Surgimiento de movimientos de extrema derecha

El profesor George Michael, quien ha seguido por años los movimientos de extrema derecha en EEUU, nos explica cómo surgió y cobró fuerza este grupo que ha sido grabado realizando el saludo nazi al grito de «Hail Trump». En meses recientes, activistas de la extrema derecha, catalogados por algunos como la alt-right, pasaron de ser una subcultura oscura y con una presencia limitada mayormente a internet a colocarse como un actor en el mismo centro de la política estadounidense. Tras haber sido relegado por mucho tiempo en la esfera cultural y política, los activistas de la alt-right fueron algunos de los simpatizantes más entusiastas de Donald Trump. Previamente este año, el ejecutivo de Breitbart.com Steve Bannon declaró al sitio web como «la plataforma de la alt-right». En agosto, Bannon fue designado como jefe de la campaña de Trump. Tras el triunfo de Trump se le unirá en la Casa Blanca como un asesor de alto nivel. He investigado ampliamente por años a la extrema derecha estadounidense, y el movimiento luce más vivo que nunca. Para sus críticos, la alt-right es solo un código para denominar al nacionalismo blanco, una ideología demonizada y asociada a los neonazis y al Klansmen (KKK). Sin embargo, este movimiento tiene sus matices y abarca un espectro mucho más vasto de activistas e intelectuales de extrema derecha. ¿Cómo este movimiento cobró fuerza en los últimos años? Y ahora que ganó Trump, ¿podría la alt-right cambiar el escenario político estadounidense?

Convirtiéndolo en un movimiento mainstream

La alt-right incluye a nacionalistas blancos, pero también contempla a quienes creen en el libertarismo, en los derechos de los hombres y en el populismo. Sus orígenes se remontan a varios movimientos del nacionalismo blanco estadounidense que han sobrevivido por décadas. Estos grupos han sido históricamente marginados, sin tener prácticamente influencia en la cultura popular ni, definitivamente, en las políticas públicas. Algunos de sus elementos más radicales han abogado por largo tiempo un programa revolucionario. Grupos como los Aryan Nations, White Aryan Resistance, National Alliance y World Church of the Creator han predicado una revolución racial en contra del ZOG o el ‘gobierno de ocupación sionista’. Muchos fueron inspirados por la novela ‘Turner Diaries’ del fallecido William L. Pierce, que trata sobre una guerra racial que consume a Estados Unidos. (Timothy McVeigh, quien perpetró los bombazos en Oklahoma en 1995, tenía páginas de este libro cuando fue capturado). Pero estos llamados no calaron profundamente en la mayoría. Aún más, después del 11 de septiembre de 2001, muchos de los principales representantes de la derecha revolucionaria fueron procesados bajo los nuevos estatutos antiterroristas y enviados a prisión. Para mediados de la década del 2000, la extrema derecha estaba en su punto más bajo. En ese período apareció Richard Spencer y un nuevo grupo de intelectuales de la extrema derecha. En 2008, el filósofo político conservador Paul Gottfried fue el primero en utilizar el término «derecha alternativa», describiéndola como una ideología disidente que fue rechazada por el conservacionismo. (Gottfried había acuñado inicialmente el término «paleoconservador» en un esfuerzo por distanciarse él mismo y a los intelectuales de los «neoconservadores», quienes se habían convertido en la fuerza dominante dentro del Partido Republicano). William Regnery II, un publisher acaudalado, fundó el National Policy Institute como un think tank de nacionalistas blancos. Siendo una estrella joven y en ascenso en la extrema derecha, Spencer asumió su liderazgo en 2011. Un año antes había lanzado el website Alternative Right y se había destacado como uno de los líderes más expresivos e importantes del movimiento de la extrema derecha. Para ese tiempo, Spencer popularizó el término ‘cuckservative’ que se ha ganado su lugar en la extrema derecha vernácula. En esencia, un ‘cuckservative’ es un traidor cuya preocupación primordial son los principios abstractos como la Constitución estadounidense, la economía del libre mercado y la libertad individual. La alt-right, en cambio, está más preocupada por conceptos como nación, raza, civilización y cultura. Spencer ha trabajado duramente para legitimizar al nacionalismo blanco como un movimiento político. Rechaza explícitamente lo referente a la supremacía racial y aboga por la creación de una tierra en la que solo haya blancos.

