Trump es prepotente y no quiere conciliar con la prensa
Todo señala que el presidente de Estados Unidos quiere ser el único que hable en la Casa Blanca. Un problema grave. Cada mañana, cerca de las 10:30, funcionarios de inteligencia de Estados Unidos llegan al Salón Oval de la Casa Blanca para presentarle al presidente, Donald Trump, un resumen de los puntos más calientes del planeta. El mandatario, armado con una lata de Coca-Cola Diet, se sienta en su escritorio y escucha. Según cuenta The Washington Post, Trump pregunta ocasionalmente. Pero no le gustan las presentaciones largas, exige brevedad y llegar al punto central de los temas rápido. Y es justo ese afán del mandatario (sus funcionarios interrumpen la sesión de inteligencia con frecuencia para decirle que hay gente esperando por él) el que lo tiene enfrentando uno de los momentos más complejos de su presidencia. “Hay indicios de que el presidente no puede retener toda la información que se le presenta, entender la importancia de ésta o respetar las sensibilidades”, señala el Post. Este retrato de Trump manejando información top secret es una muestra de cómo maneja casi todo lo demás: impaciente, ansioso, pero descuidado e indiferente a las formas y los detalles. Así, tal cual, encara todos los frentes que tiene abiertos y que esta semana amenazan con complicarse. La investigación sobre la interferencia rusa en las elecciones de 2016 ya tocó a su círculo íntimo. Su yerno y asesor, Jared Kushner, está en el centro de la polémica por haberse reunido en diciembre pasado con el embajador ruso en Washington, Serguei Kislyak, para establecer un canal de comunicación secreto con el gobierno ruso, según informó el viernes The Washington Post. Trump estuvo reunido con sus abogados el domingo en la tarde, al parecer para establecer una estrategia de cara a esta investigación en curso. Al parecer, la Casa Blanca está creando una unidad especial de comunicaciones para responder a toda esta controversia, que estaría liderada por Kushner, el consejero presidencial Steve Bannon y el jefe de gabinete Reince Priebus. La investigación sobre la trama rusa está a cargo de Robert Mueller, un respetado exdirector del FBI, a quien se le dieron poderes especiales para dirigir el caso como fiscal especial.
Cambios internos
La estrategia del magnate también contempla hacer cambios internos. Y comenzó por su equipo de prensa: el director de comunicaciones de la Casa Blanca, Mike Dubke, dejará su puesto en los próximos días. Aunque dijo que lo hacía por “motivos personales”, lo cierto es que Trump busca reducir el papel de los portavoces actuales y aumentar sus actos públicos. Un riesgo para muchos, pero para el republicano la estrategia perfecta para cortejar a su base de votantes y ahondar su pelea con los medios, a los que ha demonizado y acusado de ser los “enemigos del pueblo”. Así, Trump no sólo se despachará contra Raimundo y todo el mundo en Twitter, su medio de batalla por excelencia, sino que se convertirá en la única voz oficial de la Casa Blanca. ¿El riesgo? Casar peleas innecesarias y despertar una crisis tras otra. Como la que acaba de provocar con Alemania, a la que acusó de dañar la economía de su país. Apenas dos días después de llegar de su primera gira internacional, en la que se reunión con los líderes europeos, Trump decidió responder a las críticas de la canciller alemana, Ángela Merkel, golpeando fuerte. La alemana cuestionó la confiabilidad de la alianza con Estados Unidos y Reino Unido. “Los lazos transatlánticos son de suma importancia para nosotros (…) pero la situación actual da más razones para (…) que tomemos nuestro destino en nuestras propias manos”, dijo Merkel, y agregó que Europa “debe convertirse en un jugador más activo en los asuntos internacionales”. La respuesta de Trump retrata de nuevo a ese presidente ansioso y voraz. Pone al desnudo su ideología de golpear siempre: “Tenemos un déficit comercial MASIVO con Alemania, además ellos pagan MUCHO MENOS de lo que deberían a la OTAN. Muy mal para EE. UU. Esto va a cambiar”, escribió en Twitter. El ministro alemán de Relaciones Exteriores, Sigmar Gabriel, fue más directo el lunes, fustigando la “visión corta” de las políticas de Trump que “han debilitado a Occidente” y dañado los intereses europeos.