La culpa no le permitió relacionarse con mujeres. Se está sumergiendo en las citas por internet.
Matt Carey fue durante años víctima de abuso que lo hizo frustrar su vida sexual. A los 47 años quiere darse una oportunidad.
Matt Carey* tiene 47 años y es virgen, pero ahora quiere formar una familia. Así que, por primera vez, se está animando a entrar en el mundo de las citas por internet. Está tratando de encontrar las palabras adecuadas para describirse a sí mismo en su perfil de una página web para citas. «Eres un hombre atractivo, encantador, inteligente y divertido», sugiere su amiga Maddy, quien lo está ayudando. Aunque Matt responde con una sonrisa irónica. «No tienes que revelar demasiado cuando conoces a alguien por primera vez», añade Maddy.
«Todavía tengo episodios psicóticos»: el testimonio de la sobreviviente de una escalofriante red de abusos sexuales en Reino UnidoPero Matt es cauteloso. «Todo esto es nuevo», dice desafiando el nerviosismo que siente por ponerse en la escena de las citas.
Según sus amigos, Matt es un hombre atractivo y amable con una exitosa carrera en gestión teatral desde que se mudó a Londres desde su hogar de nacimiento en West Country, en el suroeste de Reino Unido Pero, a pesar de su aparente confianza en sí mismo, Matt ha tenido problemas con su vida íntima durante toda su adultez. A los 47 años todavía es virgen, aunque está ansioso por encontrar compañía y formar una familia.
Temor
«Por mucho tiempo en mi vida frustré esa posibilidad (de estar con alguien). Vivía en un mundo de fantasía o ponía a las mujeres en un pedestal como una forma de no hacer nada», dice.Los temores de Matt acerca de crear relaciones cercanas provienen de su infancia en una ciudad costera del suroeste de Reino Unido. Se considera afortunado de haber crecido en una zona acomodada, con dos hermanos mayores y muchos amigos para jugar en los parques y las dunas de arena en la playa local.
Pero un día caluroso cuando tenía 8 años, después de jugar al fútbol, entró en un baño público. Dos hombres lo siguieron.
Uno de ellos lo felicitó por el juego y dijo que Matt los había saludado a ambos desde el campo de fútbol. Matt dijo que no los reconocía. Pero los hombres insistieron llamándolo mentiroso y amenazándolo que informarían a su entrenador sobre su comportamiento grosero. En ese momento, uno de los hombres fingió un dolor en el área de la ingle. El otro le dijo a Matt que era su culpa ya que había herido los sentimientos del hombre. Entonces le sugirió a Matt que debía frotar la ingle del hombre para que éste se sintiera mejor. Matt cuenta que él sabía que eso no estaba bien y comenzó a llorar.Los hombres continuaron insistiendo en que Matt hiciera lo que ellos querían, ejerciendo cada vez más presión. Al final, cedió. «Recuerdo que me fui a casa y mamá me preguntó: ‘¿Qué pasa?'», cuenta. Esa noche apenas comió. Dice que es difícil sobreestimar la sensación de confusión y culpa que experimentó. No creía que se lo podía contar a sus padres porque de alguna manera se sentía responsable de lo que había pasado.»Era como estar en un accidente de auto. No sabes qué está pasando. Así que te callas y finges que no ha pasado nada», compara. A pesar de que la experiencia lo había atormentado profundamente, Matt volvió a cruzarse con sus abusadores durante los siguientes 18 meses. Fue abusado en más de 30 ocasiones en 12 baños públicos diferentes y, una vez, en un apartamento. En una oportunidad otros hombres y niños se unieron. «Te controlan amenazándote con que las cosas empeorarán», dice, tratando de explicar por qué volvió a ver a esos hombres. «Hay una presencia del mal. Tienes miedo de que te maten, así que sigues en eso. El control de la complicidad es mucho peor que el abuso, hay amenazas y una atmósfera maligna».
Efecto
Fotos escolares de esa época muestran el efecto que tuvo el abuso en la infancia de Matt. Una foto de antes lo muestra feliz y sonriente con su abundante cabellera rubia. Otra imagen, de un año después, muestra que se había arrancado gran parte de su cabello.Cuando los maltratados finalmente cesaron, Matt se prometió a sí mismo que nadie volvería a hacerle daño. Dice que fue como si algo dentro de él se cerrara.
