Trump explica su plan migratorio en un discurso muy nacionalista: «Los estadounidenses también son dreamers»

El presidente presentó su primer discurso del Estado de la Unión al Congreso y aunque la intención expresada por la Casa Blanca era convocar al trabajo conjunto entre ambos partidos, insistió en temas con los que ha profundizado la polarización de la sociedad estadounidense. Todo primer discurso del Estado de la Unión de un presidente genera gran expectativa, pero sin duda que el que ofreció este martes el presidente Donald Trump debe haber roto récords, no solo por lo que diría, sino por cómo lo diría y cómo lo recibirían en el Capitolio sus opositores demócratas y algunos de sus invitados especiales. La noche del martes ante el pleno del Congreso reunido en el Capitolio de Washington, Trump habló despacio, leyendo el apuntador con corrección como pocas veces, con un tono pausado que no es usual en los discursos del presidente republicano. En su primer discurso del Estado de la Unión, Trump pretendía convocar a la unidad con un tono optimista y un llamado al trabajo bipartidista. Y aunque hizo esa convocatoria expresamente, el mensaje no se quedó en la presentación amable. Conocidos y polémicos conceptos de su retórica iban envueltos en ese estilo más amable con el que habló el presidente. «Juntos estamos construyendo un Estados Unidos seguro, fuerte y orgulloso», dijo el presidente. «Este es nuestro nuevo momento para Estados Unidos. Nunca antes ha habido un mejor momento para comenzar a vivir el sueño americano”, dijo el presidente. «Esta noche estoy extendiendo una mano abierta para trabajar con miembros de ambos partidos, demócratas y republicanos, para proteger a nuestros ciudadanos, de todos los antecedentes, color y credo». Sin embargo, Trump insistió en destacar algunos temas más propios de la campaña electoral que del ejercicio del gobierno y repetir muchas de las cosas, algunas falsamente argumentadas, que en el pasado año le han ganado el rechazo de la oposición.

Dreamers somos todos

En un discurso escaso en novedades, el presidente hizo la presentación oficial al Congreso de su iniciativa de «cuatro pilares» para resolver el problema de la inmigración indocumentada. Aunque dedicó unos 15 minutos al tema migratorio, el presidente no elaboró más allá de los “cuatro pilares” que la semana pasada presentó la Casa Blanca al debate: ciudadanía para casi 2 millones de dreamers, seguridad fronteriza, fin de la lotería de visas y limitar la posibilidad de reunificación familiar. Así que es previsible que el discurso no genere cambios en la dinámica estancada en la que está sumido el debate. No pasó desapercibido el que Trump usara la palabra ‘dreamers’ para atribuírsela a todos los estadounidenses, prácticamente arrebatándosela a los hijos de inmigrantes indocumentados que fueron traídos a EEUU por sus padres cuando eran menores de edad.  “Mi responsabilidad, y el sagrado deber de cada funcionario elegido en esta cámara es defender estadounidenses, proteger su seguridad, sus familias, sus comunidades, y su derecho al sueño americano. Porque los estadounidenses también son soñadores”, dijo el presidente. Más adelante, al volver a referirse a los hijos de indocumentados, el presidente no les llamó dreamers, sino “inmigrantes ilegales que fueron traídos por sus padres”, en una estrategia retórica que parece buscar disminuir los reclamos del grupo, al que, al mismo tiempo, dice querer ayudar. Porque en este punto el presidente no pareciera que quisiera tanto incluir a los dreamers en el resto de la sociedad -algo que se podría interpretar así de haber dicho «dreamers somos todos»-, como excluirlos del discurso identificando como soñadores a los ciudadanos estadounidenses.

Inmigración y criminalidad

Otro punto polémico al hablar de inmigración fue su insistencia de vincular la inmigración con criminalidad y atar la reforma del sistema migratorio al reforzamiento de la seguridad, algo que dificulta acercar las posiciones entre republicanos y demócratas para la reforma migratoria y para la solución del problema de los dreamers. El momento más emotivo de la noche fue cuando Trump se refirió a la tragedia de Evelyn Rodríguez, Freddy Cuevas, Elizabeth Alvarado y Robert Mickens, dos matrimonios de Long Island, Nueva York, cuyas hijas de 16 años murieron en septiembre de 2016 a manos de una banda criminal o ‘mara’. Por casi un minuto los adoloridos padres recibieron el aplauso de los congresistas y del presidente, quien usó el caso para reforzar el mensaje falaz que promueve desde la campaña electoral de que la inmigración es una fuente de inseguridad para el país. “Hoy llamo al Congreso a finalmente cerrar los mortales huecos legales que han permitido a la (mara) MS-13, y otros criminales, a irrumpir en nuestra sociedad”, dijo el presidente, obviando que el fenómeno de las maras se creó en barrios pobres de Los Ángeles.  Aunque nadie le gritó “mentiroso” como hizo en 2009 el republicano Joe Wilson cuando el presidente Barack Obama hablaba sobre, precisamente, su plan en inmigración, el murmullo reprobatorio que salió en un par de ocasiones de la bancada demócrata cuando Trump aseguró “en semanas recientes, dos ataque terroristas fueron posibles por la lotería de visas y la inmigración en cadena” dejó claro que rechazaban la demostrada imprecisión del presidente.

