Trump va de mal en peor, no lo quiere nadie

El descontento en el Partido Republicano y de miembros de la campaña con su propio candidato presidencial crece a causa de su deriva en los últimos días. El deterioro de la relación entre Donald Trump y el Partido Republicano es cada vez más patente según una serie de reportes este miércoles que se conocen tras una semana desastrosa para el candidato. El presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, que hasta ahora había sido uno de los respaldos más sólidos de Trump está «furioso» con el comportamiento de éste, según informan varios medios. Al mismo tiempo CNN y CNBC informan que el jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, está frustrado con el candidato por sus constantes salidas del guion. Manafort salió a desmentir estos rumores el miércoles por la mañana en entrevistas donde dijo que “Trump tiene el control de su campaña”. “Yo tengo bajo mi control las cosas que él quiere que haga en la campaña. La confusión es otra narrativa de Clinton que han puesto en circulación y que los medios han agarrado”, agregó Manafort. Trump lleva días siendo cuestionado por sus declaraciones inoportunas pero la gota que colmó el vaso parece ser su entrevista este martes con el diario The Washington Post en la que dijo que no apoyará a varios líderes republicanos en sus carreras por la reelección, entre ellos el presidente de la Cámara de Representantes Paul Ryan y el senador por Arizona John McCain. Su declaración es vista como una represalia por las críticas de estos en los últimos días, durante la controversia del candidato con la familia del soldado musulmán Humayun Khan. “Me gusta Paul, necesitamos un liderazgo fuerte en este país, es sólo que no estoy en ese punto todavía”, declaró el magnate. Con McCain en cambio la distancia pública es mucho más amplia y ambos han difundido diversas críticas en los últimos meses. Ryan y McCain dieron su apoyo a Trump, un movimiento político necesario para la unidad del partido republicano, pero que ambos se demoraron en tomar la decisión y no lo hicieron con entusiasmo. Ahora Trump parece estar devolviendo la mano. Este miércoles el compañero de fórmula de Trump, Mike Pence, le dio un fuerte apoyo a Ryan, dejando a la vista sus diferencias de opinión con el millonario. Pero cuando le preguntaron por su opinión sobre las declaraciones de Trump aseguró que “estos son dos hombres que están construyendo una relación”. “Estoy muy confiado en que si Donald Trump es elegido presidente y Paul Ryan es reelegido como presidente de la Cámara de Representantes harán grandes cosas juntos”, agregó. La principal beneficiada con las revueltas en la campaña de Trump es Hillary Clinton. En los últimos días un número creciente de republicanos está declarando abiertamente que votarán por la candidata demócrata en la elección general. Esta semana la directora ejecutiva de Hewlett Packard Meg Whitman, quien compitió por la gubernatura de California en 2010, dijo que votará por la ex secretaria de estado. Whitman llamó a Trump “demagogo” y “peligroso”. Este martes también el congresista republicano Richard Hanna de Nueva York, quien ya anunció su retiro, dijo que votará por Clinton. Hanna es de los republicanos más liberales en el Congreso. Por otra parte, Maria Comella la ex asesora del gobernador de Nueva Jersey Chris Christie, quien es uno de los pilares de Trump, también anunció su respaldo a Clinton. Lo mismo hizo Sally Bradshaw, asesora de la campaña presidencial de Jeb Bush. Por ahora los grandes nombres de la élite republicana, como la familia Bush se han negado a apoyar a Trump, pero no han llegado tan lejos como para decir que votarán por Clinton. “Hay preocupaciones legítimas dentro del partido, pero la mayoría sigue estando con Trump”, dijo Aguilar. La campaña de Clinton ha circulado diversos mensajes a la prensa con ejemplos de cómo Trump tiene un temperamento que los descalifica para ser Comandante en Jefe. Quienes siguen apoyando a Trump atribuyen la crisis entre él y el partido como una consecuencia de los ataques demócratas. Alfonso Aguilar estratega republicano quien apoya a Trump aseguró que en este ciclo electoral “cosas que habríamos visto un mes antes de las elecciones, las estamos viendo ahora”, dijo. “La narrativa de estar fuera de control está siendo