Puede haber sorpresas este domingo en las presidenciales de Colombia
Las alianzas políticas y la estrategia del voto en blanco desafían a las encuestas que dan como claro ganador al conservador Iván Duque en las elecciones del domingo.
Este domingo se celebran las elecciones más cruciales de la historia reciente de Colombia. La división de la sociedad ha llevado hasta la segunda vuelta a dos candidatos opuestos: Gustavo Petro desde la izquierda e Iván Duque en el arco conservador. La victoria de uno de los dos tendrá consecuencias determinantes en el futuro del proceso de paz, el modelo económico para el país a medio plazo y su papel en la región.
Las encuestas sitúan como claro ganador a Duque: la diferencia iría de los 20 hasta los 6 puntos porcentuales, dependiendo de quién haga el estudio. Sin embargo, el resultado podría estar mucho más reñido; tanto como el de las últimas presidenciales en 2014, cuando Juan Manuel Santos ganó a su rival (Óscar Iván Zuluaga, el candidato del partido de derechas Centro Democrático del expresidente Álvaro Uribe ) por 922,341 votos en un electorado que este año suma de más de 36.78 millones de votantes.
La derrota en la primera vuelta, el 27 de mayo, de la opción del centro que representaba Sergio Fajardo estaba dentro de lo previsto, pero fue una sorpresa el enorme apoyo que recibió: 4.6 millones de votantes, a sólo 262,000 de Petro. Si se hubiera aliado con el liberal Humberto de la Calle (que obtuvo 400,000 votos), un acercamiento que existió al principio de la campaña, ahora estaría enfrentándose a Duque gracias a esas papeletas extra.
Voto en blanco: un acto simbólico
Los analistas coinciden en que en un enfrentamiento entre Fajardo y Duque habría ganado el primero. El uribismo cuenta con el apoyo de una gran masa de fieles votantes (las elites y los conservadores), que podría sumar más de 6 millones; pero el resto de la sociedad colombiana no quiere volver al pasado y revivir la guerra, y Duque es el único de los cinco candidatos que se presentaron inicialmente que ha prometido cambiar los puntos más polémicos del proceso de paz.
Como ese escenario no ha sido posible, Gustavo Petro aspira a sumar a la mayoría de los votantes del centro que apoyaron a Fajardo. Muchos de ellos pertenecen a las clases urbanas de las grandes ciudades (el candidato ganó en la capital, Bogotá, y en Cali, y tuvo buenos resultados en Medellín, donde fue alcalde), son jóvenes liberales de clase media que no están dispuestos a votar por el uribismo.
La clave está en si ese rechazo a lo más negativo de lo que representa Duque (el regreso a una política basada en la seguridad y el enfrentamiento abierto contra los grupos armados ilegales, además de un retroceso en las libertades sociales) será tan fuerte como para votar a Petro, exguerrillero con el M-19, exsenador que luchó contra la corrupción y los grupos paramilitares y exalcalde de Bogotá, donde encontró una oposición tan grande que estuvo obligado a dejar su cargo durante un tiempo.
Su movimiento Colombia Humana ha despertado pasiones en las zonas más pobres (arrasó en los bordes del país: las costas del Pacífico y el Caribe y el Vaupés, en la región de la Amazonia). Pero su campaña, basada en la división entre buenos y malos y algunas de sus posturas más extremas en política y economía (especialmente al principio, luego ha ido reculando), también han despertado odios, incluso entre esa codiciada masa de votantes de centro.
Desde que terminó la primera vuelta varias voces en Colombia dicen con pesar que ahora toca elegir «entre lo malo y lo peor». En ese contexto las declaraciones públicas de los candidatos que quedaron fuera (y de los políticos que les apoyaban) han cobrado una importancia que las encuestas no pueden interpretar. El primero en manifestarse fue el propio Sergio Fajardo:
«Yo voy a votar en blanco. En la campaña dije una y otra vez que ni Duque ni Petro y no lo hice como una artimaña estratégica. Lo dije porque pienso que ninguno de los dos representa lo que nosotros queremos para Colombia: un país unido en medio de las diferencias que lo enriquecen, un país que le da la espalda a la política tradicional para poder luchar en serio contra la corrupción, una sociedad que respeta los acuerdos de paz, una política que no diga cualquier cosa con tal de ganar», dijo el excandidato.
Los que están convencidos de que Petro es la mejor de las dos opciones le critican a Fajardo que el voto en blanco sólo tendrá un poder simbólico en segunda vuelta. En caso de ser la opción más popular no pasaría nada, seguiría llegando a la Presidencia el político con más apoyos, al contrario que en la primera vuelta, donde una victoria del voto en blanco hubiera obligado a repetir las elecciones con otros candidatos.
La estrategia de Fajardo al quedarse al margen es reducir daños y salvaguardar su imagen pública: aunque esté más cercano a Petro que a Duque (en especial por el equipo que le acompañaba, donde había varios líderes progresistas) sabe que si apoya abiertamente al primero perderá a parte de su electorado. Y eso le perjudicaría en las elecciones regionales del próximo año. O en las presidenciales de 2022, a las que ha dicho que no se presentará, pero en política nunca se sabe.
Tampoco De La Calle se ha decidido a apoyar a Petro públicamente, pese a que una victoria de Duque podría poner en peligro el acuerdo de paz que él, como jefe negociador del Gobierno en La Habana, tanto se esforzó por alcanzar durante más de cuatro años de conversaciones con la guerrilla de las FARC. «La postura de Duque frente al acuerdo de paz genera enormes riesgos para el país», ha advertido.
