteligencia que eran de su dominio como jefe de la CIA, de acuerdo con lo que dijeron a medios de comunicación fuentes de la Casa Blanca.
Ya desde noviembre se venía informando que Trump quería poner a Pompeo en el cargo de Tillerson, algo que la Casa Blanca rechazaba como ‘fake news’ hasta que la realidad demostró que no eran falsedades. Como representante por Kansas (2011 a 2017) Pompeo fue una de las voces más críticas del acuerdo que el entonces presidente Barack Obama estaba negociando con el gobierno de Irán para supervisar el uso pacífico del programa nuclear del país persa. Cuando finalmente Pompeo fue nominado para el cargo de secretario de Estado, muchos republicanos alabaron la decisión porque alinearía a la Casa Blanca con el Departamento de Estado, considerando que Pompeo siempre ha sido un “halcón” en política exterior, muy en línea con la retórica del presidente no solo en Corea del Norte, sino en Irán, Medio Oriente o Cuba y Venezuela. Solo hay un sitio en el que Pompeo y Trump no parecen tener la misma opinión: Rusia. Como director de la CIA, Pompeo ha criticado las acciones “desestabilizadoras” de los rusos en varias partes del mundo y a la anterior Casa Blanca de Barack Obama por no haber hecho lo necesario para contrarrestar la agresividad del presidente Vladimir Putin.
Haley, una embajadora combatiente
En esos momentos en los que Tillerson y Trump parecían estar en mundos diferentes, rellenaba el espacio la embajadora ante la ONU Nikky Haley, cuyo cargo tiene el rango de secretaria del gabinete. Y por momentos, ha parecido toda una ministra en paralelo al canalizar la política de Washington en el foro mundial. Desde el principio del gobierno, la dura retórica de Haley, aún dentro de los modos de la diplomacia, reflejaba más el espíritu combatiente del presidente que el cauteloso que usaba Tillerson. Haley ha llevado la voz cantante en los pulsos que ha escenificado EEUU con Rusia dentro del Consejo de Seguridad por el manejo de la crisis que plantea la prolongada guerra civil en Siria y el uso de armas químicas que se le achaca al gobierno de Bashar al Asad. Sin embargo, esta semana, la Casa Blanca la desautorizó luego de que ella dijera en una entrevista que venían sanciones adicionales a Moscú por su comportamiento tras el supuesto ataque con armas químicas en un suburbio de Damasco del que Washington culpa a Bashar al Asad, gran aliado de los rusos en la región. Luego de que el nuevo asesor del Consejo Económico Nacional, Larry Kudlow, dijera que la embajadora se “había adelantado” y que quizá tuvo una “confusión momentánea”, Haley respondió: “Con el debido respeto, yo no me confundo”.
Bolton, el regreso de un ‘guerrero’
Se trata de una figura “nueva” que Trump sacó de los viejos tiempos (y de la cantera de comentaristas de Fox News) para presidir su Consejo de Seguridad Nacional. Es un diplomático de carrera con talante y discurso de ‘halcón’ que en el pasado ha defendido el derecho de EEUU de usar la fuerza militar para resolver los problemas geopolíticos y que en el pasado ha asegurado que Washington tiene el derecho de arreglar las cosas atendiendo solo sus intereses (ni siquiera el de sus más cercanos aliados, si no coincidieran). Entre agosto de 2005 y diciembre de 2006 Bolton ocupó el cargo que hoy ejerce Haley ante la ONU, pero con una designación especial que hizo el entonces presidente George W. Bush para colocar como su embajador a una polémica figura que no contaría con el respaldo del Congreso. Y de hecho, tuvo que dejar el cargo porque las perspectivas de que fuera confirmado por los parlamentarios era poca. muchos pensaban que Bolton se había quedado en esa era, cuando Bush dinamitó el sistema internacional con la decisión unilateral de invadir el Irak de Saddam Hussein con el pretexto de buscar un arsenal de armas de destrucción masiva que nunca llegó a encontrarse. Pero Trump lo revivió para sustituir al general HM McMaster, quien fue su segundo asesor de Seguridad Nacional, luego del estrepitoso despido de Michael Flynn luego de que hubiera ocultado la naturaleza de sus conversaciones con el embajador ruso en Washington. Con Bolton al lado y la inminente llegada de Pompeo al gabinete, el presidente Trump completa un equipo de colaboradores en política exterior que luce más alineado con su manera de ver e interpretar el mundo, algo que a lo mejor ayude a reducir la sensación caótica que ha caracterizado hasta ahora la gestión gubernamental en materia internacional.