Culpas del pasado

Como era de esperarse, el presidente atribuyó el buen momento de la economía y el robusto mercado de trabajo a las políticas de su primer año de gobierno, aunque lo cierto es que se debe a tendencias formadas hace ya algunos años bajo el gobierno de Obama, luego de que se logró recuperar al país de la peor recesión económica desde 1929. Trump se ufanó de la aprobación de la reforma de impuestos y de cómo a raíz de ella, muchas empresas están dando bonos a sus empleados, repatriando ganancias que estaban en el exterior, ampliando sus instalaciones en EEUU y contratando más empleados. En un discurso en el que dedicó buena parte a hablar de la economía y sus logros, el presidente reveló por primera vez el esperado plan de infraestructura al que además le puso precio: 1,5 billones de dólares. Infraestructura es uno de esos temas en los que, paradójicamente, Trump puede estar más cerca de los demócratas que de los republicanos, quienes siempre han visto con desconfianza planes de inversiones públicas, por su efecto en el déficit fiscal. Hubo otros aspectos que podrían considerarse divisivos. Como cuando Trump dijo que «los estadounidenses aman a su país. Y merecen un gobierno que les muestre el mismo amor y lealtad a cambio», el presidente da a entender que la clase política que lo precedió no tuvo ese amor por la patria que él dice tener. Nada más divisivo que abrogarse la representación de la Patria, de pretender ser el ‘verdadero’ nacionalista, dejando afuera a quienes no concuerdan con las ideas de quien ejerce el poder. Entre los demócratas habrá más de un congresista que no recibió esas palabras como una invitación unitaria. Con seguridad se cuenta en ese grupo el representante demócrata por Ohio Tim Ryan quien no solo no llevó un invitado al discurso sino que decidió dejar vacío su asiento, según explicó en un comunicado, para honrar a los inmigrantes indocumentados que ICE persigue «injustamente». «Deberíamos perseguir a violentos criminales, no a aquellos que trabajan para conseguir una vida mejor». En concreto, Ryan se ha referido al caso de Amer Othman, un hombre de origen palestino que, después de 39 años viviendo en Estados Unidos, fue detenido y finalmente expulsado este lunes.

Un discurso, cinco respuestas

Si el mensaje del presidente buscó tener un tono unificador, la respuesta demócrata reflejó, si no división, al menos sí diversidad. Cinco respuestas siguieron al mensaje presidencial. Dos de ellas ‘oficiales’: las del congresista Joe Kennedy y la hecha en español por la delegada de Virginia Elizabeth Guzmán. Mientras que el senador y excandidato presidencial Bernie Sanders respondió por segundo año consecutivo a un discurso de Trump al Congreso; más las de las representantes Donna Edwards de Maryland y Maxine Waters de California.  “Sería fácil ver el año pasado como caos. Luchas partidistas. Política. Pero es mucho más que eso (…) Este gobierno no solo está atacando las políticas que nos protegen, están atacando el concepto mismo de que todos necesitamos protección”, dijo Kennedy en su réplica al mensaje presidencial. “Muchos hemos pasado el año ansiosos, molestos, temerosos. Todos sentimos las fracturas de un país dividido. Escuchamos las voces de estadounidenses que se sienten olvidados”. Al final de ese discurso inusual para Trump (algunos dirían que se trata de su primer mensaje verdaderamente “presidencial”) lograr la unidad no parece ser tan fácil como simplemente invocarla, sobre todo considerando que él ha sido un gran factor en la polarización. Desde el negro dominante en la vestimenta femenina para mostrar solidaridad con las víctimas del acoso sexual (abuso del que Trump también ha sido señalado desde los tiempos de la campaña electoral por decenas de denuncias) hasta el perfil de los invitados que algunos demócratas llevaron al Capitolio y el boicot de otros, dan una idea de que para Trump el papel de ‘unificador’ no será tan fácil de interpretar.

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