No sólo las declaraciones han cobrado una inesperada relevancia en esta segunda vuelta en las elecciones, también lo han hecho los gestos: Petro envió una carta escrita a mano a De La Calle invitándole a una alianza. «Después de mi estruendosa derrota, parecería un acto de vanidad, o de estupidez, o ambas, dar consejos electorales. Si no pude convencer de votar por mí, suena extraño que logre persuadir a los ciudadanos a votar por otro», contestó éste.
Alianzas en el tablero
Aunque tanto Fajardo como De La Calle han insinuado que prefieren a Petro que a Duque como nuevos inquilinos del Palacio de Nariño el próximo 7 de agosto, ninguno se ha atrevido a decirlo con claridad.
Sin embargo, sí hay importantes voces del equipo de Fajardo que han movido ficha para fortalecer la candidatura de Petro, al que separaron de Duque más de 2.7 millones de votos en la primera vuelta.
Claudia López y Antanas Mockus celebraron el pasado viernes un acto público en Bogotá junto a Petro y su fórmula para la vicepresidencia, Ángela María Robledo, donde manifestaron su apoyo a la Colombia Humana. También se sumó al evento Íngrid Betancourt, símbolo de las víctimas de la guerra quien fue secuestrada por las FARC en 2002 cuando era candidata presidencial y estuvo privada de la libertad más de seis años.
Claudia López es senadora de Alianza Verde, desde donde ha liderado distintas luchas progresistas en defensa de los derechos humanos y las libertades civiles, además es una reconocida activista a favor de la comunidad LGBTI. Mockus fue por dos veces alcalde de Bogotá, además de candidato a la Presidencia. Es un político progresista al que se asocia con el apoyo a la cultura, la educación y la ciencia.
«En estas elecciones podemos elegir entre un rechazo simbólico con el voto en blanco o escoger el primer gobierno de ciudadanos libres en la historia de Colombia. El de Petro será un gobierno con el que tenemos diferencias políticas, pero no éticas, y eso es fundamental«.
Estas palabras de Claudia López iban acompañadas de una advertencia: «No aceptamos divisiones entre buenos y malos. Este no es un cambio a cualquier costo: apoyamos un cambio con ética y reconciliación». Y además deslizó un mensaje para sus votantes de cara al futuro. «En cuatro años volveremos a competir en dos proyectos políticos distintos».
La pregunta es: ¿el apoyo de estas tres figuras relevantes en el abanico del centro izquierda será suficiente para que Petro adelante a Duque en el último tramo y culmine la remontada que en primera vuelta encarnó Fajardo y ahora quiere simbolizar él con su Colombia Humana?
El Centro Democrático no ha sido un mero testigo estos últimos días. A su causa ha sumado el apoyo del Cambio Radical de Germán Vargas Lleras (el gran derrotado en primera vuelta, aunque sus 1.4 millones de votantes pueden ser decisivos), del Partido Conservador y de gran parte del Partido Liberal, cuyo líder, el expresidente César Gaviria, manifestó su apoyo a Duque pese a las declaraciones de su candidato De La Calle contra la opción uribista.
A pesar de la crisis de los dos grandes partidos tradicionales en Colombia (liberales y conservadores), entre ambos sumaron 4.3 millones de votantes para la Cámara de Representantes y 3.8 millones para el Senado en las elecciones legislativas de marzo. Un botín suculento para el combate electoral de este domingo.
Además, Duque cuenta con los sectores religiosos (en especial, católicos y evangélicos) gracias al apoyo del exprocurador Alejandro Ordóñez; de las víctimas de las FARC que han sido más críticas con el acuerdo de paz (entre ellas, Clara Rojas, representante a la Cámara por los liberales y quien fue secuestrada junto a Íngrid Betancourt); y de los empresarios y los grandes terratenientes del país. Incluso una mayoría del Partido de la U, el del actual presidente, parece que apoyará a Duque (de forma individual, ya que desde la dirección concedieron «libertad» de voto a sus bases), aunque Uribe haya sido el gran enemigo de la segunda y última legislatura de Santos.
Gestos de última hora
¿Qué sorpresas podrían saltar a última hora e inclinar la balanza hacia Petro? En esta recta final serán determinantes las declaraciones, los gestos y los símbolos. O las filtraciones en plena campaña como la noticia publicada estos días en El País de España sobre nuevas pruebas en el juicio contra Santiago Uribe (hermano de Álvaro) por vínculos con los paramilitares.
La abstención jugará sin duda un papel clave. En primera vuelta se batió el récord de participación en la historia reciente de Colombia con un 53.38% del electorado (19.6 millones de personas). Si se repite una votación alta, el ganador necesitará cerca de 10 millones de votos para obtener la mayoría.
En principio, una votación masiva beneficiaría a Petro, pues significaría que los votantes que apoyaron a Fajardo y los indecisos que se quedaron en casa han acudido a las urnas en contra del regreso del uribismo. Duque cuenta con que sus fieles acudirán el domingo a votarle en masa.
Todo es posible en un país tan complejo como Colombia, que en octubre de 2016 dio la gran sorpresa en el mundo (junto a la victoria de Donald Trump y el Brexit en el Reino Unido) al ganar el No en el plebiscito por la paz. El futuro del país está en juego y cada una de las dos opciones significarán un cambio importante respecto a la política de los últimos ocho años con Santos.