impulsada por los demócratas y por la prensa liberal”, comentó. El problema hispano de Trump en Florida, el estado que puede decidir el próximo presidente El republicano tiene bajísimas tasas de popularidad entre los votantes latinos en todo EEUU, pero su problema es especialmente grande en Florida, donde solo cuenta con un 12.9% de apoyo, pues este es un campo de batalla que podría ser definitorio en las presidenciales. Donald Trump se puede dar el lujo de renunciar al voto hispano en estados disputados como Ohio y Pennsylvania. Pero en la crucial Florida, donde el electorado latino tiene mucho más peso y presencia, se topa con un muro infranqueable: solo el 12.9% de los votantes hispanos registrados lo apoyan, según una encuesta de la Florida International University (FIU) Es un porcentaje “históricamente bajo para un candidato republicano” en el estado sureño, asegura a Univision Noticias Eduardo Gamarra, coautor del sondeo New Latino Voice de FIU, que lleva 16 semanas midiendo el voto latino. La última muestra fue tomada entre el 26 y el 31 de julio, e incluye por primera vez mediciones de Florida. Un apoyo tan magro podría llevar a Trump a perder el estado y sus 29 votos electorales, muy codiciados en la carrera por los 270 votos electorales que otorgan la victoria al candidato presidencial. “Si la tasa de participación electoral de los hispanos es alta aquí, Trump corre el riesgo de no ganar”, dice Gamarra. El republicano tiene planeado hacer una intensa campaña en Florida, donde celebrará dos eventos de campaña este miércoles, en Jacksonville y Daytona Beach. En particular esta última ciudad, en el área central, se ha diversificado en años recientes con la llegada de jóvenes hispanos. Los hispanos representan el 18% de los electores aptos para votar en Florida, un porcentaje mucho menor que en California o Texas. Pero a diferencia de esos lugares, de mayoría demócrata o republicana, Florida es el estado péndulo más grande de Estados Unidos. O sea, no tiene una preferencia clara y todo voto puede inclinar la balanza hacia un lado o el otro. Ante este escenario, los candidatos presidenciales deben hilar fino en Florida para alcanzar muchos tipos de votantes. “El bloque hispano es crucial en Florida, como también lo son otros grupos”, dice a Univision Noticias Susan MacManus, profesora de la University of South Florida. “En 2012, (Barack) Obama solo le ganó a (Mitt) Romney por 0.9%”, una muestra de lo reñida que suele ser la elección en este estado. La estrategia de Trump parece ir en sentido contrario. El republicano debe compensar la pérdida de apoyo entre demografías claves como las mujeres, los afroamericanos y los hispanos con el voto masculino blanco. ¿Esa jugada le servirá en Florida, unos de los estados que determinará su camino hacia la Casa Blanca? Hay un factor que podría ayudar al candidato republicano: los blancos suelen votar de manera “más disciplinada” que otros grupos como los hispanos, que acuden menos a las urnas, según Gamarra. Y en Florida, pese a su diversidad, la mayor parte del electorado sigue siendo blanca. Por ahora, el panorama electoral en Florida es incierto. En el sitio web Real Clear Politics, que hace un promedio diario de los resultados de encuestas recientes, Trump está empatado con su rival demócrata Hillary Clinton. Hay republicanos hispanos en Florida que admiten su inquietud por el efecto devastador que Trump puede tener entre el apoyo latino hacia su partido. El comentarista Jorge Bonilla, ex candidato republicano a la Cámara de Representantes, es uno de ellos. “Es una preocupación no solo mía, la compartimos muchas personas”, dice Bonilla, quien aclara que no apoya al magnate republicano. “Nos preocupa que Trump eche abajo muchos años de trabajo intentando alcanzar las comunidades hispanas”. Para ser justos, la caída del voto hispano republicano en Florida es un fenómeno que precede a Trump. En el pasado, el Partido Republicano solía ganar entre los latinos del estado gracias a una mayoría cubana conservadora marcada por un fuerte sentimiento anticastrista. Con los años, la vieja guardia del exilio cubano dio paso a una nueva generación de jóvenes más abiertos a otras posturas políticas. La hegemonía cubana se quebró, además, con la llegada masiva de otros grupos hispanos más identificados con los demócratas, como