Diferentes facciones

El principal asunto para los nacionalistas blancos es la inmigración. Ellos dicen que, si no se abordan las altas tasas de fertilidad de inmigrantes del tercer mundo y las bajas de las mujeres blancas, ello amenazaría la existencia de la raza blanca. Pero incluso en el tema del desplazamiento demográfico existen diferencias dentro del movimiento de los nacionalistas blancos. Los representantes más amables esgrimen que esas tendencias se desarrollaron con el paso del tiempo porque los blancos no han tenido la valentía necesaria para defender los intereses de su grupo racial. En contraste, el segmento más conspirativo del movimiento habla de un complot judío para hacer de los blancos un grupo minoritario. De lograrlo, los judíos reducirían a su ‘enemigo’ histórico a tan solo otra minoría débil y minúscula. Un creyente emblemático de esa teoría es Kevin MacDonald, psicólogo de la Universidad Estatal de California en Long Beach. Un una trilogía de libros publicada entre mediados y fines de la década de 1990, MacDonald desarrolló una teoría evolutiva para explicar el comportamiento colectivo judío y antisemita. Según él, el antisemitismo emergió en medio de conflictos genuinos en los intereses de los judíos y los gentiles. Argumentó que los intelectuales, activistas y líderes judíos buscaron fragmentar a las sociedades gentiles en lo concerniente a las líneas raciales, étnicas y de género. En los últimos 15 años, su investigación ha circulado y ha sido elogiada en los foros de nacionalistas blancos.

Una creciente presencia en los medios e internet

El ciberespacio se ha convertido en un lugar donde los nacionalistas blancos pueden ejercer una influencia limitada en la cultura general. Los límites poco claros de internet, que incluyen los fórums como 4chan y 8chan, han permitido que jóvenes blancos nacionalistas puedan compartir y escribir de manera anónima comentarios e imágenes. Incluso en medios más consultados, como el USA Today, The Washington Post y The New York Times, los jóvenes nacionalistas pueden ‘trolear’ (acosar) en la sección de comentarios. Más importante aún: nuevos medios de comunicación surgieron en internet y comenzaron a desafiar a los más populares: Drudge Report, Infowars y, sobre todo, Breitbart News. Fundado por Andrew Breitbart en 2007, Breitbart News ha luchado para convertirse en un medio conservador que logre incidir tanto la política como la cultura. Para Breitbart, los conservadores no se enfocaron en ganar las guerras culturales –cediendo en temas como inmigración, multiculturalismo y la corrección política– lo que permitió a la izquierda política dominar el discurso público de estos temas. Como él mismo dijo en 2011, “la política se alimenta de la cultura”. La candidatura de Donald Trump permitió que una colección de diversos grupos –que incluye a los nacionalistas blancos– se aglomerara alrededor de un candidato. Pero dada la diversidad ideológica del movimiento, sería una muy mala interpretación etiquetar a la alt-right exclusivamente como un grupo blanco nacionalista.  Sí, Breitbar News se ha popularizado entre los blancos nacionalistas. Pero esta página web ha apoyado sin arrepentimientos a Israel. Desde sus inicios, los judíos –incluyendo a Andrew Breibart, Larry Solov, Alexander Marlow, Joel Pollak, Ben Shapiro y Milo Yiannopoulos– han tomado posiciones de liderazgo en la organización. De hecho, en los últimos meses, Yiannopoulos, que se autodefine como “medio judío” y practicante católico, –y que además es un extravagante gay con una afición a tener novios negros– ha surgido como el vocero de este movimiento en los campos universitarios (aunque rechaza la caracterización de la alt-right). Además, los temas que mueven a este movimiento –la consternación sobre los inmigrantes, la caída de la economía nacional y la corrección política– existen desde mucho antes que Trump anunciara su candidatura. Tal como opina el político científico Francis Fukuyama, la pregunta real no es por qué esta forma de populismo surgió en 2016, sino por qué le tomó tanto tiempo manifestarse.

¿Movilizándose para el futuro?

La victoria de la campaña de Trump demostró la potencial influencia de la alt-right en los años venideros. A primera vista, el triunfo de Trump en el Colegio Electoral parece sustancial. Pero el margen con el que ganó en varios estados clave fue bastante estrecho. Por esa razón, el apoyo que recibió de cada grupo, incluyendo el de la alt-right, fue de vital importancia. La evidencia sugiere que fueron de sus simpatizantes más ávidos a la hora de salir a votar tanto en las primarias como en la elección general. Yendo más allá, la campaña de Trump le dio la oportunidad de los miembros de este movimiento de conocerse cara a cara. Poco después de los comicios, Richard Spencer dijo que la victoria de Trump fue «el primer paso, la primera etapa hacia la identidad política de los blancos». Para algunos observadores, el nombramiento de Bannon como el estratega en jefe de Trump confirma los temores de que esa extrema derecha que había sido marginada penetró la Casa Blanca. Pero si Trump no logra cumplir con sus promesas de campaña más categóricas, como construir un muro fronterizo, la alt-right pudiera desilusionarse, como ocurrió con los progresistas que criticaron a Barack Obama por continuar con las guerras en Oriente Medio. A diferencia de los antiguos movimientos de la extrema derecha, la alt-right busca crear una contracultura sostenible, incluyendo un idioma diferente: memes, símbolos y blogs y medios de comunicación alternativos. Ahora que se movilizó y demostró su relevancia (basta con tan solo ver la cantidad de artículos que se han escrito sobre el movimiento, lo que lo publicita más), la alt-right posiblemente crezca y gane mayor terreno en la política estadounidense.2

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