La decadencia del Partido Republicano perjudica a la nación

“El Partido Republicano atraviesa por una crisis política y moral que le impide gobernar con coherencia”.

Un rasgo fundamental de la democracia estadounidense ha sido la alternancia en el poder de dos partidos políticos que, a pesar de las diferencias ideológicas, tradicionalmente habían contado con líderes que se propusieron el bienestar de la nación. Hombres y mujeres que, no obstante sus debilidades humanas, se esforzaron por dar una imagen edificante de sí mismos, de su partido y del país. A menudo quienes transgredieron esas reglas tácitas de la política estadounidense lo pagaron con impopularidad, fracaso en las urnas y, en ciertos casos, la cárcel. Pero el Partido Republicano sometido al liderazgo torcido de Donald Trump está quebrando esas reglas y llevando a la política nacional al borde de un abismo inimaginable.

Tal vez el origen del problema fue la creciente convicción por parte de importantes dirigentes del partido de que, en conjunto, sus valores conservadores ya no resultaban lo suficientemente atractivos para la mayoría de los votantes estadounidenses, un grupo cada vez más heterogéneo y complejo, cuyos intereses chocan con frecuencia. Fue así como los republicanos extremaron su discurso político y social, rediseñaron distritos electorales para beneficiar a sus candidatos y promovieron medidas para suprimir votantes inclinados a favorecer a sus rivales demócratas, tales como los jóvenes menores de 20 años, los ancianos, los miembros de minorías étnicas y los exconvictos. La consigna era ganar elecciones con una minoría de apoyo electoral. Esta estrategia sinuosa comenzó a atraer a candidatos de escasa formación política y baja catadura moral que en ella vieron una oportunidad de medrar. Trump ha sido el más exitoso de todos al haber escalado al puesto máximo a pesar de su inexperiencia y su pesado bagaje personal.

Ahora el Partido Republicano atraviesa por una crisis política y moral que le impide gobernar con coherencia. Esto a pesar de que controla la presidencia, el Congreso, la Corte Suprema y la inmensa mayoría de las gobernaciones y legislaturas estatales. Muchos de sus líderes tradicionales, quienes se guían por los valores conservadores de menos burocracia gubernamental, política exterior firme, poderosa fuerza militar y unidad de la familia, están abandonando sus cargos. Desde el año pasado más de 60 congresistas republicanos han anunciado su retiro. Algunos ya se jubilaron. Otros se han convertido en críticos puntuales de Trump y todo lo negativo que éste representa . Solo los oportunistas e invertebrados forjan alianzas políticas con él ignorando el daño que le hace al partido y a la nación. Acaso el más emblemático de todos los dirigentes republicanos, el Senador John McCain, quien fuera su nominado presidencial en 2008, se niega a que Trump asista a su funeral. El legislador de Arizona lucha con un cáncer terminal.

Una señal temprana de la crisis política y moral que aquejaría al republicanismo fue la selección de candidatos mediocres a puestos importantes. Tales fueron los casos de Dan Quayle y Sarah Pailin, dos pesos pluma que aspiraron a la vicepresidencia, el primero con éxito en 1987. Hoy, sin embargo, la mediocridad sería un lujo en los candidatos del partido. Entre los que se están postulando en la actualidad abundan los racistas, los xenófobos, los neonazis y los delincuentes convictos que sin pudor se ufanan de su extremismo y de sus acciones ilegales. La semana pasada el moderado Partido Republicano de California expulsó de su convención a Patrick Little, quien hace campaña en las primarias partidistas elogiando a Hitler y lanzando diatribas antisemitas. En Illinois, un negador del Holocausto, Arthur Jones, aspira al Congreso en representación del GOP. ¡Ni siquiera tiene oposición en la contienda primaria!

El Partido Republicano también está acogiendo en su seno a delincuentes de cuello y corbata. En Arizona, el exalguacil de Maricopa, Joe Arpaio, obtuvo el perdón del Presidente Trump tras ser condenado en una corte de Phoenix por ignorar órdenes judiciales de cesar de perseguir a los hispanos en forma discriminatoria. Hace unos días el Vicepresidente Mike Pence compareció en un acto de apoyo a su candidatura en el que tuvo los bemoles de llamarle “campeón del estado de derecho”. Michael Flynn, ex asesor de seguridad nacional del Presidente Trump, es el invitado estrella en actos de algunos candidatos del GOP a pesar de que se declaró culpable de haberle mentido al FBI en las investigaciones de la trama rusa.

En Nueva York el GOP alienta las aspiraciones del exrepresentante Michael Green de regresar al Congreso. ¿Quién es Green? Nada menos que un exconvicto por emplear a trabajadores indocumentados, ocultarle casi un millón de dólares al Servicio de Rentas Internas y cometer perjurio bajo juramento. En West Virginia se postula al Congreso el magnate republicano del carbón Don Blankenship, quien cumplió un año de prisión por conspirar para violar las leyes de seguridad de los trabajadores en sus minas. Trump le retiró su apoyo esta semana. Pero no hizo porque es un delincuente convicto, sino por temor a que pierda las elecciones generales ante su rival demócrata en noviembre. Como novia despechada, Blankenship lamentó el rechazo de Trump y presumió de ser “más trompista que Trump”.