«Durante gran parte de mi vida adulta tuve problemas con la intimidad sexual», afirma, aunque lo deseaba. «Por años imaginé que el sexo era algo realmente incómodo y horrible». La adolescencia fue difícil. Matt dice que anhelaba tener una pastilla para detener el desarrollo de sus sentimientos sexuales. Se sintió confundido y avergonzado, sucio por dentro. «Cualquier chica que mostraba interés en mí, yo me escapaba. Mi miedo era, que en algún momento, quisiera tener sexo». Jugar al rugby lo ayudó a canalizar sus sentimientos, especialmente la rabia que sentía por dentro. Abordar agresivamente a otros jugadores se convirtió en una forma de lidiar con la sensación de intimidación que sentía en presencia de otros hombres. Otro escape emocional fue el alcohol.
Matt comenzó a beber a los 15 años. A los 17 robaba para financiar su vicio y en su juventud dependía del alcohol para pasar el día. «Inicialmente bebía porque me sentía mucho mejor borracho que sobrio», describe.El alcoholismo de Matt llegó a ser tan extremo que comenzó a experimentar pérdidas de consciencia, temblores y palpitaciones. Una vez, hasta tuvo una alucinación de que Hitler, Stalin y Mussolini estaban de pie junto a su cama. En lugar de detenerse, decidió beber aún más.
A los 20 años, Matt sufrió un colapso y fue expulsado de la universidad. Volvió a vivir con sus padres, sabiendo que necesitaba ayuda. Fue a Alcohólicos Anónimos, donde encontró un sentido de espiritualidad que se convirtió en la base de su curación.
Apertura
Solucionar su problema de abuso de alcohol le permitió a Matt comenzar a hablar sobre su abuso sexual. Durante años no le había contado a nadie lo que había pasado.«Te sientes tan cómplice y la manipulación fuerza tu silencio para que no le digas a la gente. Te esfuerzas por esconderlo. Es una negación consciente para sobrevivir», dice. Matt viajó a India en su proceso de apertura tras lo que le había pasado en su infancia. Un psicólogo alentó a Matt a contarle a sus padres. Inicialmente, Matt fue cauteloso, porque no quería lastimarlos. Y, aunque sabía que no eran responsables del abuso, se sentía enojado porque no habían estado allí para protegerlo. Él dice que fue más fácil hablar con su hermana, Caroline.
«Fueron sentimientos de culpa, ¿por qué no estuve allí para él? Era la hermana mayor y pensaba que lo estaba cuidando, así que fue bastante molesto descubrir lo que había sucedido y fui completamente inconsciente de ello«, cuenta ella. Caroline consideró aconsejarle a Matt que fuera a la policía, pero se dio cuenta de que no había pruebas para un juicio. En cambio, se ofreció a hacer lo que su hermano necesitaba para ayudarlo a sanar y vivir una vida plena. A lo largo de los años, Matt recibió ayuda de varias formas de terapia y viajó a India y Brasil. Aprendió a manejar sus emociones y superar sus sentimientos de incomodidad al estar físicamente cerca de otra persona.
Resultados
Pero los resultados llegaron lentamente. Matt dice que le tomó 20 años recordar la intimidación y las amenazas hechas por la red de pedófilos. Dice que solo en ese momento supo, en un nivel emocional profundo, que el abuso no había sido culpa suya. «Esto me permitió avanzar y deshacerme de la vergüenza», detalla. A medida que Matt se abría sobre el abuso que sufrió, su confianza crecía. Ahora ayuda a otros que han pasado por experiencias similares, y está considerando unirse a una campaña para ayudar a los niños a saber dónde acudir si son víctimas de abuso. Pero en su vida personal, el progreso de Matt fue más inestable. Aunque terminó de escribir su perfil en la red social de citas, por meses se contuvo de publicarlo. En particular, le preocupaba que las mujeres le pidieran que explicara por qué no bebía y por qué no había estado en una relación antes. Le inquietaba que su única experiencia sexual fuera el abuso y que nunca hubiera tenido una relación basada en la igualdad, el compartir, la amabilidad y el amor. «Si alguien en una cita siente que la otra persona está escondiendo algo, eso puede activar las alarmas. Tal vez es mejor ser abierto», dice. Finalmente reunió el coraje para publicar su perfil. Casi inmediatamente recibió algunas respuestas prometedoras.
Ahora Matt está listo para su primera cita organizada a través del sitio web: un café con una mujer con quien siente que tiene mucho en común. Dice que está tratando de no pensar demasiado en lo que dirá y en lo que hará. Siente que dio un gran paso adelante.