los puertorriqueños. Las alteraciones demográficas en el electorado hispano ayudaron a que en 2008, el actual presidente Barack Obama se llevara el 57% del voto hispano en Florida. Era la primera vez desde 1988 que un demócrata lograba obtener esta mayoría. Para sus rivales republicanos, el golpe fue aún más duro a nivel nacional. John McCain obtuvo un 42% del voto hispano en el estado, frente a un 31% en todo el país. Cuatro años después, Mitt Romney se llevó el 39% del voto latino en Florida, frente a un 27% a nivel nacional, según cifras del centro Pew Hispanic. Esta vez, puede que Trump salga igual de mal parado en Florida que a nivel nacional. Según la última encuesta New Latino Voice, hecha por teléfono celular, un 12.8% de los hispanos registrados a nivel nacional votarían hoy por Trump, un porcentaje mínimamente menor al del estado sureño.  “El republicano hispano se encoge con cada ciclo electoral en Florida”, afirma Gamarra, y Trump no hace más que acelerar ese proceso. Trump niega ahora su apoyo a Ryan y McCain, pero ¿lo necesitan?  Avivando la tensión en el partido, el candidato presidencial republicano dijo que no está listo para apoyar a varios líderes destacados en sus carreras por la reelección.  Donald Trump sugirió este martes que no apoyará a Paul Ryan, el presidente de la Cámara de Representantes, en sus primarias republicanas para mantener el puesto. «Todavía no estoy allí», dijo Trump al Washington Post utilizando la expresión que empleó Ryan mientras decidía si respaldar o no al aspirante a la Casa Blanca. En el caso del senador John McCain, ya ha dicho que no le apoyará en Arizona. A la senadora Kelly Ayotte la ha llamado «desleal». Los tres salieron a defender de los ataques de Trump a la familia de Humayun Khan, el soldado que murió en la guerra de Irak y cuyos padres participaron en la convención demócrata. Pero ninguno de los tres le retiró su apoyo al candidato republicano a la Casa Blanca. Trump nunca ha estado cerca de los miembros de la Cámara de Representantes y el Senado de su partido. Su última visita al Capitolio terminó con un intercambio de reproches. ¿Puede hacerles daño mutuamente esta nueva ruptura? Trump ganó las primarias republicanas sin el apoyo de ningún congresista o gobernador republicano. El aspirante a la Casa Blanca, por su parte, apenas ha respaldado miembros del que ahora es su partido. La única congresista a la que Trump apoyó, Renee Ellmers, de Carolina del Norte, perdió sus primarias por 30 puntos. Lo que atrae de Trump a parte de los electores es que no es político y no está rodeado de ellos. Pero esa distancia tiene consecuencias. Así en la Convención Republicana no había ningún gobernador, expresidente o figura de peso para hablar sobre el candidato. No fueron a Cleveland ninguno de los Bush (ni Jeb ni George W. ni George H.W.) y ni siquiera acudió el gobernador del estado donde se celebraba la convención, John Kasich. La ventaja de la ausencia de políticos o intelectuales fue menor que la desventaja. Así, según Gallup, es la primera vez desde que recoge datos en que una convención provoca que haya más votantes que digan que el cónclave ha hecho que sean menos propensos a votar por el candidato. El efecto positivo para Hillary Clinton, tras su convención, indica que los apoyos de calidad importan. En el caso de cuánto cuenta tener a Trump al lado, está por ver. Paul Ryan afronta en Wisconsin una primaria en principio fácil el próximo martes. Pero su distrito es cada vez más demócrata, con lo que puede tener más problemas para renovar el escaño el 8 de noviembre. De un lado, los más partidarios de Trump podrían castigarle; pero de otro, sin Trump, los independientes y parte de los demócratas podrían verle con mejores ojos. Ryan es un político muy respetado en Wisconsin incluso entre los demócratas y la cercanía a Trump podría perjudicarle. Ahora el líder de los republicanos intenta mirar hacia otro lado, como si no tuviera relación con Trump. Fue uno de los pocos políticos de primera línea que accedió a hablar en la convención de Cleveland. Ahora asegura que no quiere el respaldo del candidato de su partido a la Casa Blanca. “Ni el speaker Ryan ni ninguno en su equipo le ha pedido nunca a Donald Trump su apoyo”, dijo el portavoz de Ryan.1

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