Greta Thunberg: por qué los rusos no entienden el mensaje de la joven activista sueca
Por 30 viernes seguidos, un joven violinista ruso ha estado protestando solo en pleno centro de Moscú.
Arshak Makichyan no se manifiesta para exigir elecciones libres, ni contra la violencia policial o los presos políticos. Su gran preocupación es el planeta, y su inspiración es la activista medioambiental sueca Greta Thunberg.
«Se trata de nuestro futuro», explica el joven de 24 años. Él dice que comenzó a leer sobre el cambio climático después de seguir las protestas de Thunberg.
«Rusia es el cuarto mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo y nuestro gobierno no actuará sin presión. Por eso, es importante manifestarse por el clima».
Pero parece que muchos rusos tienen un problema con Greta Thunberg.
‘Una chica amable y muy sincera’
En la televisión, presentadores y comentaristas en los canales estatales rusos se han burlado de la activista sueca, a veces cruelmente.
En las redes sociales, usuarios la han insultado y esta semana el presidente Vladimir Putin sugirió que alguien le debería explicar cómo funciona el mundo de los adultos.
«Estoy seguro de que Greta es una chica amable y muy sincera», agregó el mandatario.
En una conferencia en Moscú, Putin confesó que no comparte «el entusiasmo que muestra todo el mundo por el discurso de Greta Thunberg».
«Nadie le explicó a Greta que el mundo moderno es complicado y complejo, cambia rápido. La gente en África y en muchos países asiáticos quiere ser tan rica como la gente en Suecia».
En Rusia se habla mucho de supuestas fuerzas misteriosas que la «controlan» y en los periódicos se publican extensas columnas que se hacen la misma pregunta: ¿quién «se beneficia» de su activismo?
«Aquí vamos de nuevo… Como habrán notado, los haters están tan activos como siempre: me persiguen por mi aspecto, mi ropa, mi comportamiento y mis diferencias. Se inventan todas las mentiras imaginables y teorías de la conspiración», tuiteó la activista.
Es posible que simplemente no lo entiendan.
El activismo ambiental no es importante en Rusia, un país donde muchos sienten que tienen cosas más urgentes de las que preocuparse.
Los altos precios, la pobreza y la corrupción encabezan regularmente las listas de preocupaciones, muy por encima del cambio climático.
Luego está el hecho de que los políticos rusos hablan frecuentemente de los beneficios económicos del calentamiento global: abrir la Ruta del Mar del Norte, por ejemplo, tanto para la navegación como para la exploración de crudo y gas en el Ártico.
Rusia es un importante exportador de combustibles fósiles.
Y es poco probable que la idea de tener días más calientes le preocupe mucho a la gente. Es un país acostumbrado a experimentar muy bajas temperaturas durante la mitad del año.
¿Se están despertando los rusos?
A muchos rusos se les haría difícil hacer algo para detener el cambio climático, incluso en el caso de que les importara.
En la mayoría de los hogares se debe abrir una ventana en invierno para regular la calefacción, porque los radiadores están encendidos de manera centralizada, al máximo.
El reciclaje ahora existe en algunos lugares y está mejorando, pero sigue siendo casual en el mejor de los casos y voluntario. Como me explicó una vez un colega: «En Rusia tenemos muchos árboles«.
Pero a partir de este verano, hay muchos menos.
Varios incendios forestales arrasaron bosques en Siberia y en regiones orientales este año, a gran escala. Estos incendios sin precedentes, conjuntamente con inundaciones masivas, fueron atribuidos al cambio climático.
El derretimiento del permafrost también se ha convertido en un tema de debate común.
Incluso el presidente Putin, quien le sugirió a Greta Thunberg que considerara la «realidad» de los países en desarrollo cuando dé lecciones sobre el cambio climático, ha expresado su preocupación de que Rusia se esté calentando 2.5 veces más rápido que el promedio mundial.
Tres años después de firmar el acuerdo climático de París, el gobierno lo ha ratificado repentinamente.
Rusia parece estar despertando, tardíamente, ante la amenaza.
Pero el manifestante climático Arshak Makichyan cree que la dura reacción que se le ha dado a Greta Thunberg sugiere que las autoridades están preocupadas y no quieren ser forzadas a la acción.
«Creo que temen que las manifestaciones climáticas crezcan y no puedan rebatir la ciencia», dice el joven violinista. «Están atacando a Greta porque es más fácil».
Los piquetes de los viernes todavía son pequeños. Unas 700 personas se unieron en su mejor momento, en varias ciudades.
Pero, para Arshak, todo es relativo. «Hace medio año, estaba solo cada semana», recuerda.
«El tema del clima es nuevo aquí. Antes, parecía que a nadie le importaba. Por eso para mí, ¡unos cientos en toda Rusia es un gran logro!».