Con semejantes truenos, el Partido Republicano inexorablemente se dirige –y dirige al país– hacia una tormenta política de imprevisibles consecuencias. Una podría ser el daño permanente o duradero a la fibra moral de uno de los dos grandes partidos políticos de la nación , responsable de algunos de sus mayores logros históricos, como la abolición de la esclavitud y la preservación de la unión tras la guerra civil. Otra consecuencia podría ser borrar ante muchos votantes la diferencia entre líderes bienintencionados y decentes y líderes egocéntricos y bribones.

Ganadores y perdedores de las primarias en cuatro estados (o cómo declararse ‘trumpista’ no siempre ayuda)

Ganadores y perdedores de las primarias en cuatro estados (o cómo declararse ‘trumpista’ no siempre ayuda)

El exconvicto Don Blankenship, que se declaró «más trumpista que Trump», terminó de tercero en Virginia Occidental. El ‘outsider’ Mike Braun venció en Indiana a los representantes Todd Rokita, que llevó en sus actos la gorra de Trump, y Luke Messer, que propone al presidente para el Nobel de la Paz. Los republicanos pueden respirar ahora con más tranquilidad, después de una jornada intensa de primarias para escoger candidatos en cuatro estados con miras a las elecciones de senadores y representantes de mitad de período en noviembre. Una noche que temieron que acabara en un desastre, terminó brindando los nombres de confianza para el liderazgo del partido. Los cuatro candidatos republicanos se enfrentarán a senadores demócratas en estados donde ganó el presidente Donald Trump en 2016: Virginia Occidental, Indiana, Ohio y Carolina del Norte y donde el también llamado Viejo Gran Partido (GOP, por su acrónimo en inglés) ve oportunidades de cara al proceso electoral en otoño. Los resultados fueron una especie de alivio para los republicanos que han sufrido una serie de reveses en las recientes elecciones especiales. El resultado del martes también deja en claro que el estado de ánimo actual del Partido Republicano sigue siendo de enfado, desafiante y no calza bien con el cambio que ha traído Trump a Washington.

«Más trumpista que Trump»… pero «no funcionó»

Uno de los casos más llamativos ocurrió en Virginia Occidental, donde el exconvicto y deslenguado magnate del carbón Don Blankenship terminó de tercero en la carrera (19.9%), detrás del fiscal general del estado, Patrick Morrisey (34.9%), y el representante Evan Jenkins, que terminó en segundo lugar (29.3%).Blankenship, que en su campaña se declaró “más trumpista que Trump” y aludió despectivamente a la «familia china» del líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell, en referencia a la esposa de éste y secretaria de Transporte, Elaine Chao, dijo que el tuit de lunes por la mañana del presidente instando a los votantes a rechazarlo en favor de Morrisey o Jenkins jugó un papel en su pérdida.»No funcionó», dijo Blankenship a los periodistas el martes por la noche en Charleston tras reconocer su derrota. En un estado con un fuerte electorado republicano, Morrisey disputará en noviembre el escaño del senador demócrata Joe Manchin, que superó con 69.8% a su competidora Paula Jean Swearengin, que obtuvo 30.2%.

Pasado demócrata se impone a gorras y Nobel

En Indiana, el empresario y ex representante estatal Mike Braun, quien financió su campaña de su propio bolsillo con más de 5 millones de dólares, superó a dos congresistas: los representantes Todd Rokita y Luke Messer. Messer, siempre en sus actos vistiendo la gorra roja con el lema de Trump “Hacer a Estados Unidos grandioso de nuevo”, y Rokita, uno de quienes impulsan la candidatura del presidente al Nobel de la Paz, intentaron convencer a los electores de Indiana en la última semana de la campaña de que Braun carecía de credenciales como conservador confiable y recordaron que durante más de tres décadas Braun participó en primarias demócratas.

Pero Braun los derrotó fácilmente porque su mensaje externo resonó más que su pasado demócrata. Ahora enfrentará en noviembre al senador Joe Donnelly en un estado en el que Trump ganó por 19 puntos porcentuales en las presidenciales de 2016, y al que visitará este jueves.

 

Pence: cuando pesa el apellido

En Ohio, el representante Jim Renacci, avalado tanto por Trump como por el partido, logró una victoria y competirá contra el actual senador demócrata Sherrod Brown en otoño.

En el mismo estado, Greg Pence, hermano mayor del vicepresidente Mike Pence, ganó la primarias republicanas y aspirará a un escaño por Indiana en la Cámara de Representantes federal. Los republicanos dan por hecha la victoria de Pence en noviembre ya que en ese distrito -el número 6 de Indiana- Trump aventajó en 40.2 puntos a la demócrata Hillary Clinton en 2016. En el mismo estado, ambos partidos escogieron a quienes competirán para gobernador. El demócrata Richard Cordray se impuso con un rotundo 62.3% frente a cinco competidores, mientras que por el lado republicano, Mike DeWine superó con 59.8% a Mary Taylor, que alcanzó el 40.2%.

Un pastor enfrentará a un veterano

El mayor perdedor republicano de la noche fue el representante Robert Pittenger, derrocado por el pastor Mark Harris en el noveno distrito de Carolina del Norte, que se extiende al sureste de Charlotte. Pittenger concedió la victoria y Harris se enfrentará al demócrata Dan McCready, un veterano de la marina de 34 años de edad que los estrategas del partido consideran que encaja en el molde de Conor Lamb, que obtuvo una reñida victoria en las elecciones especiales del pasado 13 de marzo por un escaño en Pensilvania ante el candidato de Trump, Rick Saccone.

 

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