“No hemos roto el techo de cristal”: Hillary Clinton

Este comportamiento impide que las mujeres estén en igualdad de condiciones. Hillary Clinton dijo, tras la derrota ante el republicano Donald Trump, que aún no se ha «roto el techo de cristal».  “No hemos roto el techo de cristal” dijo la candidata Hillary Clinton tras la derrota ante el republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El ‘techo de cristal’ es la barrera que impide a las mujeres competir en igualdad de condiciones con los hombres para acceder a un cargo. Para algunos sectores este pudo haber sido un factor determinante en el resultado final de los comicios, por lo que luego de conocer el desenlace de la contienda electoral se ha desatado una discusión en torno a la pregunta de si está preparado el mundo para aceptar que uno de sus líderes más importantes sea una mujer.  Clinton que ha sido senadora, precandidata presidencial -derrotada por un afroamericano, Barack Obama en 2008-, secretaria de Estado y candidata presidencial, ha tenido que sortear los obstáculos que supone el hecho de ser mujer en la política estadounidense, comenzando por romper el estereotipo de primera dama, hasta entonces un rol casi decorativo, tremendamente alejado de la política real. Estados Unidos, además, es uno de los países desarrollados en donde las mujeres tienen menos acceso a cargos públicos. Según datos de la Unión Interparlamentaria, los estadounidenses ocupan el puesto 97 en representación de mujeres a nivel gubernamental y solo la quinta parte de los escaños del Congreso son ocupados por ellas. Sin embargo, no se puede llegar a concluir que los resultados de las pasadas elecciones obedecieron exclusivamente a la condición de hombre o mujer de los candidatos, aun cuando para el caso de Estados Unidos, el enfoque de género sí fue un factor incidente. Para Angélica Lozano, representante a la Cámara, “en esta campaña confluyeron muchas cosas, pero fue claro que en él (Donald Trump) abundaron las evidencias de maltrato hacia las mujeres y en ella (Hillary Clinton) la exigencia y la duda sobre si estaba o no capacitada, cuando es una mujer que tiene formación, experiencia y trayectoria, en cambio él viene de manejar Miss Universo, además de otras empresas”. La complejidad de abordar este tema, explica Lozano, es que toca unos callos de nuestras creencias o prejuicios que se vuelven problemáticos. “Pocas veces las personas se preguntan ¿ese hombre es capaz? En cambio con las mujeres es más permanente. A una mujer se le suele exigir mucho más que a un hombre para el mismo cargo y además deben asegurarse de exhibir logros en todos los campos para ‘certificar’ su competencia. Hay un trato desigual, un doble rasero para evaluar el desempeño de una mujer y el de un hombre en cargos públicos”, dice. Beatriz Quintero, directora de la Red Nacional de Mujeres, plantea que las mujeres no solo tienen un techo de cristal sino un piso resbaloso, pues si bien existe la normativa para que las mujeres reciban un trato de igualdad, cuando se lleva a la práctica se presentan todo tipo de trabas y obstáculos que impiden su materialización. «En Colombia, por ejemplo, vemos el caso en las altas Cortes, lo máximo que hemos tenido en la Corte Constitucional son dos mujeres, pero en las últimas elecciones casi siempre ponen a una, con iguales capacidades, pero de manera simbólica solamente porque tienen que cumplir. En estos cargos siempre ‘pasa algo’ que no permite que ellas lleguen, y ese ‘algo’ sentimos que es el hecho de que sean mujeres y la diferencia que eso implica en el juego de poderes», dice Quintero. En la actualidad, once mujeres ocupan el cargo de presidente de un país y seis ejercen como primeras ministras, lo que evidencia una apertura hacia el progreso en términos de equidad en la distribución de roles y demuestra que el mundo está abierto a albergar figuras femeninas entre sus círculos de poder. «Sin duda el mundo está dispuesto a aceptarnos, los que no están preparados son los hombres de cultura machista y patriarcal que han fortalecido ese ‘techo de cristal’ impidiendo que las mujeres lleguen a donde desean y evitando que otras se interesen en hacerlo. Por ejemplo, cuando nadie ha visto a una mujer como directora de orquesta, pues nadie quiere ser directora de orquesta, pero cuando una niña lo ve, lo toma como modelo y empieza a ponerlo en su lista de posibilidades», señala Beatriz Quintero. En ese sentido, Angélica Lozano, indica que lo más difícil de esto es erradicar el ‘techo de cristal’ que existe desde cosas tan básicas de convivencia como el trato diferencial que se le da en una casa a los niños y niñas, los pagos desiguales que difieren en un 20 % y 30 % entre hombres y mujeres que ejercen el mismo trabajo y tienen una relativa igual formación, el acceso restringido a cargos directivos decisorios, entre otros. «Pese a que todo esto no se da per se porque se sea mujer, el mundo debe empezar a entenderlo desde la cotidianidad, desde las casas, desde la distribución de roles, porque puede llegar a ser más fácil que la gente vote con esa supuesta consciencia pero de nada sirve si no se cultiva desde la casa», concluye.

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